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JESSIE


Nos desviamos del camino a Jeleix, girando a la derecha hacia una carretera secundaria que nos lleva a San Jorge, un pueblo de pocos habitantes muy acogedor. Entramos en él, y divisamos a lo lejos una gasolinera, donde poder repostar.

La gasolinera está casi desierta exceptuando un coche negro ford fiesta del 2000.

Paramos junto a ellos, y veo como bajan un muchacho que es el conductor y de la parte de atrás dos chicas bastante altas y delgadas.

Entonces me quedo pasmada, cuando sale el chico de los ojos verdes del coche, y se dirige hacia ellas con mucha alegría. Acto seguido, salen los demás a saludar y yo solo me quedo dentro del coche observando como el de los ojos verdes está cada vez más cerca de la muchacha y la agarra de la cintura.

Me entra un cabreo que ni yo misma comprendo, pero que me está pasando, porque me pongo así con un chico que ni siquiera conozco. No sé ni como se llama, y solo está siendo educado con ella, y tendrán amistad como para dejarse que el toque de la cintura. Soy yo la que no tengo nada de amistad con él y no tendría por qué ponerme así, que haga lo que quiera.

Lo único que realmente me fastidia es porque no me hace ni caso, no sé qué es lo que he hecho para que me trate de este modo. Todos los demás están pendiente de mí, pero él, ha pasado de conocerme desde el minuto uno.

Escucho como Alex le da golpecitos al cristal del copiloto, indicándome que salga, lo hago y me acerco a él, y me coge del brazo para acercarme a los demás.

Rápidamente me dice si me pasa algo, y porque no salía del coche a conocer a los demás, a lo que le contesto que me estaba retocando el maquillaje antes de salir. Asiente y noto como me dirige hacia las tres personas nuevas para la presentación de cortesía.

Chicos, voy a presentaros a Jessie, es nueva en esto de salir, así que tratarla bien.

Jessie, él es José y ellas son Mila y Mery.

Encantada de conoceros - les digo con educación, ante todo.

Igualmente, preciosa - Se acerca una de las chicas para darme dos besos con gesto amable, mientras que la otra guarda un poco más las distancias, sin querer mirar mucho, ni tener contacto visual conmigo.

Poco después nos volvemos a montar todos en el coche y seguimos el camino a Jeleix

Llegando ya a nuestro destino, observo como poco a poco Ángel empieza a coger velocidad, le comunico lo rápido que vamos; el empieza a aminorar la marcha, cuando habla Danielo, para comunicarnos que no es la primera vez que Ángel corre por la carretera o coge curvas de 40 a 80 kilómetros por hora.

Me empiezan a entrar sudores solo de pensarlo, espero y rezo por llegar sana y salva al local de la fiesta.

Una vez entrado en la zona industrial de Jeleix, veo como pasamos rotonda tras rotonda y caminos cada vez más estrechos, por donde no se sabría si un camión podría o no pasar.

Vamos adentrándonos cada vez más al centro de la ciudad, y observo como los chicos empiezan animarse poco a poco, entonces escucho como habla el muchacho de ojos verdes, y se dirige a los otros:

- chicos, hoy voy a decirles a las primeras chicas que pasen por la acera lo guapas que son - dice con tono alegre.

- siiii, vengaaaa - dicen los demás para seguirles el juego.

Pero que pretende, no le da vergüenza actuar de ese modo, o acaso intenta que las chicas le suelten algún borderio. De repente veo como dos chicas morenas, con pelo negro rizado, caminan despampanantes calles abajo, mientras nosotros subimos a una velocidad media con el coche de Ángel. Me dispongo a tener que escuchar el borderío que el de los ojos verdes va a decir, pero para mi sorpresa, no acaba sucediendo.

Chicos voy a decirle a esas dos chicas lo guapas que son - dice los ojos verdes y cuando me resigno a tener que escucharlo de repente, acaba diciéndole a los demás que estas chicas tampoco son tan guapas.

Entonces noto en mi interior un alivio que me recorre todo el cuerpo, no consigo explicar porque de repente me noto mejor, más tranquila y relajada.

Cuando prosigo mirando lo bonita que son las calles de Jeleix, con tus edificios del siglo XIX, sus recorridos por calles estrechas que dan a grandes plazoletas, escucho otra vez a este chico, que vuelve a insistir en decirle a las próximas chicas lo bonitas que son y que esta vez no va a echarse atrás.

Giro la cabeza y veo como baja la ventanilla poco a poco para disponerse a efectuar el piropo a dos chicas jóvenes que caminan juntas calle abajo, y cuando se dispone a abrir la boca, la abro yo también y acabo soltando lo único que me viene a la cabeza.

- PARA QUÉ VAS A DECIRLE GUAPAS A ESAS DOS CHICAS TENIENDOME A MI.  

Hacia mi luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora