Capítulo 17: Misterioso

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— ¿Qué les pasa? Yo no he hecho nada malo —gritaba Oliver Reeve después de que Johnny lo empujara contra el casillero ciento veinticinco.

Le hicieron corrillo para que no tratara de escapar. Ahora que tenían la idea de qué hacer con él, no podían dejarlo ir.

—Aún no las hecho Reeve.

El chico puso un gesto agitado, su voz se le adelgazó. Era más pequeño que ellos, por lo cual les tocó bajar su vista para charlar con él. Comprendían que Reeve era alguien tímido, no era un buscapleitos. Pero también conocían que era uno de los mejores estudiantes de la secundaria, quizás podría ayudarles.

¡Hey! —interrumpió Amy poniéndole la mano en su pecho —. Oliver ¿Qué tal? —intimidó con una sonrisa falsa.

Él, los miraba con temor. No le harían nada malo, pero aun así pensaba que sí. Su laptop casi la deja caer, tuvo suerte en tener la suficiente fuerza para sostenerla.

—La verdad... no muy bien.

—Genial, necesitamos preguntarte algo.

Después de que los estudiantes se marchaban a casa, en la secundaria Holpriet se cerraban las puertas y apagaban las luces. Tenían que ser precavidos y lo suficientemente rápidos para que no se metieran en problemas. Poco a poco, el tiempo, siempre los inquietaba.

— ¿Qué? —preguntó el chico.

Nicolás tomó la iniciativa, se detuvo enfrente mientras Johnny lo sostenía de los brazos.

— ¿Tienes alguna idea de cómo grabar en directo con una cámara? Lo necesitaos urgente— lo dijo con una voz escalofriante, el eco se notaba en los pasillos vacíos.

— ¿Y para qué? —mostró más interés.

Amy lo interrumpió.

—Eso no importa realmente.

—La verdad sí importa —le contradijo Johnny —. Queremos grabar el Hospital Mental abandonado.

— ¿El que está en la cima de la colina?

—Sí, es el único.

Oliver se quedó viendo a los tres, extrañado del porque lo harían. Aunque en parte también le parecía curioso que Amy Clayton se encontrara del lado de ellos dos. Tenía entendido que era una chica famosa en la secundaria, una presuntuosa. Se logró soltar.

—No, gracias—intentó salir caminando, pero ellos lo tomaron por los brazos y lo empujaron nuevamente al casillero.

—No querrás que todos se enteren de una maravillosa carta que le escribiste a la profesora Hanna Powel— Johnny fue malévolo.

Se había acordado de un día de clases que vio en el escritorio de la profesora de química, una carta en forma de corazón con un título decorado "Para la mejor profesora, de Oliver, tu mejor alumno"

— ¿Enserio hiciste eso? —Amy comenzaba a reírse.

— ¡ES FALSO! No se dé adónde sacaste esa información.

Johnny se acercó a su oído, le susurró.

—Oliver, tu y yo sabemos que si es cierto. Ayúdanos y quedará en secreto.

Se congeló. Quizás podría no ser cierto, y todo se trataría de una hazaña de Johnny, pero también podría tratarse de algo real. Oliver se quitó los brazos de ellos de encima.

—Está bien, les ayudaré.

En los tres, una sonrisa se plasmó en sus rostros. Cada vez estaban más cerca de descubrir quién era el hombre, y no sólo eso, sino también el porqué de sus acciones. Escucharon que los pasos del guardia de la secundaria se acercaban lentamente. Era él quien se encargaba de cerrar todas las puertas del lugar. Fuero a esconderse detrás de la pared que doblaba el pasillo. El hombre, un tanto viejo, se asomó silbando un ritmo pegadizo. Se acercó a la pared y abrió un casillero al que sólo él tenía acceso. Apretó unos botones e inmediatamente todos las luces se apagaron. Aunque no fueron suficientes como para dejar el lugar a oscuras, pues aún seguía de día.

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