Tampoco me hice del rogar, no me aparté, no lo aparté. Porque prácticamente era por esto por lo que había esperado y llegó de sorpresa, no pensaba decírselo, no se lo dije, fue Alice quien habló por mi y en parte fue bueno. Chris se separo y tenía una sonrisa divertida.
- Enana-. Murmuró.
Reí, lo miré temiendo porque aún estuviera enfadado y comencé a jugar con mis dedos.
- ¿Por qué no me lo dijiste antes?-. Mencionó.
¡Por favor! Ya todo parecía estar bien y tenía que joder el momento. Miedo, nudos en la garganta, miedo, cobardía, miedo. Esa era la respuesta. Hice una mueca y Chris rió con fuerza.
- Es broma-. Murmuró entre carcajadas.
- Pues no tiene gracia-. Sentencié y me senté en la cama.
Chris borró su sonrisa y se sentó a mi lado.
- En serio-. Insistió.- ¿Por qué no me dijiste nada? ¿no planeabas decirme nada?
- No...-. Susurré.
- ¿No?-. Preguntó confundido.
- No es eso-. Dije al final.
- ¿Entonces qué es?-. Espetó, Chris parecía música, música movida, música lenta. Grita, habla, grita, grita. ¡Que se joda!
- ¿Vamos a volver a los gritos otra vez?-. Grité al igual que él.
- ¡No!-. Gritó.
Lo fulminé con la mirada, pero no tenía caso, Chris no encontraría al responsable, así que la que se jodía era yo. Desvié la mirada, en parte si era culpa mía, lo cual era aún peor.
- Es que si, ¿de acuerdo? estoy molesto. Muy molesto.- Confesó.- Estuve a punto de irme a Madrid a buscar a una Becca que se supone es mi vecina ¿Cómo crees que se sintió eso?
Ahí vamos de nuevo, Becca tiene la culpa, todo esto es su culpa. Estaba a punto de explotar, en 3, 2, 1...
- ¿Me lo ponías fácil?-. Comencé.- ¡No! ¡no me ponías nada fácil!
Chris me miró confundido, por un momento pareció serenarse, pero no, volvió a poner esa estúpida expresión de enojo.
- ¿Me culpas de esto?-. Preguntó.
- ¡No! ¿Cómo crees?-. Ironicé.- Becca, me gustas, Becca, quiero a alguien más, Becca, me voy a Madrid...¿crees que era fácil?
- ¿Cómo querías que quisiera a Rebeca-mentirosa cuando me recordaba a Becca-enana?-. Sentenció.
- Y la que se jode soy yo ¿no?-. Insistí.- Quieres a Becca... sólo que, yo no soy la Becca que quieres.
Chris se calló, yo me callé, pero entonces caí en cuenta de algo.
- ¿Ahora soy mentirosa?-. Pregunté molesta.
- ¿A caso no?-. Contestó.
- ¿Sabes qué?... eres igual de terco, lo cual no arregla nada, ¿tengo la culpa de todo esto? pues bien, haz lo que te venga en gana-. Dije al final.
Pero esta vez si era al final, puesto que me puse de pie y me encaminé hasta la puerta y me importó una mierda el hecho de que había entrado por la ventana porque me encontré con la madre de Chris en las escaleras y como la buena mentirosa que soy, me despedí como niña buena y cuando llegué a la planta de abajo me convencí a mi misma de no mirar las estúpidas fotos que colgaban de la pared. Seguí con mi camino hasta llegar a mi habitación, cerrar la puerta del balcón y finalmente me dejé caer en la cama.
¿Qué sacaba yo de esto? Nada, nada, nada, que me llamaran mentirosa, que jodiera mi teléfono. ¡Lo mejor que puede pasar!
Por esa razón era por la que no quería decir nada. Me hubiera ahorrado los insultos y un teléfono nuevo.
Me llevé la almohada a la cara, no es bonito ver un mundo en el que eres un desastre, es tonto pararme a si quiera querer hacer algo cuando lo único que hago es joder las cosas, y es más tonto aún joder las cosas cuando no lo quiero hacer porque pongo todo de mi parte para que las cosas salgan bien y nada funciona. Escuché que tocaron la puerta.
- No estoy humor-. Grité.
Aún así, la puerta se abrió y fue entonces cuando supe que me desmoronaría y que las lagrimas comenzarían a brotar pero no podía permitirlo porque era mi culpa y porque llorar no era de las cosas que me gustaba hacer, me hacía sentir débil y si ya me sentía culpable no sería muy lindo sentirme débil.
- Vete Amy-. Murmuré en voz baja.
Pero parecía que no había nadie porque no obtuve respuesta y la puerta no volvió a abrirse. De mala gana me quité la almohada de la cara, pero para mi desgracia me encontré con Chris.
Negué con la cabeza y me llevé la almohada a la cara... otra vez.
- ¿Simplemente me vas a ignorar?-. Preguntó Chris divertido.
¿Era esto un juego? Pues bien, juguemos.
- Si-. Dije desde mi escondite.
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Cartas anónimas
JugendliteraturChristopher y Rebeca, mejores amigos por tres años, se conocieron cuando tuvieron nueve y por problemas se separaron a los doce. Rebeca no tuvo la oportunidad de decirle que lo amaba, apenas eran niños sin conocer el amor y se dio cuenta de que lo a...