Capítulo 3: Entre llamas

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En el salón de eventos estaba reinando el pánico y el miedo, las personas trataban de salir, pero su esfuerzo era inútil. La puerta se encontraba cerrada por el lado contrario. Ellas trataban de escapar, pero las aproximadamente cíen personas estaban atascadas en la puerta. Elizabeth sintió la necesidad de mirar hacia atrás, hacia la cocina. ¡LA BOMBA EXPLOTÓ!

Vio como el techo de la cocina se derrumbó, siendo aplastada por parte de las habitaciones y pasillos del piso de arriba, donde estaba la bomba. La explosión ocasionó que la puerta de la cocina saliera en mil pedazos hacia el salón de eventos. Escombros volaban por todas partes. Los aceites calientes se derramaron en el suelo, haciendo que la gente se resbalara. El impacto del estallido desplazó todas las mesas y sillas en dirección a la puerta del salón, donde estaban los invitados tratando de escapar. Muchos de los objetos, mataron de inmediato a ciertas personas. Otras se desmallaban de pánico. La temperatura subía. El bullicio era impresiónate. Todos gritaban. La escena más desesperante que alguien podría ver en su miserable vida. Gritos, sangre, humo; el mismísimo infierno.

El aula resistió, pues era muy grande y fuerte, pero no por mucho. Se estaba llenando de grietas, estas recorrían cada pared haciéndolas menos resistentes. El candelabro del techo se tambaleaba, se escuchaba su espantoso tintinar. Se podía decir que la catástrofe no pasó de una simple explosión, pero un estruendo viene acompañado de fuego, de llamas. El salón de eventos se convirtió en el mismísimo infierno, las llamas empezaron a consumirse las cortinas rojas que colgaban del techo. Las personas gritaban fuertemente, pedían auxilio y empujaban la puerta tratando de salir, muchos al ver en el lugar donde se encontraban se ahogaban de inmediato. La elegancia se convirtió en tragedia. El salón ardía en llamas, la cocina estaba destruida, las mesas y sillas estaban aplastando a la gente. El candelabro tintinaba y se rompía más y más, pronto se caería. Las grietas recorriera paredes y techos, se encargarían de derrumbar lo faltante del segundo piso para así aplastar a las personas, incluyendo a Elizabeth y Amy.

Las grietas también recorrían todo el hotel. No solo el salón de eventos estaba ardiendo en llamas; también las habitaciones, pisos y escaleras de todo Hulson, que pronto no resistirían y caerían. Nicolás y Johnny alcanzaron a salir con unos cuantos empleados y huéspedes que no asistieron al evento. Se llamó a los bomberos pero se sabía que tardarían mucho, el edifico colapsaría. Nicolás estaba aterrado, veía como el Hotel se consumía en llamas. Ventanas rotas y muchos pedazos de concreto caían a la calle. La profecía se cumplió. Verdaderamente las fotos predicen. Lamentablemente tuvo que verlo para creerlo. Nicolás quería hallar una respuesta lógica, pero el momento no era el indicado para pensar en aquello. El hotel ardía. Miró como el humo empezaba a poblar las calles. Y los lamentos de desesperación de la gente, apuñalaban su cabeza. Empezó a buscar a Elizabeth y Amy en la calle. No las encontró. Comenzó a alterarse más.

— ¿Dónde están las chicas?— gritó Nicolás asustado a Johnny, quien estaba igualmente de preocupado. Casi ni podía respirar.

—No lo sé, les dijiste que salieran—exclamó Johnny con las manos en la cabeza— deberían estar aquí.

Se encontraba desorientado, el Hotel Hulson se estaba cayendo poco a poco, las llamas salían de las ventanas y las rompían de inmediato. No podía encontrar a Elizabeth ni a Amy. Se preguntaba ¿Dónde podrían estar? ¿Lograron salir? La incertidumbre es un sentimiento que jamás había experimentado. No saber la respuesta de algo, lo hacía temblar; sudar. Quería pensar que se tratase de un sueño, de una pesadilla. No era así, el tiempo lo atormentaba.

El bolsillo le vibró, su celular estaba sonando: "Elizabeth está llamando". Suspiró, contestó lo más rápido que pudo.

—ELIZABETH ¿DONDE ESTÁN?— le gritó acelerado.

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