Última barrera

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Pequeñas y rápidas lágrimas corrían por un par de mejillas levemente rosadas a la vez que un tierno puchero adornaba aquel rostro triste que no se detenía en quejas y dolencias.

–Duele –Hae seguía quejándose sin reparo pues el dolor no era algo que le gustara. Él simplemente lloraba y se quejaba sin parar si algo le dolía o le hacía sentir incomodo, por lo que, en ese momento, no pareciera que las lágrimas y quejas fuesen a detenerse.

–Lo sé, tranquilo... –el mayor intentaba tranquilizarlo con suaves caricias sobre su cabeza, desordenando aún más sus mechones castaños.

–Es que duele –volvió a quejarse con un puchero más que adorable.

–Deja de moverte y pasará pronto con la pastilla que te di –pero si el dolor era mucho para el menor, el mayor se vio en un predicamento intenso al intentar que el menor tomara previamente el medicamento para su dolencia, pero milagrosamente lo logro.

La mañana era tranquila, a pesar de las quejas, y un poco fría a comparación de otras. Silenciosa en momentos que solo eran eclipsados por las aves mañaneras que pasaban cerca de la ventana y los autos que iban hacia su destino, pero aquellos pequeños sollozos y quejas que salieron por un largo rato finalmente se detuvieron ya que el dolor comenzaba a parar.

–¿Te sientes mejor?

–Sipi –susurro el menor levemente cansado–. ¿Por qué dolía tanto?

Hyukjae sonrió con fuerza casi desmedida mientras la respuesta, y el recuerdo de ello, llenaba a su mente de a poco.

–Porque anoche hicimos el amor –respondió y le apretó con fuerza a su pecho, sintiéndole aún desnudo y algo pegajoso contra su cuerpo en mismas condiciones–. Y siempre te dolerá cuando lo hagamos.

Lo último bien había sonado a advertencia, pero esta poco le intereso a ambos si recordaban la noche anterior que habían vivido; aún menos a Donghae, quien sintió su cara calentarse sobremanera al querer que aquello se repitiera cuanto antes, pero...

Aquello, el dolor, ¿se repetiría cada vez que quisiera estar con el mayor de esa forma?

–Y cada que vuelva a doler sólo tienes que decírmelo –Hyuk palmeo un poco la espalda baja del castaño obteniendo un par de risitas y la tranquilidad ante su cuestionamiento interno–. Tendré las pastillas para el dolor cerca de mí siempre.

Y ambos se sonrieron como si el contrario fuese su mundo, pues en realidad lo eran. Uno para el otro, el dúo perfecto, la media naranja del contrario, no importaba como quisieran llamarlo pues ese momento de estar juntos, acompañados de esa tranquilidad que podían respirar libremente, era lo mejor que pudiese pasarles.

El reloj no anunciaba siquiera las ocho de la mañana pero ellos ya estaban despiertos y felices, cuando de pronto recordaron el día que debían lidiar.

–A la ducha pececito –besó sus labios casi sin intención de querer detenerse–. Dae no debe tardar en despertar y todos debemos desayunar antes de ir a hablar con tu madre.

–¿De qué hablaremos?

–No lo sé, pero será mejor apresurarnos para saber de qué se trata.

Y entrando ambos a la ducha Donghae no dudo en acercarse completamente al mayor para abrazarlo al mismo tiempo que sentía el agua tibia resbalarse por sus cuerpos y limpiarles a su paso tranquilizador. El azabache se encontraba desnudo frente a él, con el cabello mojado mientras gotas traviesas caían por sobre su quijada y llegaban traviesamente hasta su cuello para bajar por sus marcados pectorales; la mirada del menor no pudo más que congelarse en aquel six pack y guiar sus manos a ellos para acariciarlos con delicadeza.

Inocencia Atrapada「Fanfic/EunHae/FINALIZADA」 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora