Capítulo 18: La Identidad De La Muerte

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El sol ya se había escondido, pero la luna aún no salía. La noche trataba de entrar, difícilmente lo estaba logrando.

— ¡Nicolás!—le gritaba Claire tratando de alcanzarlo.

Minutos después de salir de ese horrible lugar, bajaron la colina, y se encaminaron de nuevo a la secundaria Holpriet. Y aunque todo el camino Claire Walcott quería oír respuestas a sus intensas preguntas, ellos sólo aumentaban su paso. El silencio no ayudaba en nada.

— ¿Qué estaban buscando? ¿Por qué salieron tan deprisa?... ¡Oigan! ¿Pueden ponerme atención?

Johnny se detuvo, le giró a ver con fastidio.

—Por esa misma razón no queríamos que nos acompañaras, Claire. No sabes lo que esconde ese lugar.

La chica bajó sus cejas. Estuvo tan cerca de Johnny que casi podía sentir su respiración. Él, percibió su aroma a colonia. No era la mejor que había, pero le apreció agradable.

— ¿Y porque razón no puedes explicarme?

— ¡Porque simplemente no queremos! —interrumpió Nicolás, su paciencia empezaba a desbordarse —. Te habíamos aclarado que es muy peligroso.

Los ojos de Walcott se congelaron. Desde que conoció a Nicolás nunca lo había visto tan desesperado. Quizás la razón de que estuviera así fuera por su recién descubrimiento: La verdadera identidad del padre de Olivia. Pero más que todo, le preocupaba que su nombre estuviera escrito en esa habitación.

Giró la esquina, allí se encontraba el enorme edificio de la secundaria. El frío entraba, haciendo caer una que otras hojas de los árboles. Vio que una mujer se encontraba de pie justo en la entrada. Detrás de ella la puerta estaba semiabierta ¡Elizabeth!, susurró en sus labios.

Llevaba puesta una playera azul oscura, y cubriéndola una chaqueta de cuero negra. Sobre su cabello posaban unas gafas. Estaba cruzada de brazos, como si esperara a alguien con muchas ansias. Nicolás, después de verla, corrió hacia ella. No contuvo poder abrazarla y lo hizo. Había encontrado paz y seguridad en esos brazos.

— ¿Por qué razón se fueron a ese lugar? —susurró. Era obvio que ya se había dado cuenta de dónde venían.

Lo más probable es que Amy la puso al tanto de lo que ocurría, lo cual no le agradó del todo la idea.

—Teníamos que hacerlo Elizabeth—le respondió igualmente con una voz inocente —. No podíamos dejarlo así. Muchos problemas tienen que ser solucionados.

Sus ojos lo miraban con angustia. Estaba preocupada. Quizás se había encariñado después de todo con ellos. Notó de inmediato que él no venía sólo, alguien más lo acompañaba aparte de su amigo Johnny: Su asistente Claire Wallcott. Su reacción no fue como se la esperaba Nicolás, y fue así porque ya lo sabía. Amy no dejó escapar la información de que también una chica los acompañó.

—Ella se metió —explicaba Nicolás subiendo las escaleras—. Aunque le dijimos que no, es muy hábil, y nos siguió. Ahora no hace nada más que preguntar y preguntar—torció su boca en señal de resignación.

Dicho eso, abrió la puerta de entrada e ingresó. Johnny lo siguió detrás, pero Claire, al tratar de entrar, Elizabeth le obstaculizó el paso.

— ¡Hola! —saludó alegremente.

Elizabeth no le respondió su saludo.

— ¿Qué hacías allá, Claire? ¿No sabes los peligros en los que te estás metiendo?

De inmediato la chica entendió dos cosas: la primera, que Elizabeth también estaba involucrada en todo ese lío de tratar de buscar a alguien en el hospital abandonado; y la segunda, nadie quería que ella supiera lo que realmente hacían.

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