Capítulo 13: Compensación

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Desperté con el sol colándose por la ventana. Abrí los ojos esperando encontrar a todos aún durmiendo pero la habitación estaba vacía. Las flores Verónicas seguían en su lugar, lentamente perdían su brillo y se marchitaban. Me levanté del duro suelo. La espalda me dolía horrores y sonó de arriba a abajo cuando me estiré. Me acerqué a la ventana refregándome los ojos para quitar las lagañas que se pegaban a mis pestañas y me impedían ver con claridad. 

El sueño se esfumó por completo cuando sentí la fría brisa besar mi piel y revolver mi ya revuelto pelo. Me asomé para curiosear en la ventana y ver qué hacían los demás. Estaban haciendo lo normal: cosechar, cultivar, ordeñar, jugando, paseando... Hees me sonrió al verme en la ventana. Me hizo señas para que bajara. Asentí y me alejé de la ventana. Cuando lo hice noté un papel pegado al cristal; era el mismo papel que la nota de las flores, con el mismo trazo grueso y oscuro, las letras redondeadas y algo bruscas. Lo despegué y la leí.

Te veo en el linde del valle cuando despiertes, donde el pastizal

 termina y la montaña crece. -E


Me puse mi vestido y salí del cuarto. Al cerrar la puerta había otro papel pegado. Lo leí y vi que era la misma nota de la ventana. Bajé las escaleras, otro papel con el mismo mensaje estaba pegado bajo el barandal y otro asomándose por detrás del espejo a un lado de la puerta. La abrí y salí fuera.

El sol iluminaba el valle que lucía todo su esplendor, penetraba en la piel y te llenaba de un calor agradable a comparación con el frío de los días anteriores. Me sorprendí al verlo sobre mi cabeza (en realidad más hacia el este), debí haber dormido hasta casi más del mediodía. Hees se acercó a mi trotando y con una sonrisa que derretiría a cualquiera.

-¡Al fin despiertas! Por un momento creí que seguirías durmiendo durante todo el día ¿Ya fuiste con Joy? Ella te guardó un poco de comida- lo miré sorprendida.

-¿Ya comieron?- pregunté. Hees asintió

-Hace un rato, ya es pasado el mediodía. Si quieres puedo acompañarte mientras comes- ofreció todavía con su sonrisa.

Lo pensé por un momento. La oferta se oía tentadora. La nota de papel crujió cuando apreté mi mano en un puño inconscientemente como hacía cada vez que pensaba. Miré mi mano un segundo antes de volverme y sonreírle apenada.

-Lo siento, tengo cosas que hacer. Pero nos vemos luego.

Su sonrisa flanqueó por un momento pero se recompuso en seguida y asintió. No esperé que contestara, me giré y caminé hacia la colina y el lugar donde indicaba la nota.  

Llegué al cabo de unos minutos. Justo en el límite había sobre el pasto una de las mantas, la más roída y vieja, y un canasto de madera que se rompía a pedazos. 

-Lo siento, no tenemos una cesta así que use lo que encontré- me giré hacia Erin y sonreí.

-¿Qué es esto?-pregunté con una sonrisa.

-Pues, se veía que estabas muy cansada así que Joy pensó que sería mejor dejarte dormir. Quisieron despertarte para el almuerzo pero les pedí que te guardaran un poco de comida y así pudieras seguir durmiendo ¿Cómo dormiste?- su sonrisa amable iluminaba su rostro y sus ojos lucían un verdadero interés.

-Espléndido. Hace mucho que no dormía tan bien.- su sonrisa se hizo más grande.

-Me alegra oírlo. Ven, siéntate y come. Dormir tanto debe dar hambre- reí tontamente por lo bajo y me senté sobre la manta. 

Del canasto comenzó a sacar una cantidad aceptable de comida: un bol con un especie de guisado que olía delicioso, pan recién horneado, bollos de masas muy similares a los panes que no sabía qué eran y una cantimplora. Lo colocó todo cuidadosamente sobre la manta y me tendió una cuchara. Sonreí encantada antes de hundirla en el guiso. Mi estomago rugió cuando el exquisito olor llegó a mi nariz. No esperé otro segundo para saborear la comida. 

Erin me sonreía complacido mientras me devoraba el guiso. Recién cuando se lograba ver el fondo del recipiente y uno de los panes había desaparecido paré de comer y lo miré algo avergonzada. Podría jurar que mis mejillas estaban rojas cual tomates, pero a él no pareció importarle.

-¿Quieres?-pregunté tímidamente señalando el guisado. 

-No, gracias. Ya comí- respondió amable- No te preocupes por mí. Tú solo come hasta que estés satisfecha.

-De acuerdo...

No borró su sonrisa en todo lo que tarde en terminar mi almuerzo, acabar con los panes y comer uno de los bollos de pan. Saboree en el paladar el dulce sabor del relleno. Me relamí lo que caía por la comisura de mi boca y de mis dedos, disfrutando de la textura del dulce en mi lengua.

-Mmm... frambuesa y moras.- sonreí mientras engullía lo que quedaba. Erin no pudo evitar reír.

-Me alegro que te gustaran. A Weyb se le ocurrió hacerlos con los frutos que cosechó Hope, ya estaban demasiados maduros para comerlos así que los convirtió en relleno para estos bollos de pan.- explicó.

Asentí. Me sentía reventar de tanta comida. Miré a Erin mientras guardaba lo que quedaba nuevamente en el canasto. 

-Dime ¿Qué fue eso de las notas? Estaban por todas partes-pregunté con una sonrisa. Erin soltó una risita un poco incómodo y rascó su nuca avergonzado.

-Bueno... es que yo no sabía si verías la nota de la ventana así que...

-Las pusiste en todas partes- concluí. Él asintió.- Y... todo esto ¿Por qué?- Erin se encogió de hombros.

-Supongo que no había actuado bien y creí que tenía que... compensarte de alguna manera. No tuve muchas ideas, para serte sincero, no sabía qué te gustaría. Esta me pareció la mejor idea.- me miró largo rato. Yo no sabía que responder, las palabras no salían de mi boca y Erin parecía esperar una respuesta de mi parte.- ¿Te gustó?

-Si- sentí la boca seca. Tragué saliva y me aclaré la garganta antes de continuar.- Fue un lindo gesto, gracias. Pero no era necesario tanto esmero. Ya sabes; las flores, esto... No era necesario.

-Lo sé. Pero yo quería hacerlo. Te lo mereces, te mereces más que esto en realidad. 

Nos miramos durante un tiempo sin decir nada. Yo no sabía que responder a eso y esta vez el no esperaba un respuesta. Mil pensamientos y preguntas pasaban por mi cabeza tan rápido que apenas era consciente de que el sol ya había empezado a caer y poco a poco nos fuimos quedando sin luz. Me levanté, me alisé la falda y me incliné en una reverencia hacia Erin. Me miraba confuso mientras lo hacia.

-Muchas gracias. Fue muy grato el tiempo que pasé contigo y  aprecio el gesto- dije lo más cortes y sin emoción aparente- Debo irme, es mi turno de preparar la cena. 

Giré sobre mis talones y baje casi al trote la colina. En unos pocos minutos ya estaba entrando a la cabaña. Feyz, Joy, Hope y Feeb estaban en la sala junto con algunos de los otros hombres. Se giraron curiosos en mi dirección cuando crucé la puerta pero nadie dijo  nada. Feeb se paró y se acercó a mí.

-¿Vamos a cocinar?- preguntó. Asentí y nos dirigimos a la cocina para preparar la cena.


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He aquí el capítulo 13. Un poco corto, lo sé, lo siento. Espero que les guste!!! Ya les dije que los quiero?? -Flor

ThiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora