Capítulo 19: Conocer Es Lo Primero

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Son casi las seis y me estoy poniendo nervioso. Este chico, con tan solo pensar en que su mano me toca me vuelve loco. ¿Qué tiene de especial? No lo pillo pero aun así quiero saber como es, conocerle. No he recibido ningún mensaje de Lenko y eso me preocupa. No he conseguido hablar con él en todo el tiempo, es como si se hubiera evaporado de la faz de la tierra.

Miro el reloj, justo pasan a ser las seis de la tarde. De repente, el timbre de la casa suena. Este chico sí que es puntual.

Voy hacia la puerta y la abro, es él, sosteniendo una sonrisa. Solo puedo decir que está hermoso, aun sin mirar su ropa. No necesito ver nada más.

-¿Nos vamos? -pregunta mientras se aleja un poco de la puerta.

-Sí, claro. Un momento.

Escribo un mensaje para Lenko para ver si lo recibe. Así, cuando lo lea, me llame o cualquier cosa para hablar, necesito saber que está bien.

-Lenko, ¿estás bien? Me tienes preocupado, no has aparecido por el instituto y tampoco has dado señales de vida. Por favor, responde.

El mensaje no llega a su destinatario, por lo que debe de tener el celular apagado. Salgo de casa con las llaves en el bolsillo y nos ponemos a caminar por la calle a fin de llegar a la suya. Por el camino entablamos conversación un tanto amistosa.

-¿Y qué te trae por esta ciudad? -le pregunto.

-Temas de estudio y seguridad. Al parecer, alguien quería explotar nuestra casa, y lo consiguió. Menos mal que no estábamos dentro.

Es una buena manera de comenzar a conocer alguien nuevo, sabiendo que su casa voló por los aires. No parece que tenga enemigos, pero detrás de cada persona siempre se esconde un pasado muy oscuro. Lo aprendí por las malas.

-¿Y atraparon al que lo hizo?

-Por suerte, sí.

-Me alegro de que todo saliera bien. Bueno, a medias. ¿Y con quien vives ahora?

-Con un amigo un tanto "extraño", mi madre se quedó con mi abuela, me dejó ser libre por mi mayoría de edad.

-¿Nos vamos a encontrar con tu amigo en casa? -a lo mejor también podría conocerlo.

-No, se ha ido por un par de días a un concierto. Espero que tarde semanas, porque sus palabras son siempre incómodas, pero te acostumbras.

Menuda mentalidad tiene. Ha sufrido un intento de asesinato y ha visto explotar su casa. Solo ve el lado bueno de la situación, a eso le llamo ser positivo.

Llegamos a su casa y veo que es un dúplex de dos pisos de altura. No es muy grande por fuera, pero las apariencias engañan. Al entrar, un espacio abierto alimenta mi vista y muestra los muebles que, a simple vista, parecen ser cómodos para ver la televisión. Todo está decorado como si fuera para una revista.

-Ven, por aquí -me agarra de la mano y subimos las escaleras para llegar al segundo piso.

Hay varias puertas, pero como ya lleva una semana viviendo bajo este techo, me lleva directo a su habitación.

Una habitación con paredes vacías, pero con un escritorio donde reposa un ordenador de sobremesa con pinta de ser barato.

-Bienvenido a mi guarida -dice mientras se pone en medio de la habitación, extiendiendo los brazos como si fuera un rey mostrando su reino-. Aquí estaremos seguro, por el momento.

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