Capítulo 26: Planes Para El Baile

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(Unas horas para el baile)

Mi cabeza da vueltas, estoy mareado con todo lo que hice ayer. No es propio de mí actuar de esa manera. No me arrepiento, le dejé claro las cosas. Si quiere un trozo de mí, que se lo gane, no que se quede quieto viendo como caigo a sus pies.

Ojalá pudiera volver al pasado, habría evitado todo este drama.

Respiro hondo, me preparo para lo que se asoma hoy y me levanto con el ánimo por los suelos. Espero que mis amigos consigan levantarme.

Pablo sigue en casa, cuidando de nosotros, al igual que hace el desayuno. Huele que alimenta. No se percata de mi presencia pasado un par de minutos. Sin soltar palabra alguna, pone el desayuno en la mesa. Devoramos como si fuera el fin del mundo y nos preparamos para salir de aquí e ir al instituto.

Al salir a la calle, me pongo el casco que me brinda y nos subimos al peligro de dos ruedas, poniendo marcha al lugar de aprendizaje obligatorio.

———————

Las primeras horas han pasado volando mientras estaba concentrado en las partituras que guardo en la libreta. Es lo único que puedo hacer para mantenerme ocupado. La clase pasaba con lentitud, menos mal que no me llamaron la atención.

Ya en el recreo, me reúno con Elena y Denis donde siempre. La pelirroja me llamó para hablar sobre el baile, me exigía una respuesta para hoy. Lo seguía pensando, la cagué bastante al ordenar a Lenko que soltara todo lo que piensa en el baile. Ahora debo acudir sí o sí.

Al llegar, veo que Elena me va a extorsionar para tener lo que quiere, pero antes que nada, la detengo con una mano y suelto su deseo.

—Sí, voy al baile, pesada —sin contener su emoción, comienza a gritar.

—¡Bien! —contenta, atrae las miradas de los que hay a nuestro alrededor—. ¡Gracias, Kyle! —se abalanza a mí con intención de abrazarme, lo cual consigue.

—No me las des —deshago el abrazo al notar la falta de oxígeno—. Voy por temas propios.

—¿Eso significa que Pablo te ha invitado?

—No, creo que ya tiene pareja —en ningún momento me ha pedido ser su pareja de baile.

—Que pena. Si yo hubiera sido él, te lo habría pedido de inmediato.

—Ya, pero no eres él. De todos modos, no importa. Tendré que acostumbrarme a esta sensación solitaria.

Nos quedamos en silencio un par de minutos, hasta que aparece Denis por el lado con una noticia en boca.

—¡He conseguido pareja para el baile! —se le ve tan contento que parezco ser el único, la oveja negra del grupo.

—Me alegro, amigo —saco una sonrisa forzada.

—Gracias. ¿Y tú? ¿Vas a venir? —asiento—. ¡Eso es genial! Conocerás a mi pareja en el baile, seguro que te cae bien.

—Yo también tengo que dar mi veredicto —salta la pelirroja—. Siendo la única chica del grupo, tengo esa responsabilidad.

—Si te encontramos, os conoceréis. Solo espero que no hagáis una secta contra vuestras parejas.

—No prometo nada —risa leve de por medio.

De mientras ellos charlan, me levanto.

—Chicos, me voy a la siguiente clase.

—Pero si aún falta algo de tiempo.

—Necesito pensar.

—Está bien —Elena parece entender el porqué me voy—, solo espero que no cambies de opinión y vayas al baile.

—Te prometo que iré —ya es una obligación.

Sin decir nada más, camino por el recreo con la esperanza de que todo se arregle de una manera pacífica, sin tener que dañar a alguno de los dos, aunque eso es imposible. Ojalá así fuera, sería tan fácil... Pero la vida deja claro que para ser feliz hay sufrir por ello.

Una voz se cuela entre mis pensamientos, rompe mi burbuja y me devuelve a tierra firme.

—¿Qué tal todo, Kyle? —Tyler aparece sonriente.

—Bien, esperando a que las horas pasen rápido.

—¿Tú también estás impaciente? La noche llegará tarde o temprano.

—Lo sé.

—Hablando del baile, ¿sabes si Lenko?

—Supongo que sí, su novia.

—¿Y Pablo?

—Ni idea. No quiero meterme en su vida privada —aunque él esté metido en la mía.

—Te veo apagado, ¿te ocurre algo?

—Muchas cosas, Tyler. Pero quisiera no hablar de ello en estos momentos.

—Entiendo —se queda a mi lado, caminando en silencio, lo cual le agradezco de sobre manera.

—¿Tienes traje para el baile? —me pregunta después de unos cuantos minutos.

—El del año pasado.

—Menos mal, porque no te veía yendo en chándal.

—¿Acaso me ves con uno ahora? —me analiza de arriba a abajo.

—No, que va. Me quedo tranquilo sabiendo que no harás el ridículo en tema de moda —¿acaso él entiende de moda?

Iba a decir algo, pero el timbre del final de recreo le salva de mis palabras. Me despido y me voy al aula que me toca. Solo espero no encontrarme con Lenko, porque sino va a ser muy incómodo. Hasta puede que llamemos la atención y nos vuelvan a mandar al aula de castigo. Y saber que todo esto empezó con un odio atroz hacia su persona me hace gracia.

———————

Las clases acaban por hoy, dando un respiro a todos aquellos que aún no han planeado las quedadas para presentarse ante las luces decorativas del gimnasio. Hoy le he pedido a Pablo que se fuera a casa y se preparase para el baile, si es que iba. No le dejé oponerse, me di la vuelta cuanto antes para no escuchar ninguna queja de su boca.

Mientras emprendo el viaje a pie hasta mi casa, los auriculares se instalan en mis orejas, reproduciendo canciones al azar mientras mato el tiempo pensando aún más de lo debido. No sé cuanto llevo así, todos los días me quedo pensativo, como si no tuviera nada mejor que hacer.

Llego a la puerta de mi casa y, sin previo aviso, se apodera de mí la sensación de ser observado. Sé que es él, lo presiento. Harto de todo esto, doy media vuelta y le encaro.

—¡Para de una maldita vez, papá! —grito, asegurando que me escuche—. ¡Estoy más que harto de tus tonterías! Si quieres acabar conmigo, ven aquí y pon las cartas sobre la mesa. ¡Pégame! ¡Córtame en cachos! ¡Arráncame los brazos! ¡Pasa una cuchilla por mis venas! Pero hazlo de una vez. ¡Me harías un gran favor! —silencio, la única respuesta—. Lo suponía, no hay agallas. Sé que vendrás en algún momento a por mí. Solo te pido que sea cuanto antes, no quiero seguir sintiendo este dolor en el alma —vuelvo a darme la vuelta y entro en casa.

Al entrar, me apoyo en la puerta y me deslizo de espaldas al suelo, sintiendo el frío suelo en mi trasero.

Sonrío, todo lo que intentaba evitar lo voy a recibir esta noche. ¿Tengo opción de esquivar el destino?

Río mientras una lágrima cae por mi mejilla. Se desliza hasta llegar al mentón y caer sin control hasta mi mano derecha. Acaricio el líquido con los ojos cerrados, creyendo que todo irá bien.

Por favor, destino. Haz que sea rápido e indoloro.

¿Preparados para un baile?

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