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Le había pedido a Jimin que me dejara un momento a solas en el baño. Necesitaba aclarar mis nervios después del momento tan bonito que acabábamos de pasar. Él no puso objeción y se fue con una sonrisa a vestirse afuera.

Me miré al espejo y me encontré con una Leah sonrojada, pero feliz. Nunca había sentido esto por nadie, esta comodidad en tan poco tiempo, estas ganas de pasar el mayor tiempo posible con la otra persona y estas ganas de confiarle hasta la más mínima tontería de mi vida. Me sentía diferente, me sentía espectacular.

Cogí la camiseta que me había dejado para usarla como pijama y me la puse —me llegaba a medio muslo—, además de mis bragas. Decidí que no quería ponerme sujetador, no estaba cómoda durmiendo con él y, aunque con otros chicos me lo hubiera puesto para no estar tan "desprotegida", con Jimin me sentía tan bien que no me suponía un problema. Me veía cambiada, no sabía si por lo que él me hacía sentir, pero me gustaba.

Salí del baño después de quitarme el poco maquillaje que me quedaba tras la ducha, y Jimin me esperaba apoyado en la cabecera de la cama mirando su móvil. No llevaba camiseta, solo un pantalón de pijama suelto, y no pude no mirar el magnifico cuerpo que tiene. De verdad que muchas veces me preguntaba como un chico tan guapo no tenía pareja.

Dejé mi ropa bien doblada en una silla que había en la habitación y cuando me giré hacía la cama Jimin me observaba con una suave sonrisa en los labios. Se la devolví casi sin darme cuenta y me subí de rodillas en la parte de la cama que había dejado para mi.

–Muchas gracias por dejar que me quede en tu casa –dije al acercarme a él aún de rodillas.

–No tienes que darme las gracias. Ahora eres mi novia y puedes venir todas las veces que quieras y necesites, no tienes que pedirlo y mucho menos agradecerlo –sonreí por su respuesta y me recompensó con un suave beso en los labios mientras acariciaba mi mejilla.

Me sentía en una nube, en un dulce sueño del que tenía miedo de despertar. No podía creer que me hubiera perdido esto todo el tiempo que estuve recluida en mi vida rutinaria, y que tardara tanto tiempo en decirle lo que sentía.

—No puedo dejar de besarte —dijo separándose un poco de mis labios.

—No lo hagas.

Esta vez lo besé yo acercándome más a él, cogiendo sus mejillas y atrayéndolo a mí. Quería saborearlo como había hecho un par de veces en la discoteca, pero en la intimidad que nos daba su dormitorio. Mientras nos besábamos nos fuimos acomodando mejor en la cama. Jimin puso su mano en la parte baja de mi espalda, y sin dejar de besarme me ayudó a acostarme, para luego apoyarse suavemente en sus brazos sobre mi y seguir besándome.

Me encantaba y lo quería lo más cerca de mi posible, deseaba fundirme en el momento, fundirme en él. Le rodeé el cuello con los brazos y lo obligue a acercase más, no quería ni un centímetro, ni un milímetro de distancia entre nosotros. Intentó no poner todo su peso sobre mi cuerpo, pero yo sentía reconfortante sentir su fuerza sobre mi.

Separamos los labios para coger aire, pero seguimos enredados el uno con el otro —yo con una de mis piernas rodeando su cintura y mis brazos alrededor de su cuello, mientras él soportaba parte de su peso con un brazo y con el otro me acariciaba desde la cintura hasta la pierna—. Nuestros alientos se mezclaban por la proximidad, y Jimin hizo algo que enterneció mi corazón, se acercó y rozó suavemente su nariz con la mía, como los besos de los esquimales. Mientras recuperábamos la respiración no dejó de hacerlo y me pareció el gesto más tierno que había tenido alguien conmigo.

Jimin se acomodó a mi lado después, atrayéndome a su cuerpo y nos tapó con las sabanas y el edredón. Acaricié su cara suavemente mientras él intentaba besar mi mano y mis dedos, y yo sonreía como una niña tonta enamorada.

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora