Perdón.

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Mi cabeza explotaba. Todavía me seguía retumbando la música en el oído.

Hasta el ruido del celular me molestaba.

Zumbó unas treinta veces. Valen me estaba mandando las fotos de ayer.

Habíamos conocido una chica (pasamos toda la fiesta juntas), tanto ella como nosotras, no conocíamos a nadie, más que la cumpleañera.

Me levanté, desayuné y me puse a escribir el epilogo.

Pero no porque seguía lamentándome ser una imbécil, sino que me gusta terminar todo lo que empiezo a escribir. No lloré. Me había propuesto a que me deje de doler el nombre Tomás.

Esa tarde jugamos juegos de mesa toda la familia, obviamente ganando yo. Vimos una película, que nadie miró porque era una mierda. Cocine yo, y recibí aplausos.

Sonó el celular.

Uno, dos, tres, cuatro mensajes de WhatsApp.

Debe de ser Valen...

Tomás.

Tomás: Perdón

Perdón

Perdón

Perdón

Infinitos

Yo: Perdón?

Tomás: No puedo estar así con vos, la puta madre.

Si, perdón, hace una semana que no hablamos. No sé qué, pero no sé

Yo: Yo tampoco sé

Tomás: Trate de no hablarte para no ilusionarte, porque las chicas me dijeron que estaba ilusionando, y no quiero eso. Te quiero muchísimo como para lastimarte así, y si eso significaba no hablarte, lo tenía que aceptar.

Perdón.

Yo: Esta bien

De alguna manera estaba sonriendo. Me volví a sentir bien.

Tomás: Hagamos que no existió estas semana. Okay?

Yo: Okay.

Tomás: Amigos?

Y con esa cantidad de infinitos perdones, el "te quiero muchísimo" y el "okay?" fueron las razones de mi respuesta.

Yo: Amigos.

Y la forma de cómo me volvió a enamorar.

Si la tenía que remar. La iba a remar.



Lo importante es que el barco siga a flote, con lluvia, o con sol.

¿?&JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora