Capítulo 24: Oscuridad infernal [Parte dos]

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—Y la idea vino a su cabeza—dijo quitándose el sombrero para sostenerlo en sus manos—. Podríamos crear una propia investigación, original. Descubrir que pasaba cuando tantos universo alternos se creaban, es decir; si alguien por casualidad decide prevenir los sucesos de la fotografías, haciendo que la máquina creara un universo donde sí debería ocurrir. Admito que al principio no lo quise hacer, era un tanto peligrosa la hazaña, pero me dijo que podía utilizar la idea como manera de vengarme de Olivia Holpriet, mi hija. Olivia Holpriet debía pagar por lo que hizo, no me obedeció. Me llené de rencor hacia ella y acepté la misión, destruiría todo lo que ella cosechó con malas decisiones. Una cámara nueva, viajar en un universo temporal futuro, donde alguna descendencia de Frank Brown se atreviera a seguir su destino y encender la máquina. Matar a Olivia Holpriet y lo que logró. Vengarme de las personas que la aconsejaron y estuvieran con ella. Y, confieso, algunas de las fotografías fueron simples coincidencias, que si debían pasar sin mi intervención, pero eso me ayudaría con la investigación, no todas deberían ser prevenidas. Al igual que la muerte de tus amigos, los entrometidos.

»Me faltaba solo una cosa para que la investigación tuviera éxito, un imbécil que se encargara de hacer divertido el plan—se acercó a él, puso su dedo índice sobre el pecho de Nicolás Wood—. Un imbécil que tratara de prevenir los homicidios que yo quería que previniera, para crear un universo alterno y averiguar qué es exactamente lo que pasa cuando cientos de estos universos se modificaban constantemente; y creo que tú ya sabes que es lo que sucede. Hallé a ese idiota. Volví con Frank Brown; para estar seguro si era el indicado, el elegido para hacerlo. Te observé durante mucho tiempo, tomé fotos a tu casa y a ti. Le mencioné tu nombre a Frank Brown, y curiosamente asintió a que tú actitud era perfecta para aceptar ser parte de la investigación, aunque no lo supieras—le sonrió macabramente—. Tomaría las fotos, de todos los sucesos, y volvería con Frank Brown para abandonar la cámara. Y eso es justo lo que voy a hacer. Me está esperando en aquel universo temporal del pasado, para que la investigación termine—se alejó de Nicolás. Realizó un gesto de satisfacción, como si oliera algo delicioso. El terror era lo único que tenía presente—. Lo que él no sabe, es que yo ya conozco sus movidas. He sospechado en que quiere llevarse el crédito. Varios de los documentos siempre llevan su nombre, intuyo que no tendrá en cuenta de que yo tomé las fotografías, y dirá que él lo hizo todo. No lo permitiré. Lo asesinaré, los reconocimientos serán míos. Será parte de nuestra colección.

Amy recorría los pasillos del oscuro edificio, haciendo algo que ella sabía muy bien para qué. La linterna de su celular alumbraba su camino, atemorizada de lo que podía encontrarse allí. Cuando escuchó el ruido que hacia Williams al contar la historia a Nicolás, se preocupó, los bullicios la alteraban. Corrió por todo el corredor mientras detectaba un elemento de su búsqueda. Subió las escaleras al tercer nivel. Alumbró; un enorme salón que del techo colgaba un candelabro. Justo ese momento recordó al Hotel Hulson y algo muy adentro de su mente le decía que estaba a punto de revivir el momento. Cruzó el salón evitando voltear a los lados, ni siquiera quería imaginarse lo que encontraría. Una reja de metal medio abierta estaba de nuevo allí. Escuchó que en lo lejos la voz de Williams sonaba tenebrosamente. Tomó con las manos la reja y tratando de hacer el menor ruido la cerró hasta que traqueara en la pared. Suspiró. Regresó por donde vino; bajó las escaleras al final del pasillo; su corazón se sobresaltó al ver una silueta de alguien que la observaba en medio de la oscuridad.

—Y te preguntarás—Williams seguía contando su historia en medio del silencio de Nicolás, quien seguía encadenado con el sudor hecho frio—, ¿Cómo hizo el aclamado e inteligente Williams Holpriet para hallar a ese idiota que se encargará de prevenir las fotos? Pues fácil, es obvio que un idiota no nace de la nada; y de algún anzuelo tenía que atraparlo. La descendencia de Frank Brown no podía prevenir las fotografías, pues conocería el plan, ya no era inocente, y esa no era la idea. Más esa descendencia si que podía traer a un idiota hacia mí, que hiciera todo lo que yo quería. Esa descendencia, ese alguien que me dijera que es lo que pensabas para yo saber tus movimientos, Nicolás Wood. Alguien que cuando yo abandone la cámara, debe asegurase que un idiota la encuentre y quisiera revelarla, con sed de resolver sus misterios. Alguien que estuviera esperando a que tú y tus patéticos amigos se la llevaran.

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