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Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue a Jimin durmiendo plácidamente. No sabía cómo, pero me había quedado dormida entre sus brazos y no me había movido en toda la noche. Estábamos muy juntos en la cama y su brazo estaba sobre mi, protegiéndome más.

Después de sincerarme con él de madrugada tenía mucho miedo de su reacción, de cómo pudiera verme, pero me sorprendió mucho ver cómo entendía la situación y como me prestaba su apoyo. Creo que nunca he dormido tan a gusto como lo he hecho hoy. Ningún chico, ni siquiera Evan en sus mejores momentos, me había tratado con tanta delicadeza ni me había abrazado como Jimin lo hacía.

Me dediqué a mirar lo tranquilo que estaba durmiendo, como sus pestañas rozaban suavemente su mejilla y sus labios estaban entreabiertos para poder respirar. Tenía la necesidad de levantar la mano y tocarle para saber que era real y no una fantasía.

De pronto el sonido de un despertador destrozo la calma que había en la habitación. Jimin arrugó el entrecejo, me apretó más cerca de él —me imagino que instintivamente— y luego quitó el brazo que tenía encima de mí para coger su teléfono de la mesilla de noche y apagar la alarma. Volvió a poner su brazo sobre mi, cerró los ojos y pegó su frente a la mía.

—Buenos días —dijo con voz cansada y grave por el sueño.

—Buenos días —sonreí, aunque no me estaba viendo—. ¿Qué hora es?

—Temprano —me reí por su respuesta.

—Venga dime —le empujé suavemente para que se despertara, poniendo mis manos en su pecho.

—Las siete —dijo después de quejarse por mi leve sacudida—. He puesto el despertador antes de tiempo para acompañarte a la hermandad y pudieras desayunar ahí. He supuesto que tienes clase a las nueve, por lo que a las ocho estarás desayunando más o menos, así que tendría que despertarme antes para llevarte.

—No tenías por qué hacer eso —acaricie su mejilla con mis dedos.

—Sí, te lo prometí

Abrió los ojos y me miró dulcemente. No pude reprimirme, y tampoco quería, por lo que me acerqué a él, todavía más, y le besé en los labios. El beso era tierno y delicado, y él lo recibió de buen agrado. Sentí su mano por debajo de la camisa acariciándome la espalda mientras me besaba. Cuando el beso terminó los dos nos sonreímos.

—Vamos a levantarnos que tengo que acompañarte —dijo sacando su mano de mi camiseta y apartando las mantas para sentarse en la cama.

—Esta bien.

Le agradecía infinitamente lo que estaba haciendo por mi. Seguramente para él sería más cómodo hacerme un desayuno en su casa, y no tener que acompañarme a la hermandad, pero no me estaba obligando a hacerlo. Pensaba en mí en todo momento antes que en él, y eso me hacía sentir especial y diferente porque nunca habían hecho algo parecido por mi.

Nos vestimos despacio mientras hablábamos de cosas sin importancia. Jimin no sacaba a relucir la conversación de ayer, pero tampoco lo que sucedería a partir de ahora, y eso se lo agradecía enormemente. Necesitaba un poco de tiempo, y puede que a Lily, para poner en orden mis pensamientos. No voy a negar que me encantaba estar con él, pero tampoco quería ser una carga. Yo no estoy bien mentalmente y no quiero arrastrar a nadie conmigo.

Al recoger mi bolso, y mientras Jimin terminaba de vestirse, miré mi teléfono móvil y descubrí que me había quedado sin batería. Había olvidado completamente mirarlo en todo ese tiempo, y no había avisado a Lily de que no iría a la hermandad. Seguramente tendría mil llamadas perdidas de ella. Siempre estaba preocupándose por mi, y me obligaba a avisarla de dónde iba a estar, como si fuera mi madre, aunque ella no hiciera lo mismo.

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora