Hees me entregó la espada al tiempo que un nuevo coro de gritos se abría paso. Las personas que quedaban dando vueltas curiosas por lo que había sucedido corrieron a refugiarse en sus casas, los vagabundos se escondieron en los oscuros callejones y no quedó ni un alma vagando salvo por los pocos que me habían salvado y yo. Nos miramos entre nosotros preguntándonos que sucedía. Serían al menos una docena de hombres uniformados y armados. A los pocos segundos se escucharon docenas de pies marchando, jueces de paz y algunos de las Fuerzas Especiales se acercaban por el norte a paso rápido. Corrimos a nuestros caballos y montamos alejándonos hacia la entrada sur de la aldea.
-Síganme- grité sobre mi hombro a los hombres detrás mío.
Cabalgué hacia el bosque en las afueras. Por detrás me seguían sin dudar, confiados de que los alejaría de aquel sitio y los llevaría a un lugar seguro donde los jueces de paz y el FE no pudieran encontrarlos.
Llegamos a la linea del bosque. Nos adentramos rápidamente en las profundidades, unos metros dentro de aquel bosque el sol apenas podía penetrar el denso follaje que nos cubría sobre nuestras cabezas. El camino estaba marcado, con hojas y pasto pisoteado y menor cantidad de árboles. Mas no era seguro, sería más fácil de encontrarnos. Indiqué con un gesto de la mano que me siguieran fuera del camino. Conocía las entrañas de este bosque, había pasado un tiempo allí refugiada junto con los demás desertores cuando conocí a Joy y al resto de mi ahora familia. Los árboles eran más robustos, grandes y el follaje más espeso. Solo se escuchaba las pezuñas contra la blanda tierra, a veces el relincho de algún caballo y el cantar de aves en las ramas más bajas.
-¿A donde vamos?- preguntó uno. El chico de la flecha se acercó a Hees que se encontraba detrás de mí. Su pelo era castaño muy claro y sus ojos marones. Hees me mi miró con una ceja arqueada expresando la misma pregunta.
-Tranquilos, conozco este bosque. Más adelante, como a una milla hay un claro rodeado de grandes piedras y los árboles son muy grandes. Es casi imposible encontrarlo a menos que sepas que está ahí. Nos quedaremos por unas horas hasta que el FE deje de buscarnos y podremos seguir nuestros caminos en paz.- respondí mirándolos a ambos.- ¿Les parece bien?
Hees asintió. El chico rubio no respondió sino que dio media vuelta y volvió a su lugar en la fila. Al parecer todos acataban lo que Hees les ordenaba por lo que debía ser el líder. Con un movimiento de su cabeza me indicó que siguiera. Cabalgamos despacio por media hora más esquivando ramas y zigzagueando entre los árboles. Llegamos a el claro como había dicho. Desmontamos y amarramos los caballos a una rama baja junto a una piedra de tres metros de diámetro que ocultaba a los animales, al menos a la mayoría.
Ya era pasado el mediodía y mi estomago rugía de hambre. Subí a una piedra desde donde podía escrutar el bosque a mi alrededor. Quité mi capucha y rebusqué en el bolso en busca de algo de alimento. Me quedaba un trozo de pan a medio comer y una manzana. El vestido seguía enrollado dentro de la bolsa. Me decidí por la manzana y le di un mordisco.
-Fue asombroso lo que hiciste allá en el pueblo.- una voz bajo la roca me sorprendió. Me giré para ver el dueño.
Hees estaba mirándome. Trepó la piedra y se sentó a mi lado. Tenía el cabello negro despeinado y llevaba una capa con capucha parecida a la mía sobre el uniforme. De cerca podía apreciar el escudo que llevaba bordado en el pecho del lado izquierdo. El imperio de Kell.
-Eres de Kell.- no pude evitar pronunciar en voz alta. No era una pregunta ni tampoco lo juzgaba, era solo una afirmación. Hees asintió, lo pensó mejor y negó con la cabeza.
-Era.- lo miré confundida. Lentamente las piezas se fueron uniendo: el uniforme, la habilidad en la pelea, la expresión en pasado.
-Desertaste.- otra afirmación, otro asentimiento. Sus ojos verdes brillaban con un deje de tristeza por lo que había dejado atrás. Lo comprendía bien.
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Thilia
FantasyCuando Graxe decide que ya no puede seguir con el trabajo para el que fue entrenada toda su vida, se escapa del imperio con la esperanza de huir de todos sus males. Pero el camino fácil no siempre resulta como esperas. Graxe se ve envuelta nuevament...