Capítulo 8: En la vía [Parte dos]

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Así transcurrió toda la hora de química en reemplazo a la de matemáticas. Oliver hizo todo el trabajo, mientras ellos hablaban de las fotografías y de cómo Nicolás descubrió todo eso el día anterior en el cuarto de impresoras de Foto Expréss. Al sonar la campana la profesora Hanna Powell recogió los trabajos y salió de allí. Su siguiente clase fue español, con Jack Thompson. Llegó como de costumbre tomando café expreso.

—Muy bien Clase— saludó con su tono alegre— espero que hayan traído las fotografías que pedí el viernes.

De inmediato Amy, que estaba al principio de la fila, volteó a ver a Nicolás. Él entendió por qué lo había volteado a ver, le asintió dándole a entender de que si había llevado la fotografía.

Cada grupo empezó a entregar sus respectivas imágenes a Thompson. Él las guardó en un sobre que llevaba por nombre "Categoría terror". Muchas de las fotografías parecían profesionales, tomadas en varios lugares desolados y terroríficos de Standhol, aun así la foto que tomó Nicolás en el Hospital Mental abandonado podría decirse que fue una de las mejores.

Thompson repasó el tema que había dictado la clase anterior. Al finalizar dio buena suerte a todos, cogió sus cosas y se marchó. Las siguientes horas fueron normales y corrientes, aunque todo ese tiempo Nicolás se pasó desconcentrado mirando la fuente con tantos deseos de poder tomarle aunque sea una fotografía. Observaba el reloj cada minuto, viendo como el tiempo pasaba lentamente frente a sus ojos.

La campana tintineó, indicaba que la hora del almuerzo había llegado. Los pasillos se llenaron de alumnos dirigiéndose al restaurante escolar. Nicolás se dirigió al parque, a su dichosa fuente. Al llegar allí se paró enfrente; sacó su cámara, se agachó un poco, puso su ojo derecho directamente en la cámara, mientras cerraba cuidadosamente el otro ojo, presionó el botón y el sonido del flash hizo que un sentimiento de paz y tranquilidad entrara en él.

— ¿Dónde estabas? — le preguntó Johnny cuando llegó al restaurante. Cogió una bandeja y se hizo detrás de él para la fila del bufet.

—Caminando— mintió tomando un plato.

Amy llegó detrás de ellos, cogiendo igualmente la bandeja con los platos. Al verlos, suspiró torciendo sus ojos — ¿Ustedes?

—Si nosotros — replicó Johnny.

— ¿Cómo sigues Amy? ¿Estas mejor? — preguntó amablemente Nicolás. La cocinera cogió su plato de la bandeja y sirvió sopa en él.

—Vi a una persona morir enfrente a mis ojos ¿Cómo crees que estaría?

Johnny imitaba sus gestos de una forma graciosa, ella lo vio pero no le prestó atención.

El menú del día fue sopa, arroz y carne. Casi siempre servían lo mismo. Al finalizar la fila, Nicolás y Johnny se sentaron en una mesilla desolada del rincón. Amy se fue a sentar en la mesa de siempre, con desaliento y tristeza con el que había llegado esa mañana.

—Amy está muy rara ¿No lo crees? Hoy está muy triste y pensativa — Nicolás susurró mandándose una cucharada de sopa a la boca.

—No me importa —dijo Johnny con la boca llena de arroz.

—Deberías dejar de ser tan malo— sugirió, pero cambió de tema al ver que Johnny no le prestó atención —Entonces ¿Cuál es el plan para esta noche?

— ¿Para prevenir lo del metro?

—Si.

Lo pensó mientras masticaba.

— Dile a Elizabeth que este esta noche a las ocho en la estación de metro... —Contó con sus dedos —...número cinco.

— ¿Por qué en la cinco?

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