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El encuentro con Megan me había dado fuerzas para querer ser mejor, para ser la chica que Jimin se merecía y para poder disfrutar de nuestra relación como no había podido disfrutar otra. Por lo que al llegar a su casa no perdimos el tiempo y comenzamos a besarnos. La ropa empezó a desaparecer y en poco tiempo estábamos acostados en la cama, uno encima del otro.

Nos devorábamos y nos fundíamos en el otro, se notaba que queríamos esto, que lo necesitábamos. Caricias, besos, mordiscos, arañazos... todo lo que fuera necesario para sentirnos al cien por cien. Queríamos esto y seguimos hasta acabar fusionándonos con el otro. Nuestros cuerpos encajaban perfectamente y no había ni un milímetro de nuestra piel que no tocara el otro.

Él mío y yo suya. De principio a fin, en cada mirada, en cada beso, en cada caricia, en cada movimiento. Dentro y fuera. Hasta llegar hasta el final.

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Sentí un suave beso en el hombro desnudo y después otro al lado del primero, hasta que los labios llegaron a mi cuello. Al mismo tiempo una mano acariciaba mi cintura y bajaba hasta mi barriga en un recorrido suave y lento.

–Cariño es hora de levantarse –dijo suavemente Jimin en mi oído mientras seguía acariciándome y dándome suaves besos en el cuello.

–No quiero –me quejé sin abrir los ojos, me gustaba como me estaba despertando.

–Si no te levantas ahora llegaras tarde al evento de la hermandad.

Abrí los ojos con resignación porque tenía toda la razón. Era una obligación ir a ese evento y, aunque quisiera quedarme en la cama con Jimin todo el día, tenía que ponerme las pilas para estar preparada a tiempo. Me giré un poco para mirarlo y lo encontré de lado apoyado en el brazo izquierdo, con la cabeza descansando en esa mano –mientras la derecha aun acariciaba mi cuerpo suavemente–, mirándome sonriente. La colcha le tapaba hasta un poco más arriba de la cintura y podía ver ese perfecto y trabajado cuerpo que tenía.

–Buenos días –dije sonriéndole tiernamente.

–Buenos días.

Bajó la cabeza para darme un beso en los labios y yo aproveché para cogerle la cara con mis manos y acercarlo a mi lo máximo posible. Sentí como se colocaba mejor para poder besarme sin estar incómodo y como su lengua entraba en mi boca para profundizar el beso. Me encantaban estos momentos donde nos besábamos y nos acariciábamos suavemente, sin necesidad de ir rápido, solo disfrutando del otro.

Corté el beso lentamente mordiéndole el labio inferior con delicadeza y recibí una sonrisa traviesa de recompensa. Lo aparté con delicadeza y me incorporé en la cama, quedando sentada y mirando hacía Jimin.

–Me quiero dar una ducha rápida antes de ir hacía allá.

–¿Necesitas compañía? –preguntó con esa mirada traviesa aún en los ojos.

–Mucho –le di un beso rápido y me levanté para ir corriendo a la ducha.

Jimin no tardó en seguirme y abrió el agua caliente mientras yo me hacía un moño alzado con una de las coletas que había traído en mi neceser. Nos dimos una ducha rápida donde no faltaron los besos y las pequeñas peleas salpicando agua, pero Jimin tuvo mucho cuidado en no mojarme el pelo como le había pedido. Tenía algunos detalles muy pequeños pero que, para mi, eran enormes.

Al salir de la ducha me envolví en una toalla, él se secó rápido y se envolvió la cintura con ella. Mientras Jimin se preparó para afeitarse yo me puse algunas de las cremas que siempre me ponía, y en todo momento me sentí observada a través del espejo. Me sentí un poco cohibida porque nadie me había mirado así antes, y en cierta forma me sentí también deseada. Cuando nuestros ojos se encontraron en el espejo me guiñó un ojo y sonrío, haciendo que mi sonrojo fuera en aumento.

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora