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Después de la charla con Lily mis dudas se habían disipado un poco, me sentía atraída hacia Jimin y no podía luchar contra ello, pero igualmente tenía mucho miedo de lo que pudiera pasar. No sabía muy bien como acercarme a él, y me estaba empezando a poner nerviosa estar cerca suyo. Es como si hubiera vuelto al día que lo conocí y eso no era nada bueno.

Estaba siendo un día horrible en la cafetería, había controlado mis nervios para poder trabajar —aunque me estaba costando demasiado—, pero había un montón de clientes. Estaba lloviendo fuera por lo que la mayoría de los clientes habían entrado para resguardarse de la lluvia y el frío, por lo que habían aprovechado para tomar algo calentito. Entre los tres que estábamos hoy en la cafetería no dábamos a basto para atender a tanta clientela, pero nos fuimos ayudando en lo que pudimos y conseguimos tener satisfecho a todo el mundo.

A la hora de cerrar, nuestra compañera se fue una hora antes, ya que tenía problemas familiares, por lo que Jimin y yo nos encargamos de limpiar, recoger y contar el dinero de la caja. La lluvia seguía cayendo bastante fuerte cuando ambos estuvimos cambiados y listos para irnos a casa. A esa hora ya no había transporte público para volver a la casa de la hermandad, y los taxis eran demasiado caros. Me iba a empapar mientras corría a casa.

—Ven a mi casa mientras pasa la lluvia —dijo de repente Jimin a mi lado—. La universidad está un poco lejos de aquí, te pondrás enferma caminando o corriendo con este tiempo.

—Pero...

—Leah, vivo al final de la calle y esto no parece que vaya a mejorar en unas horas. Así que vente y así estarás resguardada hasta que amaine —insistió mirándome a los ojos tras el gorro del suéter que llevaba puesto.

—Solo hasta que amaine —accedí.

Asintió y salimos por la puerta. La lluvia comenzó a caer encima nuestro con mucha fuerza y Jimin se agachó para terminar de cerrar la cafetería. Cuando terminó me agarró de la mano y tiró de mi para que corriéramos por la calle. Aunque me estaba empapando me resultó muy divertido. Entramos en el portal de su edificio todos mojados, pero Jimin no me soltó la mano hasta que llegamos a la puerta de su piso y entramos.

—¿Estás bien? —me preguntó mientras se echaba el gorro para atrás y me miraba.

—Mojada y con frío, pero bien —sonreí.

—Puedes tomarte una ducha para quitarte el frío, te dejaré una muda de ropa mientras secamos la tuya en la secadora.

—No hace falta Jimin, estoy bien.

—No digas estupideces, estas mojada y no voy a permitir que cojas un resfriado.

Me agarró de nuevo de la mano y me llevó por todo el piso hasta que llegamos al baño de su habitación. Recordaba vagamente la casa de mi primera visita, pero no estaba familiarizada con el baño. Era muy parecido a uno de los tantos baños de la hermandad —plato de ducha, una encimera con lavabo y espejo, inodoro y armarios para guardar las toallas y productos de aseo—, pero me sorprendió lo limpio que estaba para ser de un chico.

Jimin se acercó al armario y sacó unas toallas que dejó en el lavabo. Abrió la mampara de la ducha y abrió uno de los grifos, imagino que el del agua caliente. Se acercó a mí y me quitó el bolso de las manos.

—Voy a buscarte una muda de ropa.

Se fue dejándome sola. Por lo que no dude en aceptar de buen agrado su oferta de una ducha caliente y comencé a quitarme la ropa. Estaba en ropa interior cuando la puerta del baño se abrió y Jimin apareció en el umbral. Se sorprendió de verme medio desnuda, y yo de verle ahí con la ropa en las manos. Asumí que esperaría a oírme dentro de la ducha para dejarla con disimulo en el inodoro, no que entraría sin tocar la puerta.

Me miró de arriba a abajo varias veces y me sentí avergonzada de que me viera semidesnuda, aunque ya me hubiera visto desnuda.

—A la mierda con todo —dijo antes de soltar la ropa en la misma puerta y abalanzarse hacia mi.

Me agarró por la cintura, me pegó a su cuerpo y me besó con ansia. Lo empujé instintivamente poniendo mis manos en su pecho cubierto por la sudadera mojada. No entendía porque lo había empujado, había decidido intentar algo con él, había asumido que me gusta ¿por qué lo había alejado?

—¿Es que no deseas esto tú también, Leah? —dijo muy cerca de mis labios—. Si no lo deseas empújame, grítame, pégame,... Haz lo primero que se te ocurra, pero no te reprimas.

Sus palabras llegaron a mí como una ola y se llevaron las dudas que se habían implantado en mi mete. Esta vez fui yo la que rodeó su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí para poder besarlo. Quería sentirle cerca de mi y volver a probar la agradable sensación de aquella noche.

Entre los dos fuimos haciendo desaparecer todas las prendas de ropa que Jimin tenía, y las pocas que me quedaban a mi. Me cogió en brazos cuando estuvimos desnudos y entramos en la ducha. El agua caliente nos recibió, pero nosotros estábamos más atentos a las ganas que teníamos el uno del otro.

Sus manos recorrían mi cuerpo sin dejar ningún centímetro y sus labios me dejaban sin respiración. Sentía el placer correr dentro de mi, y también de él. Volvió a cogerme en brazos y rodeé su cintura con mis piernas, no quería que me soltara. Mi espalda tocó la fría pared, pero no me dio tiempo a quejarme porque Jimin entró en mi provocando mil olas de dulce placer en mi interior.

Siguió moviéndose lentamente dentro de mí mientras mordisqueaba mi cuello, consiguiendo que no pudiera parar de gemir de placer. Me hacía sentir tan bien con cada roce que seguía sin entender cómo podía haberle rechazado.

—Jimin —dije su nombre suavemente agarrándole del pelo para que me mirara.

Sus ojos estaban llenos de placer y deseo, y llegué a creer que me consumiría en ellos. Le besé suavemente en los labios y él lo interpretó como un aliciente para que entrara más profundo en mí y con mayor velocidad.

Estaba en extasis, y el también —oía sus gemidos en mi oído cada vez que intentaba besarme el cuello—. No duraríamos mucho más, pero estaba disfrutándolo muchísimo. Cuando llegamos al punto culminante me agarré con fuerza a él y llegué al orgasmo que hacía tiempo estaba queriendo disfrutar. Segundos después Jimin se me unió.

Fue saliendo de mi suavemente mientras me besaba con delicadeza y pasaba sus manos por mi cuerpo para dejarme de pie en el suelo de la ducha. Sentía que me caería si ahora mismo me despegaba de él, pero sus fuertes manos no soltaron mis caderas. Nos terminamos de duchar entre besos y caricias, no podíamos separar las manos del otro como si hubiéramos necesitado de esto todo este tiempo, pero ninguno hubiera sido capaz de dar el paso y aceptarlo.

Creía tener la culpa de todo esto, pero estaba dispuesta a no fastidiarla más. Me había dado cuenta de que echaba de menos tener a una persona que me hiciera sentir querida, y Jimin en todo momento me hizo tener esa sensación.

—Quédate a dormir —dijo de repente mientras me pasaba otra toalla para secarme el pelo.

Yo llevaba una toalla enrollada al cuerpo, él una a su cintura y su piel brillaba a causa de las gotitas de agua que se le habían quedado sin secar, además de la luz. Su pelo mojado, sus palabras y su mirada suplicante me hicieron decidirme. Di un paso hacía él, me puse de puntillas y le di un suave beso en los labios, confirmando así que me quedaría a pasar la noche con él.

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¡Holaa!

Bueno como hacía tanto tiempo que no subía capítulo he querido poner dos días seguido capítulo (o puede que vayan a ser más días? uhhhh ya veremos jaja). Este capítulo me ha gustado mucho escribirlo porque da un paso bastante importante en la relación de estos dos, pero os recomiendo que os vayáis preparando para el siguiente. ¿Os ha gustado el capítulo de hoy? ¿Esperabais que esto sucediera?

Besitoss!! <3

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora