JESSIE
Me acuesto en la cama de su habitación y cojo la consola para jugar mientras no sale del baño, pasan 20 minutos y dejo la consola apagada en la cómoda rápidamente, me giro hacia un lado mirando para la pared esperando al momento que es escuche la puerta abrirse. No pasa ni dos segundos cuando la escucho y me quedo quieta con los ojos cerrados, entonces entra Felix y noto como se coloca en la cama al lado mía.
De repente noto su pelo del cabello frio de la ducha sobre mi cuello e intento no moverme e intenta buscarme entre las sábanas de la cama, pero yo no quiero que me toque, hoy no, no sé porque, pero mi corazón ya no siente nervios, atracción o deseo, por el contrario, solo noto pavor, miedo y asco de que me toque, entonces escucho de repente que me habla – ¿hoy no quieres hacer nada? ¿Qué estás dormida?
Intento permanecer así unos segundos más que parecen horas, contad de no echarle valor y confesarle que no quiero hacerlo porque si se lo confesara seguro que tendríamos una gran discusión y no tengo el ánimo para más peleas que cada vez son más continuas y volverían a ser culpa mía.
Se incorpora en la cama y decide vestirse con vaqueros junto con una camiseta oscura como de costumbre, sale de la habitación y se peina en el cuarto de baño.
Finalmente me quedé dormida de verdad, pero me estremezco ante un ruido y me giro para mirar la hora, son las 18:15, entonces veo como Félix está otra vez jugando al juego de rol.
Me incorporo y le digo buenas tardes medio desperezándome pero me ignora casi por completo, ante mi asombro le hablo
-- ¿Qué sucede? —
me contesta a los segundos – Nada, ¿qué quieres que suceda? o mejor dicho ¿que no quieres? -- me hago la tonta ante sus palabras.
– que pasa, ¿ya estás mosqueado de nuevo? – Espero contestación, pero ante la falta de ella ya sé que efectivamente está molesto.
¿Pasan diez minutos, deja el juego de rol, se coloca a mi lado y empieza a hablarme
– sabes cuánto tiempo llevo sin hacer nada contigo? –
Me quedo blanca porque ya sé cómo va a ser la discusión y no quiero otra así
que decido quedarme callada esperando que el mismo conteste.
- Casi un mes llevamos en las mismas y no veo que aportes nada a la relación, ¡pareces más mi amiga que mi novia! – Grita con rabia.
Me sorprendo ante sus palabras, pero no sé cómo hacer para arreglarlo entonces me decido a hablar con la voz quebradiza.
- ¿Eso crees que parezco?, acaso no lo he dado todo por ti, me he peleado con mi madre por ti muchísimas veces, intento poner todo el dinero en nuestra relación para poder cambiar de aires, salir los dos, ir al cine como un motivo especial y ahora me vienes con que no aporto nada.
Casi con las lágrimas cayendo de mis ojos, me recuesto en la cama esperando que él se dé cuenta que se ha pasado con su reacción hacia mí, se acerque a consolarme y me diga palabras bonitas para tranquilizarme, pero en vez de eso, noto su mirada distante y se dirige a mí para hablarme de nuevo.
- Deja de comportarte así, pareces una niña chica y me das vergüenza ajena. Sécate esas lágrimas de cocodrilo y hazme la merienda.
Salgo de inmediato entre sollozos de la habitación, me dirijo a paso lento por el pasillo hacia la cocina para prepararle algo de merendar, y algo en mi interior me dice que en verdad tiene razón. Me he comportado como una niña chica y no tengo que llorar así, sino hacerlo feliz, pero tengo tanto miedo a volver a cabrearlo, no quiero que se enfade por mi culpa y vuelva otra vez a ser la mala de la película.
Preparo el bocadillo con mortadela y mantequilla para él, cojo un plato de la cocina y me dirijo nuevamente a la habitación, esperando que se haya ido un poco su cabreo hacia mí. Le coloco el bocadillo en la silla frente a su cama y me mira – ¿tú no te has preparado nada? – A lo que le contesto – no, no tengo apetito. – bueno, pues no comas, me da igual.
Ante todo, lo que me ha pasado lo que menos quiero hacer ahora es merendar algo, tengo un nudo en el estómago por los nervios que me ha ocasionado el enfado suyo de antes que por mucho que quiera no puedo comer, aunque tampoco quiero ya que la dieta estricta que llevo me conlleva a tener cuidado con cada alimento que ingiero.
Pasa la tarde y no hacemos casi nada entretenido aparte de seguir con la serie que estábamos viendo, pero mi cabeza no hace caso a cada episodio, en vez de mirar el ordenador me sumerjo en mis pensamientos buscando una solución ante todo lo que pasa en nuestra relación, pensando si soy yo la que causa todos los males o es el, que es demasiado estricto conmigo. Menos mal que la semana que viene voy a ir a ver a mi sicóloga que me ayuda ante todos mis problemas y me da su punto de vista.
Llega la noche y le pregunto a mi novio si me quedo a comer o me voy a mi casa, entonces él se dirige a la cocina a preguntarse a su madre cuanta comida hay para cenar. Pasan 10 minutos y llega diciéndome que mejor recoja mis cosas porque tienen lo justo para cenar, entonces resignada recojo todo, me cambio el pijama por mi ropa para salir y me dirijo a la puerta; me despido de Antonela y bajamos por el ascensor para dirigirnos a la parada.
Resignada a volver a mi casa le pregunto si hay algún otro motivo por el cual no puedo cenar en su casa, pero él me dice que no, que solamente es porque no queda suficiente comida en la nevera.
Yo pienso que está mintiendo que posiblemente a Antonela no le hace gracia que cene con ellos y tener que darle a otra persona de comer, que con ella y su hijo tienen suficiente y yo no soy buena para su hijo. Pasado unos segundos me auto convenzo que es imposible, que estoy pensando mal de ella y decido no contarle a Félix lo que pienso no haya a ser que lo vea de otro modo y volvamos a discutir.
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Ya al día siguiente después de una noche pensativa y haber vuelto de nuevo sola a casa caminando unos 25 minutos, cenada y acostada preparada para el día siguiente, me rígido esa mañana al instituto esperando a mi amiga venga hoy para poder contarle como ha sido mi fin de semana, igual que casi todos, siempre con alguna discusión de por medio que me hace preocuparme todo el fin de semana.
En la primera hora de clase me siento al lado de mi amiga y escuchamos medio dormidas a la profesora de lengua recitando varios versos para luego trabajarlos en clase.
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Hacia mi luz
RomanceNo lo podía creer, estaba en una nube, me temblaba todo el cuerpo y sentía como esas mariposas que llevaba tiempo sin experimentar volvían a mi interior, y me hacían vivir de nuevo. Esos segundos que pasaron se convirtieron dentro de mí en minutos q...