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Narra Jimin:

Había sido un primer día raro en la cafetería, pero por lo menos no había sido aburrido. Había escogido ese empleo porque me quedaba cerca de casa, ya que por ahora no tenía coche, pero también por el sueldo, que no era el mejor del mundo pero daba para pagar el alquiler del piso. Pero estaba sorprendido con la gente que trabajaba allí, concretamente con Leah que había sido sincera al conocerme, aunque también un poco torpe.

Vivía al final de la calle de la cafetería, por lo que en menos de cinco minutos ya estaba entrando en mi piso. Cuando dejé mi ropa de abrigo colgada en la percha de la entrada me di cuenta de que la televisión estaba encendida, y la mesa del centro del salón estaba repleta de paquetes de papas y golosinas —recuerdo haberlo dejado todo limpio cuando me fui—, por lo que alguien había entrado en mi casa durante mi ausencia. De repente oí la puerta del baño cerrarse y unos pies que caminaban hacia mi. Cuando la persona llegó al salón y me vio dio un respingo y dijo alguna palabrota.

—Joder Jimin podrías haber dicho algo para saber que habías llegado —dijo con la mano en su pecho muy teatralmente como si se hubiera llevado un susto de muerte.

—¿Perdona? —crucé los brazos en el pecho—. Te recuerdo que este es mi piso, que no lo comparto con nadie y que tú eres el que debería haber dicho que ibas a estar aquí cuando llegara, Taehyung.

—No digas mi nombre completo, suena a que estás enfadado —dijo mientras se volvía a sentar en mi sofá.

—Es que lo estoy, mira cómo me tienes la casa. Lo más normal sería que avisaras y que te comprometieras a llevar una limpieza.

—Suenas como mi madre.

—¿Qué sueno como tú madre? —le agarré la oreja como si estuviera echándole un rapapolvo, al igual que hace su madre.

—¡Au, Jimin, eso duele! —se quejó intentando coger mi mano para que soltara su oreja.

—Si quieres que te suelte tienes que prometer que avisaras la próxima vez que vengas a mi casa, y que no uses la llave de emergencia que te di para estas cosas.

—Lo prometo, ¡pero suéltame ya!

Lo solté riendo por la forma en que había gritado al final. Tae es mi mejor amigo, nos conocemos desde que íbamos a la guardería y no nos hemos separado nunca. Me conoce mejor que yo mismo y sabe qué hacer para que me sienta mejor. Sé que está en mi casa ahora mismo porque se preocupa por mí, y ha querido venir a asegurarse de cómo me había ido mi primer día de trabajo. Le apreciaba por ello, pero no iba a consentir que tuviera mi casa hecha un desastre.

Cogí un refresco de la nevera y me senté en el otro extremo del sofá para disfrutar de esos momentos con mi amigo. El silencio duró muy poco porque Tae estaba ansioso por preguntar muchas cosas.

—¿Qué tal ha ido el primer día de trabajo?

—Cuando vayas al baño y tires de la cisterna te lo diré —le mire desafiante— ¿pensabas que no me había dado cuenta?

Tae se levantó quejándose y diciendo cosas por lo bajini que claramente oí —me decía que era peor que su madre y que mis hijos no me iban a aguantar—. Oí como tiraba de la cisterna y bajaba las tapas de la taza, porque sabía que sino le mandaría a volver de nuevo. No es que fuera un maniático de la limpieza y el orden, pero me gustaba que las cosas no estuvieran sucias. Además cuando se vive solo aprendes a mantener un poco de limpieza si no quieras vivir en un basurero.

—Me ha ido mejor de lo que pensaba —dije cuando se sentó—, pero la chica que se encargaba de enseñarme el lugar era un poco patosa y me lió un poco con los pedidos y las mesas.

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora