Desperté sobresaltada al oír un ruido cerca mio. Me levanté de un salto daga en mano solo para descubrir a Hope y Feyz caminado sigilosamente de punta de pies, se quedaron inmóviles y giraron lentamente la cabeza hacia mí con sus mejores sonrisas de inocentes. Me relajé y volví a recostarme dejando nuevamente la daga bajo lo que simulaba ser mi almohada. Luego de haber estado casi un año durmiendo con una en la Tierra ahora no podía dormir sin una. El sol estaba asomando apenas los primeros rayos del día, el cielo una paleta de hermosos colores.
-Díganme, ¿A dónde van tan temprano? Recién esta amaneciendo, ustedes dos nunca se despiertan tan temprano y siempre tiene que ser a la fuerza- pregunté con mi brazo derecho cubriendo parcialmente mi cara.
-Bueno, ya sabes. Hay que trabajar y debemos levantarnos temprano si queremos eso ¿No es así Hope?-respondió Feyz. Quité mi brazo y la observé, mi ceja alzada dándole a entender que no le creía en lo absoluto.
-¿Quieren que yo crea que se levantaron a esta hora, cuando apenas sale el sol, solo para... trabajar?-ambas asintieron- ¿Ustedes? -volví a preguntar. Nuevamente asintieron- Ajá, debo suponer entonces que su repentino interés por el trabajo no esta en lo absoluto relacionado con que nuestro invitado, que casualmente debe estar aún durmiendo a esta hora, se encuentra abajo en la sala ¿Cierto?
-Graxe, eso sonó a acusación ¿Acaso nos estas acusando de levantarnos temprano solo para observar dormir al chico guapo que esta descansando en la sala bajo nuestro mismo techo?- preguntó Hope indignada y dolida con una mano sobre su corazón.
-De hecho, si. Así es-respondí.
-Ah, pues tienes razón. -concordó Feyz- Ahora, si nos disculpas. Tenemos a un chico guapo a quien espiar- dijo dirigiéndose a la puerta seguida de Hope. No pude evitar reír.
-Esta bien- respondí resignada.- ¡Pero al menos disimulen!- grité cuando ya habían salido por la puerta. Se escuchó su risa y un Cállate que lo despertarás.
Me levanté entre risas y miré el motón de armas en la esquina norte de la pequeña habitación. Tenía que esconderlas si no quería que Erin las descubriese y sospechara algo.
-Debí haberlo tirado por el barranco...-susurré para mí.
Despacio y sin hacer ruido tomé cada una de las armas -espadas, dagas largas y cortas, arcos y decenas de flechas, y otras armas igual de peligrosas y afiladas- y las coloqué dentro de una bolsa de cuero desgatada. Guardé un arco y algunas flechas al fondo del armario que había en el cuarto y escondí una daga larga bajo la cama que compartían Hope y Feyz.
Intentando no hacer ruido baje las escaleras y me dirigí a la puerta con el bolso colgando de mi hombro. Vi a Hope y Feyz escondidas detrás de la mesa mirando como Erin dormía tranquilo en el suelo junto a la chimenea. Solo llevaba puesto el pantalón y una fina camisa blanca. Me lo quedé observando unos momentos, tal vez más de lo debido, antes de retomar nuevamente mi tarea. Debía esconder esa bolsa en un lugar donde no lo encuentre por casualidad, pero que a la vez sea un lugar accesible por cualquier emergencia. Analicé el perímetro buscando el lugar indicado. A un lado de la cabaña había varios barriles, algunos llenos y otros vacíos. Fui hasta donde guardaban las herramientas y tomé la pala, cavé un pozo donde se encontraban los barriles lo suficientemente profundo para que quepa la bolsa. Metí esta dentro del hoyo, lo tape con una fina capa de tierra y moví unos de los barriles llenos de cereales hasta colocarlo sobre la bolsa enterrada. Así nadie la encontraría y solo bastaba con derribar el barril para acceder a ella.
Volví dentro de la cabaña. Ya todos estaban despiertos, algunos desayunando y otros preparándose para el trabajo. Zach corría en ropa interior de un extremo al otro de la habitación con una especie de espada improvisada en una mano, reía y corría sin parar, entusiasmado, alegre. Su hermana lo perseguía intentando en vano de vestirle; cuando Zach salió hacia el jardín suspiró rendida y se echó en el piso agotada. Feeb y Weyb se encontraban afuera recogiendo agua del lago, flores y alimentando a los animales. Erin estaba sentado desayunando pan, un bol de frutas cortadas en trozos y leche. Devoraba la comida mientras Hope y Feyz lo observaban desde el otro extremo de la mesa con una sonrisa coqueta. Carraspee llamando la atención de las dos muchachas embobadas, en su lugar Joy y Erin fueron los únicos en prestarme atención. Carraspee nuevamente. Esta vez voltearon confundidas.
-¿No tienen trabajo que hacer ustedes dos?-pregunté. Hope y Feyz se miraron la una a la otra y se encogieron de hombros con indiferencia.
-No.- respondieron al unisono. Las miré acusatorias.
-Vayan a hacer sus deberes. Ahora.- les ordené. Miré de reojo a Erin que aguantaba una carcajada. A regañadientes se levantaron y se fueron.
-Pero que amargada eres ¿Eres así siempre o solo en las mañanas?- preguntó Erin con burla.
-Solo cuando no le hacen caso- respondió Joy aún desde el suelo. Se levantó y sacudió el polvo de su vestido. La miré furibunda. Se encogió de hombros y me miró con inocencia.- ¿Qué quieres que te diga? Es la verdad. Iré a seguir intentando vestir al guerrero.... - dicho eso salió por la puerta donde se había ido Zach. Suspiré y me senté en la silla más próxima.
-¿Tú también tienes que hacer deberes?- dudé un segundo antes de asentir. Realmente no tenía mucho que hacer, todo lo relacionado con el campo lo hacían los otros. Podría limpiar la casa.. aunque Weyb se había encargado de eso el día anterior y la cabaña lucía impecable.- ¿Y yo que haré?
-Tú volverás al pueblo. A tu casa con tu familia.- respondí.
-No tengo familia.
-A tu solitaria vida en donde sea que vivas entonces.
-No vivo en ninguna parte. Ni siquiera sé si tengo una vida.
-Respiras y tu corazón late, eso es tener vida. Vete de aquí y búscate un lugar donde vivir.
-Ya encontré donde vivir. Aquí. Podría serles útil, piénsalo.
-No sé quien eres, no te conozco. No te quedarás con nosotras.- contesté ahora más furiosa que antes.
-Quiero quedarme aquí.
-No fue una pregunta, fue una orden.
-¿Y quien eres tú?¿La jefa de las Fuerzas Especiales?- preguntó burlón. Quedé callada sin saber que responder.- Estoy seguro de que si les pregunto a tus amigas decidirán que puedo quedarme.- no tenía duda de ello...- Pero no me sirve si tú no quieres confiar en mí.- su voz pasó a ser suplicante, se escuchaba realmente sincero- Por favor, déjame quedarme. Puedo ayudarlas en lo que sea. Entiende que no tengo donde ir, y siento... siento que debo estar aquí, con ustedes. No creo que haya sido casualidad el encontrar esa cueva en el medio de la nada, o la terrible tormenta... Por favor, te lo suplico.
Lo miré por unos segundos a los ojos, tan verdes como los pastizales que cubrían el valle en plena primavera. Aparté la mirada de sus ojos suplicantes y me concentré en el piso de madera con hoyos por aquí y por allá. Quería confiar, de verdad lo quería, pero no sabía si era lo correcto. Mi papá solía decirme que las cosas que creemos correctas muchas veces son y a la vez no. Lo que es correcto para nosotros tal vez para otra persona no lo es. Le pregunté que era lo correcto entonces. Lo correcto es lo que nuestro corazón dicta, solo entonces uno podrá sentirse en paz con uno mismo y perdonarse por las consecuencias que esto pueda acarrear. Poder ser felices con nuestra decisión, había dicho. Bueno papá, ¿pero que se hace cuando nuestro corazón esta callado? Suspiré rendida. Si lo echaba de aquí Hope y Feyz no me lo perdonarían. Ya pelee con Joy y la ofendí, no quiero pasar por lo mismo.
-De acuerdo. Te quedarás.- el rostro de Erin se iluminó de alegría pero antes de que festejara continué- Con una condición. Me harás caso a lo que te diga y me responderás unas preguntas. No dejaré que un extraño viva con nosotras y nos ponga en peligro.- Erin asintió enérgico.- Debo hacer unas cosas. Explora el lugar si quieres o te lo muestro luego, como sea. En cuanto termine vengo y me dirás todo lo que quiero.
-A su orden, señorita...
-Graxe.
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Sexto capítulo! Espero que lo disfruten... la de la imagen es Feeb! -Flor
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Thilia
ФэнтезиCuando Graxe decide que ya no puede seguir con el trabajo para el que fue entrenada toda su vida, se escapa del imperio con la esperanza de huir de todos sus males. Pero el camino fácil no siempre resulta como esperas. Graxe se ve envuelta nuevament...