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Mientras tanto, Caroline se encuentra en el estudio que pertenecía a Hilarius, el padre ya fallecido de Alone. Ella está sentada en la silla de cuero rojo, con respaldo dorado.
—¿Por qué tuviste que irte? —susurra mientras se hunde en el asiento, imaginando que está sentada sobre el anterior dueño. Respira profundo y desliza la punta de su tacón en el escritorio oscuro mientras observa una pintura de Hilarius, que está suspendida en una pared. La silueta bien retratada del anterior monarca solo le brinda un mal sabor de boca, que la orilla a levantarse de su cómodo asiento.
Ella se desplaza en dirección del retrato mientras sus tacones resuenan débiles en el piso de mármol negro.
—Iba a hacerte tan poderoso... pero preferiste a esa mujer —camina cerca de los libreros y desliza sus dedos en los lomos de los libros mientras añade a su soliloquio:—Te merecías algo mejor, alguien como yo... que te complazca en todos los sentidos.
Su uña viajera se introduce en un lomo casi de manera incosciente, mientras siente un odio inmenso crecer dentro suyo. Ella se planta frente la ventana adornada con cortinas color bermellón; su ceño está fruncido, y sus puños cerrados, producto de su enfado inconmensurable. Cruza los brazos y susurra mientras observa Arkham a través de ella:
—Yo seré la reina de este hermoso lugar, no me importa tener que matar a tu bastardo hijo, Hilarius. Lo juro.
La puerta se abre con un chillido casi sordo, Alone ingresa de inmediato. Lleva puesto unas gafas de marco negro mientras observa unos papeles en manos; una de ellas tiene una tosca venda que él se ató, para controlar el sangrado. Pero su concentración se ve irrumpida al levantar la vista y ver el cabello peculiar de la bruja, así que se retira las gafas de un tirón y frunce el ceño diciendo:
—Caroline.
Ella sonríe sin voltear. ¿Y si matara de una buena vez a Alone para obtener el trono? No es difícil. Si ella no es la reina, nadie debería serlo, ya que es lo único que le queda de Hilarius. Así que debe cuidarlo bien. Alone por su parte, se encuentra sorprendido, pues no creía volver a ver a esa mujer tan desagradable.
—Alone, pasó tanto tiem...
—No me importa, ¿qué haces aquí? —interrumpe él con brusquedad mientras cierra la puerta detrás suyo y cruza los brazos, arrugando un poco los papeles al parecer sin importancia.
—Tan solo vine a saludar, pero no te preocupes, no tardaré. Ni tú ni yo, tenemos deseos de estar cerca el uno del otro —carcajea con una tintineante risa; ¿para qué mentir? Es tan obvio que él la aborrece por la tutora que le nombró, así que puede tratarlo como ella quiere, sin tapujos— Mis pésames por tu padre.
—¿No debo ser yo el que te lo diga? —especula Alone cruzando los brazos mientras arquea una ceja. Ella vuelve a expresar una carcajada, respondiendo en un tono acaramelado pero, con una pizca de veneno:
—Como sea, me debo ir. El odio es mutuo, así que no perderé más tiempo.
—Ni siquiera lo voy a pedir, sólo... vete —responde él apretando su sien cansado y luego avanza hacia su escritorio, dispuesto a ignorar una presencia tan indeseable como la de ella.
—Saludos a tu mami, tengo asuntos pendientes.
Ella se voltea sonriendo, pero Alone cruza a su lado en ese instante mismo instante. Y lo hace con lentitud... Ya que es difícil para ella el procesar, esa mirada tan fría y oscura, con un aura de poder y muerte a su alrededor. Todo es tan abrumador que ella siente como su corazón ha dejado de latir solo para que ella pueda admirarlo más.
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Ángelus©
FantasiPandora Laborda es una humilde campesina, quien a su corta edad, es asignada como tutora del pequeño príncipe de su reino. Una vez en el palacio, descubre que sus compañeras tutoras no desempeñan su trabajo como corresponde, así que decide tomar car...