Prólogo

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No lo podía creer, estaba en una nube, me temblaba todo el cuerpo y sentía como esas mariposas que llevaba tiempo sin experimentar volvían a mi interior, y me hacían vivir de nuevo. Esos segundos que pasaron se convirtieron dentro de mí en minutos que no quería que terminaran nunca y justo cuando sus labios se separaron de los míos, volví en mí como si hubiera pasado media hora flotando.

No podía creer que esa noche fuera el, precisamente el , la persona que no me hacía ni caso un hora antes, que no tenía interés en mí. El, quién me era casi inalcanzable, porque yo pensaba que no le atraía nada, él, que era tan hermoso con esos ojos verdosos que parecía que me atravesaban y llegaban a intimidarme pero aún así los deseaba.

El acaba de besarme y no me lo puedo ni creer aún, precisamente a mí, a la don nadie, la persona que hacía cuatro meses no era nada y se movía entre la monotonía de su vida y me vuelvo a repetir en mi interior que me ha besado a mí, todavía sin creerlo, y mi interior desea que esa noche nunca termine.

Ahora me sentía entera por vez primera y quería otro beso más, experimentar otra vez esas mariposas que todavía no habían desaparecido por completo de mi estómago, me volví a acercar esperando de nuevo otro beso caliente y juguetón de el.

A lo que me responde acercándose de nuevo y juntando su labio con el mío y por segunda vez siento que floto como si de una droga se tratase.

Ya no me siento débil, me siento fuerte, poderosa y deseada por él, por la persona que cambió mi vida por completo.

Por primera vez ya no veo sombra en mi vida sino que empiezo a ver la luz, una luz que me acabará acompañando el resto de mi vida.

Pero antes de este momento casi interminable pasaron muchas cosas, tantas que no se si soy capaz de recordar. Así que volvamos cuatro meses antes para poder explicar cómo llegué de esa oscuridad absoluta a la luz de mi vida.

Hacia mi luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora