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Esperaba que hoy no se repitiera el horrible día de ayer y pudiera estar más centrada en mi trabajo. Seguí mi rutina como cada día, a la espera de que Lily me sorprendiera con alguna de las suyas, pero no pasó nada extraño. Seguramente estaba esperando a que me olvidara del tema o aún no tenía los recursos necesarios para tramar su malévolo plan, pero estaba segura de que ya tenía ocho mil ideas acerca de lo que hacer conmigo.

Mi trabajo en la cafetería empezaba en quince minutos, y había llegado antes de tiempo, así que me puse el uniforme y me dediqué a mirar mis redes sociales por mi móvil. No es que tuviera un montón de seguidores y notificaciones que mirar, pero de vez en cuando me gustaba pasarme por ahí y ver que ponía la gente. Tampoco me consideraba una persona cotilla por lo que me daba un poco igual que era lo que le pasaba a la gente, pero estando en la hermandad había aprendido a por lo menos saber que les sucedía a las chicas que vivían conmigo. No quería cagarla con alguna compañera comentándole algo sobre una persona que le caía mal, o un chico con el que lo hubiera dejado hace poco.

La puerta de la sala de descanso, donde me encontraba matando el tiempo antes de empezar, se abrió y apareció Jimin. Llevaba una chaqueta de cuero, unos vaqueros —que le quedaban alucinantes, por cierto— y unos zapatos deportivos. Me saludó con la mano mientras se quitaba los auriculares de las orejas, y me miraba.

—Hola, has venido pronto —dijo a modo de saludo.

—Suelo venir antes de la hora, me gusta estar a tiempo en el trabajo.

—Ya.

Se giró hacia su taquilla y sin darme cuenta de repente estaba mirando cómo se cambiaba de ropa delante mío. Me quede boquiabierta porque no esperaba que eso fuera a suceder, y tampoco estaba preparada para los marcados abdominales que se encontraban debajo de su camiseta. Tragué saliva y me obligué a mirar hacia otro lado. Volví a mirar mi teléfono para obviar el cacho de hombre que se estaba desnudando muy cerca de mi.

—¿Vienes con ganas de trabajar hoy? —pregunté tartamudeando un poco, aún no salía de mi asombro al verle.

—La verdad es que sí, quiero quedarme con este puesto de trabajo. Vivo muy cerca, y eso me viene bien para ahorrarme unos dólares en metro.

—Si la verdad —respondí y volví a mirarle con cautela cuando oí el ruido de la taquilla al cerrarse—. Prometo que hoy seré menos torpe que ayer.

—No prometas antes de tiempo —sonrío dulcemente mientras me miraba y me tendió su delantal—. ¿Me podrías ayudar otra vez? Estas cosas no se me dan muy bien.

Le sonreí cogiendo su delantal y se lo coloque de la misma forma que ayer —y la mirada se me volvió a ir a ese culo tan increíble que tiene— mientras intentaba darle un pequeño truco para que pudiera atárselo solo —aunque no mentiré, no me importaba hacerlo yo—.

Después de eso comenzamos nuestra jornada laboral. Me sentía menos nerviosa que ayer y empezamos con buen pie con los primeros pedidos. La primera hora de trabajo fue bastante tranquila por lo que me dedique a explicarle los números de las mesas, lo que tenía que tener cada una de ellas y la mejor manera de acercarte a un nuevo cliente.

Jimin aprendía rápido y fuimos congeniando bastante bien, se notaba que ayer también estaba nervioso por su primer día, aunque no se le notara tanto como a mí. Cuando teníamos algún tiempo libre, aparte de explicarle cómo funcionaba todo, me preguntaba alguna cosa sobre mí y yo sobre él, por lo que fuimos conociéndonos un poco más.

A la hora del descanso fuimos a la sala de descanso, y saqué un sándwich que me había preparado en la residencia antes de venir. Él no había traído nada, así que le di parte de mi merienda y seguimos conversando sobre nosotros.

Hold Me Tight [Jimin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora