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Una dulce melodía inunda el salón a oscuras. Los grandes ventanales dejan entrar la luz de la luna, que ilumina los pisos de mármol y provoca que las estatuas y cuadros sean sombríos.
Leo bebe un trago más de su wisky mientras está recostado con una mano, en una mesa alta en donde un gramófono canta una canción a base de violín; la melodía es triste y continúa, a veces más de un instrumento diferente lo acompaña, pero siempre es el violín amargo quién finaliza las notas. Él traga el líquido con los ojos cerrados y manda la cabeza hacia atrás un poco, sintiendo como sus sentidos se entorpecen más con cada trago que da, y de repente ya no piensa tanto como lo hizo hace un par de minutos. De repente sus preocupaciones y martirios se disipan como humo en las alturas, pero él es consciente aún, de que siempre vuelven, para oprimir su pecho hasta que él sienta que no puede respirar.
Y además, como había prometido, la fiesta se canceló, y sería realizada la próxima semana.
Él carga más wisky en su vaso de cristal mientras a sus espaldas, una mancha roja se desplaza de un lugar a otro. Bebe otro trago y realme sus labios, luego suspira y la puerta se abre en el fondo. Fler atraviesa el marco de la puerta cansada, al encontrarlo, suspira hondo y avanza a grandes zancadas.
Trae puesto su bata de dormir, el cabello sujeto en una trenza y no tiene maquillaje. Ella toca la espalda de Leo con ambas manos y él se voltea hacia ella, luego Fler le arrebata el vaso y lo coloca en la mesa, murmurando en tono maternal:
-Vamos a la cama Leo, es demasiado tarde cariño.
Pero él la ignora, solo la atrae a su pecho y recuesta su frente en el cuello de la otra. Ella observa el techo con una mueca de preocupación y luego cierra los ojos, dándole su tiempo para reaccionar mientras siente como se mecen lento al ritmo de la canción. Ambos están pegados, pero no sienten impulsos sexuales como suele ser cuando se tocan; solo son leves caricias, tanto las de Leo en sus caderas como las de ella, jugando con los cabellos de su nuca.
Ambos no dicen palabra alguna, ni cambian hacen otra cosa que mecerse. Hasta que Leo se detiene y se separa de ella, le sonríe leve y Fler murmura:
-¿Mejor? -Él asiente con una breve sonrisa- Ése es mi chico, vamos, tu madre te regañará si te ve aquí, bebiendo en su salón favorito.
Ella lo tira de la mano y ambos cruzan el marco de la puerta, caminando en un pasillo decorado en rojos y dorados. Leo observa a su alrededor algo distraído, mientras tropieza con sus pies, a causa del estado etílico en el que se encuentra. De repente cierra los ojos y se detiene lento, y al abrirlos observa su mano con la de ella, recorre su brazo con la vista y observa su rostro; sonríe de repente y le da un apretón a su mano.
-¿Pasa algo Leo? -le pregunta Pandora sonriendo leve. Él sonríe también sin mostrar dientes y niega con la cabeza diciendo:
-Para nada amor, continúa.
Ella asiente y continúa su camino mientras que Leo respira hondo con los ojos cerrados, y al abrirlos, el cabello negro de Pandora desapareció y ahora queda la trenza castaña de Fler. Él baja la mirada ceñudo y maldice entre dientes, en voz baja.
El alcohol le rompió el corazón una vez más.
[...]
-Buenas noches... Te amo. -murmura Fler brindándole un beso al pectoral de Leo mientras el otro asiente sonriéndole leve. Ella recuesta su cabeza en el pecho de él mientras que el mismo observa el dosel de la cama sin expresión alguna. Fler se acurruca contra él, mientras su mano descansa en el abdomen marcado de Leo.
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Ángelus©
ФэнтезиPandora Laborda es una humilde campesina, quien a su corta edad, es asignada como tutora del pequeño príncipe de su reino. Una vez en el palacio, descubre que sus compañeras tutoras no desempeñan su trabajo como corresponde, así que decide tomar car...