Capítulo 24: Un Día De Fútbol

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(2 días para el baile)

Al llegar al campo de fútbol, mi cuerpo decide ir a las gradas para tener una mejor vista de mis dos amigos y del novio de Elena, el capitán del equipo. Desde aquí puedo observar el entrenamiento, sus movimientos e incluso se nota el sudor mojar sus camisas. La sonrisa de Pablo se hace presente al distinguir mi rostro entre las gradas.

Observando al equipo, me doy cuenta de que uno de ellos no le está poniendo todo su empeño en el deporte. Un portero que, en vez de atrapar las pelotas, parece que las esquiva.

Los gritos del entrenador informan de un descanso, dejando tomar un respiro al equipo para reponerse del duro esfuerzo que han soportado.

Pablo, acompañado por Tyler, suben a las gradas hasta mi posición y se sientan a mis lados. Olor a sudor llega a mis fosas nasales, arden al segundo de captar el ambiente que traen consigo. Mi reacción es simple, obstaculizar el olor con mi mano. No es muy efectivo, pero al menos se suaviza.

—Menos mal que has venido, necesitaba una figura en la que pensar para no quedar en ridículo.

—¿Es que acaso te motivo?

—Cuesta creerlo, ¿verdad?

—Un tanto, sí. Te he estado mirando, no lo hacías del todo mal.

—El chico aprende rápido —habla Tyler—. Ha pillado el ritmo que pone el entrenador.

—Es severo, pero efectivo.

—Tan efectivo que os crujen los huesos al llegar a casa —suelta una leve risa—. ¿No os sentís cansados como para desear el abandono del club?

—Lo he pensado un par de veces, pero me dije que si abandonaba sería un estúpido por no aguantar —tiene más resistencia de la que esperaba.

—¿Es que quieres ser futbolista de mayor?

—No, ni hablar. Prefiero ser músico, pero meterse en un equipo siempre está bien.

—La misma carrera que yo, ¿hay más casualidades?

—Las casualidades no existen —Tyler da su opinión.

—¿Cómo estás tan seguro? —pregunto.

—No lo sé, simplemente digo que no existen y ya.

—Ya veo... Por cierto, ¿cuánto tiempo lleva el portero en el equipo?

—Llegó el mismo día que Pablo —me informa—. No es un mal chico, pero necesita practicar bastante, incluso en sus ratos libres.

—No seas malo, todos tenemos un don para algo.

—Pues el fútbol no es su fuerte. Menos mal que aún está en revisión.

—¿Podría intentarlo? —no sería mi primera vez tras la portería.

—¿Seguro que quieres intentarlo? —me pregunta Pablo, con una mirada sorpresiva.

—Quiero y lo haré.

Con todo el valor que tengo, me levanto y bajo las escaleras, así también me alejo de los dos sudorosos que tanto hedor han soltado. Siento como si mi nariz quisiera despegarse de mi cuerpo.

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