Capítulo 22: Salvado

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(3 Días para el baile)

—Venga, alegrar esas caras -su intento de motivación falla—, el viernes va a ser el baile y iréis con vuestra pareja.

Sabe de sobra que en mi caso no va a pasar, y espero que Denis ya tenga a su pareja. Lo miro y no nos presta atención alguna. Está en su mundo, otra vez.

Suena el timbre que marca que se ha acabado el recreo y me voy a mi clase. En todo momento llevo la chaqueta de Lenko para sentir que está conmigo en todo momento. No me desprendo de él en ningún momento, significa mucho para mí.

Espero que estas clases terminen deprisa.

———————

¡¿Cómo he llegado hasta aquí?! Sabía que si quedaba con Elena sería para ir a tomarnos algo y no para esto. ¡Estamos en una tienda de ropa! Pero de ropa lujosa, con piedras brillantes. Esmoquin y vestidos por todas partes. Yo no quería venir aquí.

—Aún no he escogido el vestido para el baile y solo quedan tres días. Ayúdame en esto por favor.

Mi cara de enfado sigue igual, pero ayudarla siempre está bien. No voy a negarle mi ayuda, este año va a quedar mejor que el anterior, aunque eso es difícil.

Se lleva unos cuantos vestidos a los probadores y me hace una pasarela como una verdadera modelo. Algunos vestidos no le sientan bien y otros no me gusta como le quedan. Así que le traigo unos cuantos  que a mi parecer me gustan.

Se los prueba todos y, cuando sale con el último puesto que le queda, me quedo petrificado como una estatua.

¡Le sienta de maravilla! Un vestido corto negro con un cinturón de piedras brillantes realzan su cabello pelirrojo. De mis ojos salen chispas al ver su sonrisa, toda una damisela vestida para romper con las estadísticas de la belleza.

_¡Me encanta! Mi cabello no pasa desapercibido. ¿Qué te parece? -me mira con una gran sonrisa en la boca.

—No tengo palabras para describir mi emoción.

—Se sincero. ¿Estoy guapa?

—La belleza no importa, lo que importa es lo que hay dentro. Pero que le den a ese dicho, ¡si no me gustaran los chicos te estaría comiendo ahora mismo!

—¡Aaah! —y nos ponemos a reír como locos—. ¡Ya tengo vestido!

Lo compramos y nos vamos de la tienda hablando de lo maravilloso que es el vestido, soltando cumplidos como si no hubiera un final. Cuando su novio la vea se va a quedar de piedra. Se pone delante y me detiene.

—¡Se nos ha olvidado comprarte un esmoquin! —y antes de que corra otra vez a la tienda, mi mano vuela al cuello de su camisa a tiempo y la detengo.

—¡Detente! Pareces un coche, menos mal que te he pillado antes de que hicieras otra carrera. Recuerda, yo no voy al baile.

—¡Claro que vas a ir! Necesito que estés.

—¿Por qué? Estaré tan solitario como siempre y no me sentiré bien. Recuerda que el año pasado estuve deprimido una semana.

—Me acuerdo. No querías dejar el bol de helado por un tiempo —así soy yo—. Pero tienes que ir, siento que esta vez será distinto.

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