Capítulo 14: Incógnitas

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Varios kilómetros más allá, exactamente en el centro. Un hombre de aspecto joven se levantó en la madrugada. No podía dormir. Encendió el televisor, pasaban a una caricatura extraña, no puso atención. Bajó hasta su cocina, calentó el agua para hacer una bebida. Minutos después estuvo lista. Luego de tomarlo, subió de nuevo a su habitación. Notó que ahora en el televisor, ya no presentaban a los dibujos extraños; ahora mostraban a un artista con su cabello esponjado, mientras pintaba un cuadro de montañas. Le pareció aburrido. Se decidió por apagarlo, y en el momento en el que lo hizo, vio que reflejaba la silueta de un hombre con traje, que llevaba un sombrero puesto. Volteó a ver. Era exactamente lo que había visto en el reflejo. El hombre le sonreía.

— ¿Quién es? ¡Salga de mi casa!— le gritó el joven.

No recibió respuesta por parte del otro individuo. Este se le empezó a acercar mientras reía macabramente. Su risa era pausada, sobresalía un pequeño agudo de ella. El joven dio la vuelta para escapar, se llenó de escalofríos. Alguien lo atajó por detrás. Lo cual lo asustó aún más, porque vivía solo.

Aquellos dos sujetos lo llevaron hasta el primer piso de su casa. Lo amarraron de una silla de la cocina: sus brazos atados al espaldar, y sus pies a las patas. Taparon su boca con un pañuelo, pero el joven aun así gritaba desesperado.

—Le daré un motivo para que verdaderamente se alarme— mencionó el hombre del sombrero.

Abrió un cajón de la cocina, tomó un cuchillo. Sin piedad, lo clavó en su mano. La sangre empezó a derramar, al igual que las lágrimas del joven. Aquel hombre del sombrero, tomó el agua hirviendo que estaba sobre la estufa.

—Dulces sueños, Steve Laurent—recitó.

Tiró el agua caliente sobre el rostro de aquel joven. Ardiendo de inmediato le desfiguraba el rostro. Gritaba de dolor, pero nadie podía auxiliarlo. La otra persona se retiró de allí. El sujeto con sombrero arrancó el cuchillo de la mano. Suspiró, alzó el brazo. Lo clavó en toda la frente del joven que estaba en la silla. Acabando con su vida. Rió felizmente. Fue a sacar de su maleta un aerosol. Escribió algo en la habitación. Huyó del lugar, como la oscuridad también lo hizo, siendo esta de testigo.

"Exactamente hace ocho días, el Hotel Hulson fue testigo de una de las más despiadadas catástrofe en la historia de Standhol. Hoy, no sólo se conmemora a las personas que perdieron su vida allí, sino también, los recuerdos y los momentos vividos por todo el departamento. Un día de celebración se convirtió en la peor pesadilla para muchos"

Nicolás se encontraba viendo la televisión en la mañana del sábado. Aquel día era lluvioso, como en las últimas semanas. Estaba tendido en el sofá. Su madre, Matilde, se arreglaba el cabello para salir a trabajar en las oficinas de la cuidad.

— ¡Se te va a enfriar el desayuno!— le recordó ella con una voz prepotente. Y aunque ya se lo había dicho tres veces seguidas, Nicolás seguía con su atención dirigida al televisor.

"Varias familias se reúnen hoy aquí en señal de luto, poniendo velas alrededor de lo que alguna vez fue el hotel más significativo para la ciudad." informaba la reportera en las afueras del Hotel Hulson, o lo que quedaba de él. La cubría una sombrilla oscura, pues el aguacero que caía interrumpía fuertemente su trasmisión.

"El alcalde Hamilton, emitió alerta roja después de que otro incidente terrorista se presentara en el teatro Blackther. Donde más de cincuenta personas perdieron su vida, por manos de hombres que por el momento se desconoce su origen y su razón. Así entonces, en próximas horas dará un aviso con el horario que impondrá para transitar en las calles. No se permitirá que ningún ciudadano siga andando a altas horas de la noche"

Las Fotos Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora