Despierto en la misma habitación de antes, solo que esta vez la luz no entra por las ventanas. Descorro las cortinas y no me sorprende encontrar la puerta que da al balcón completamente tapiada, al igual que el resto de las ventanas y la claraboya en el techo. Los candelabros con sus velas encendidas le dan al cuarto un aire ensoñador, si se pasa por alto las maderas clavadas del lado de afuera. El aire es denso y tengo que tirar del cuello del vestido para poder respirar.
Sé que esta vez no podré salir, tampoco nadie vendrá a rescatarme. Ya no queda nadie allí afuera, a quien le importe, que no vaya a morir por mi culpa. Por tratar de salvar Thilia. Por tratar de salvarme a mí. Comprendo entonces que ya no me quedan más que dos simples opciones: casarme con Yar o sufrir por ello. Quizás, si acepto casarme con él podría negociar la vida de mis amigos, de mi familia. Si no acepto es probable que me obligue a verlos en la horca y luego la tortura continuará.
La angustia oprime mi pecho y amenaza con romperme en pedazos. Siempre pensé que llorar era perder el tiempo, que mostrabas ser débil. El tiempo no importa ahora y no hay nadie que observe cómo me derrumbo. Dejo que las lágrimas caigan. Dejan surcos en mis mejillas y mojan el cuello de mi vestido. El nudo en la garganta evita que un grito desgarrador salga de mis labios.
Entre lágrimas, gritos y pensamientos, entro en un estado de semiinconsciencia en el que no distingo qué es real y que es producto de mi imaginación. Imágenes pasan frente a mí, personas que cruzan la habitación, algunas me hablan y otras simplemente observan. En un determinado momento mis ojos se cierran y caigo en un profundo sueño.
Me patean suavemente en el estómago. Me despierto en el suelo, donde caí dormida. El cuello de mi vestido sigue húmedo por las lágrimas, por lo que no debe de haber pasado mucho tiempo. Levanto la vista hacia el guardia que me pateó.
-Levántate
Detrás del guardia Yar me mira, su rostro frío no muestra nada. Mientras me pongo en pie lo observo detalladamente. Desde sus botas tan lustradas hasta parecer espejos, su traje impecable hecho a medida, sus manos sujetas en la espalda, la pose que seguramente cree que le otorga un aspecto de poder y respeto, hasta esos ojos desprovistos de algo bueno, solo codicia y crueldad, y su boca en una continua mueca de arrogancia.
-Se acabó el tiempo. Pensaba ser amable y darte tiempo a que lo consideres, estaba seguro de que elegirías bien. Pero luego de lo que hiciste, de que intentaras escapar... no me dejas otra opción. Tus amigos ya están encerrados, junto con el resto. Serán ejecutados en el crepúsculo, en el anfiteatro, para que todos puedan verlo. Una advertencia, para los que creen que pueden estar por encima del Emperador. Es decir, de mí.
Levantó la barbilla, su sonrisa arrogante extendiéndose y llenos de orgullo. Me miró a los ojos y extendió su mano como una invitación.
-¿Qué dices entonces Graxe? ¿Aceptarás casarte conmigo por voluntad propia o tendré que obligarte? De cualquier forma te convertirás en mi esposa, yo que vos no complicaría las cosas.
Entonces entendí, cuando sentí las nauseas al ver su rostro, que de ninguna forma podría casarme con él. Mis entrañas se revolvían de sólo pensarlo. Encontraría otra forma de salvar a mis amigos aunque así me cueste la vida. Pero no pasaría el resto de mis días con ese monstruo.
-Antes muerta -escupí en su cara.
El rostro de Yar se ensombreció.
-No quería hacer esto, pero no me dejas opción. Agárrenla.
Dos guardias se lanzaron a por mis brazos. Los esquivé y le quité a uno su espada. Se abalanzaron sobre mí, rápidos como perros tras un hueso. De un movimiento de mi muñeca desarmé al primero y le hice un tajo a lo largo del abdomen al segundo. Atravesé con la espada al que había desarmado, la sangre manchando mi vestido. Me volví hacia un tercer guardia, pero este era mucho más rápido que los otros y considerablemente más fuerte e inteligente. Me lanzó un florero. Me agaché para esquivarlo y, aprovechando la distracción, se acercó y descargó la empuñadura de la espada en mi cabeza.
No me desmayé, pero el golpe fue suficiente para marearme y hacerme perder el equilibrio. La espada se deslizó entre mis dedos pegajosos de sangre. Los guardias me ataron con una soga y me arrastraron fuera de la habitación.
Me llevaron por un pasadizo tras otro. Giraron a izquierda y derecha miles de veces. Cruzaron cientos de puertas y arcadas, todo para desorientarme. Y lo habían logrado, al principio pude seguir el camino pero luego de un par de vueltas me había mareado.
Finalmente llegamos a una puerta pequeña de hierro. El guardia toco tres veces, esperó dos segundos y volvió a tocar, esta vez cinco veces. Un código. La puerta se abrió y un hombre con una bata larga y blanca nos recibió. Una sonrisa aterradora se formó en su rostro al verme, su ojos recorriéndome de pies a cabeza. El terror me embargó cuando abrió su boca y mostró unos sientes amarillos y encías negras.
-Miren lo que tenemos aquí. Una bella criatura, más bonita que la última que me mandaron. Esa pelirroja casi me mata la última vez que vino- mis ojos se abrieron. Yaka, ella estuvo aquí ¿Qué otra pelirroja podría ser sino? - Déjenla sobre la camilla. Yo me encargo de ella.
Me dejaron sobre una cama alta y estrecha, de hierro y con una manta blanca encima. Aún estaba atada. Sobre una mesa descansaban unos frascos con lo que parecían mediciones y una aguja larga saliendo de ellos. Líquidos de todos colores estaban esparcidos junto con pequeños cuchillos y tijeras. Un estremecimiento me recorrió. ¿Qué era esto?
Detrás de mí escuché un chasquido. La puerta se cerró.
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Lo sé lo sé. Lo siento mucho por tardar añooos en escribir. Es que sinceramente estuve concentrada en otras cosas y la inspiración no se presentaba a menudo y tampoco quise escribir porque sí, ya que el resultado no es el mismo. Prometo intentar escribir más seguido. La historia ya está casi por terminar, solo faltan unos pocos capítulos. Saben que los quiero, no? -Flor
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Thilia
FantasiCuando Graxe decide que ya no puede seguir con el trabajo para el que fue entrenada toda su vida, se escapa del imperio con la esperanza de huir de todos sus males. Pero el camino fácil no siempre resulta como esperas. Graxe se ve envuelta nuevament...