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Mientras tanto en Tenma, Caroline se encuentra andando en caballo entre los bosques del reino. Cabalga paciente y con un rostro que refleja serenidad, como si la vida transcurriera más lento de lo normal. Lleva puesto un elegante vestido —característico de la misma— color ocre con detalles en negro, un collar de cuentas y una capa mostaza. Mientras avanza, divisa entre los árboles unas rejas altas de color negro.
Ella entrecierra los ojos pensando, toma las riendas y con un movimiento hace que el caballo acelere la marcha. Llega ante las rejas, y el caballo marrón claro de Caroline va de un lado a otro frente la cercada del predio, luego se detiene y Caroline muerde la uña de su dedo índice, con una sonrisa malévola observando el pórtico de la casa. Baja de un salto del caballo, sin dejar de observar el predio, comprendido de grandes jardines, estructurado de dónicos por toda la parte frontal, pintado de un blanco que lo deja elegante.
A su al rededor, hay árboles de distintos tamaños y frente la entrada, se encuentra estacionado una carroza, con su corchero y unos caballos blancos esperando. Caroline suspira y murmura:
— Es ésta. O nadie más.
Se coloca la capa y en un abrir y cerrar de ojos desaparece.
El pórtico del lugar se abre y un hombre trajeado emerge de ella. De cabello castaño oscuro con barba y de tez blanca, sale presuroso baja las escaleras y su corchero dice muy amable:
—Buenos días tenga usted señor.
—Ah, Moisés buen día, ¿me podrías llevar al centro? Lo más rápido que puedan los corceles, llevo mucha prisa.
—¿Entonces no tendrá tiempo para darme?
Ambos voltean y al pié de las escaleras junto a el hombre, se encuentra Caroline sonriendo con dulzura. El hombre reacciona con un sobresalto, al igual que el corchero y los caballos. El hombre de traje se pone una mano en el pecho y dice:
—Madre santísima del cielo, Caroline le advertí que no se aparezca así.
—Mis disculpas Melvin, es un asunto con bastante urgencia —responde ella en tono educado mientras se aproxima al hombre.
—¿Negocios? Si se trata de ello, tendré que aplazarla para otro día, ¿por cierto le gustaron las pieles que le vendí?
—Bastante. Sin embargo, no se trata de negocios, es algo muy importante, mis reyes están implicados en este tema, de hecho, ellos son, los que me mandaron a esta misión —responde Caroline en un tono muy serio, pero con un toque de orgullo hacia su persona.
—¿Los reyes dices? ¿quiénes? —inquiere Melvin mientras se acerca a la bruja, la coge del brazo muy intrigado y la guía a un costado, lejos de la carroza.
—Todos —susurra Caroline en advertencia. Melvin sacude la cabeza y murmura confundido:
—No entiendo qué querrán los soberanos con un comerciante bien posicionado como yo, no lo entiendo Caroline.
—Usted no. Su hija Neherenia es la responsable de mi presencia —responde ella arqueando una ceja.
—¿Mi adorada hija? ¿qué tiene que ver ella en todo éste espinoso tema? —pregunta más intrigado, sin entender lo que sucede.
—Lo voy a decir en una sola palabra... —Melvin se inclina adelante para escuchar con cautela lo que Caroline le va a decir— Essai.
Melvin se tensa y ella esboza una sonrisa, luego él se endereza y su expresión se mantiene perpleja, como si se hubiera congelado, luego observa a Caroline y balbucea:

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Ángelus©
FantasyPandora Laborda es una humilde campesina, quien a su corta edad, es asignada como tutora del pequeño príncipe de su reino. Una vez en el palacio, descubre que sus compañeras tutoras no desempeñan su trabajo como corresponde, así que decide tomar car...