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Narra Jimin:

Después de mi charla con el señor McGarry, me indicó donde podría encontrar a su hija y a los demás, así que me encaminé a esa habitación mientras él terminaba la comida. Antes de entrar en la habitación me encontré con Seth saliendo, nuestras miradas se encontraron y me cogió del brazo para que parara a hablar con él.

–Siento lo que te dije antes –empezó diciendo–. Mi hermana es muy importante para mi y le prometí a nuestra madre antes de morir que cuidaría de ella, y no lo hice. No descubrí lo de Evan hasta que ya era tarde, y no voy a permitir que vuelva a ocurrir nada parecido.

–No soy Evan, no voy a hacerle nada malo a Leah.

–Lo sé –bajó la mirada un segundo antes de volver a mirarme–. Escuché lo que le dijiste a mi padre y he hablado con Leah. Si ella no estuviera feliz contigo o si le hubieras hecho algo ya lo habría averiguado. Por eso quiero pedirte disculpas, te he juzgado por las acciones de otros en el pasado y no me he centrado en ti en el presente.

–No pasa nada, lo entiendo perfectamente.

–Me gustaría empezar de nuevo, conocernos bien –me ofreció su mano para estrechársela y eso hice–. Eres el novio de mi hermana y espero verte por aquí más veces, haciéndola feliz.

–Eso no lo dudes.

Después de la conversación Seth se alejó para ayudar a su padre y yo entré en la habitación que me indicaron. Leah estaba ahí, sentada en el suelo con su sobrino en el regazo leyendo un libro infantil. Su cuñada me miró al entrar y con una sonrisa se fue dejándonos a los tres solos. Me acerqué lentamente y Leah alzó la mirada. Nuestros ojos se encontraron y una sonrisa surgió de sus labios, haciendo que yo sonriera también.

–Sam –dijo Leah mirando al niño que se encontraba en su regazo–, me gustaría presentarte a alguien.

El niño levantó la vista del libro y miró a su tía con curiosidad. Leah me hizo un gesto para que me sentara a su lado y eso hice, ocupando toda la atención del niño mientras lo hacía. Sus ojos verdes como los de su padre, y los de Leah, me miraban atentamente y se fue pegando más a su tía como si necesitara protegerse.

–Sam, este es mi novio Jimin –dijo Leah cogiendo una de mis manos y entrelazando nuestros dedos–. Es muy buen chico, quiere conocerte y jugar contigo.

Sam se quedó callado mirándome un rato más y luego bajó la mirada hacía nuestras manos entrelazadas. Después sin decir nada se levantó del regazo de su tía y se fue al otro lado de la habitación a jugar.

–A veces es un poco tímido con la gente nueva –dijo Leah mirándome y apretando mi mano–, pero en poco tiempo coge confianza.

–No te preocupes –sonreí acariciándole la mano con mi pulgar.

De repente el niño volvió a dar con nosotros, esta vez con un cuaderno en una mano y unos rotuladores en la otra. Se sentó delante nuestra, dejó todo en el suelo y empezó a pasar las hojas de la libreta.

–¿Esos son tus dibujos, Sam? –preguntó Leah mirando a su sobrino.

–Sí –respondió el niño sin dejar de pasar las páginas.

Las páginas estaban llenas de colores y de formas, sin ningún orden especifico pero Sam se paraba en algunas y nos contaba que había querido expresar en cada dibujo. Era muy curioso descubrir como veía lo que él mismo había pintado, que era muy diferente a lo que nos mostraba y me recordó a cuando yo era pequeño y hablaba de mis dibujos. Quise volver a esa época, donde las preocupaciones no existían, donde podías ser pequeño y enseñar con ilusión lo que hacías sabiendo que los mayores te iban a halagar por tu trabajo.

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora