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JESSIE

- Me voy a ir, no soy tuya y si vas a dejar que me haya o te arrepentirás.

- Félix: que piensas hacer, ¿gritar? Siempre acabas volviendo a mí.

Antes de responderme me vuelvo a girar y con la mano que sujeto la bolsa llena de ropa y objetos pesados, me impulso y la dirijo a toda velocidad hacia su cara sin que le dé tiempo a apartarse y le da de lleno. De repente me suelta y se lleva las manos a la cara, cuando salgo corriendo hacia la puerta de salida de su casa, sin mirar atrás, con miedo y pánico porque me vuelva a coger. Cojo el picaporte y justo cuando abro la puerta me agarra del jersey hacía atrás, pero intento coger todo el impulso que me queda para librarme de él y me escapo. Corro decidido por las escaleras, angustiada, asfixiada y con dolor en el pecho sin querer mirar hacia atrás, una vez he llegado al descansillo salgo disparada hacia la calle, y veo como mis tres amigas me miran horrorizadas.

- ¿qué ha pasado? – me dice rosa acercándose hacia mí. Nuria y Mary la siguen, una me coge la bolsa destrozada, y la otra me ofrece una botella de agua al verme tan asfixiada.

- Pues que Félix, cuando me disponía a salir no me ha dejado que me vaya, me ha agarrado del brazo y no podía salir de la casa, me he dado con la bolsa y he corrido hacía aquí lo más rápido posible.

- Nuria: dios mío, ¿estás bien?

- Rosa: vámonos ya lo antes posible antes de que baje.

- Mary: ¿Mira tú brazo? ¿quieres que vayamos al hospital o a la policía y le cuentas lo sucedido?

- No. En verdad no ha sido para tanto, solo es un moretón. Solo quiero que nos vayamos de aquí rápido.

- Mary: vale, vámonos chicas.

Mientras nos alejábamos del lugar, miré por última vez al tercer piso del bloque de Félix y ahí estaba, mirando por la ventana con una mirada que me atravesaba el alma y me daba miedo. Solo podía pensar que ya era libre, que no tendría que darle más explicaciones y cada día sería un día nuevo sin él.

Una vez llegamos a la gran ciudad, me despedí de mis tres amigas, y me dijeron que si necesitaba cualquier cosa, que las llamara sin dudarlo, que estarían para mí tanto para los momentos buenos como para los malos.

Me dirijo hacia mi casa, con la bolsa cargada de todos los objetos que alguna vez compartí con Félix pero que de ahora en adelante ya solo serán recuerdos. Llego a mi casa pensando la manera mejor para contarle a mi madre que ya Félix no formará parte de mi vida; abro la puerta y desde el salón mi madre me observa con la bolsa, y sin darme un segundo para cerrar la puerta ya me está comentando porque vengo tan cargada de trastos.

- Madre: hola hija, ¿por qué vienes tan cargada? ¿ha pasado algo?

- Hola mamá, sí, he recogido mis cosas de casa de Félix, ya no estoy con él.

- Madre: ¿Qué te ha pasado? – me dice de repente asustada al verme el moratón del brazo.

- Nada mamá, solo que me sujetó algo fuerte para que no me fuera, quería que volviera con él, pero no quiero aguantar más con él, porque ha jugado con mis sentimientos y no quiero que insistas más, ya cuando yo decida te contaré lo que ha pasado – le digo con lágrimas en los ojos, pero aguantando las ganas para que mi madre no me vea llorar.

- Madre: vale hija, no te preocupes cuando estés preparada me lo cuentas si quieres, pero te aconsejo que hables con la psicóloga, ella sabrá ayudarte en estos momentos y te dará buenos consejos.

- Bueno, ya llamaré cuando pueda. – en estos momentos me doy cuenta que llevo bastante tiempo sin hablar con mi psicóloga y que no la llamé cuando me ofreció que Félix y yo nos diéramos un tiempo.

Decido que sobre las 21:00 horas le enviaré un mensaje a mi psicóloga para saber si estará disponible para hablar y así le comento todo lo que ha pasado en estas últimas semanas.

Llegan las 21:00 horas de la noche y le mandó un mensaje:

- Hola, ¿estás disponible para poder comentarte una cosa que me ha pasado hoy? Necesito de tu consejo. Hasta luego.

No pasan ni cinco minutos cuando veo un nuevo mensaje en mi móvil.

- Hola, si estoy disponible, llámame si quieres y me comentas que ha sucedido.

Cojo el móvil y marco su número de teléfono decidida a contarle todo lo que Félix me ha hecho pasar en estos últimos días. A la segunda pitada de teléfono contesta mi Psicóloga.

- ¿Hola que tal cómo estás?

- Bien, bueno no sé cómo estoy la verdad – le contesto cuando me doy cuenta que en realidad no consigo saber si estoy bien o voy a llorar en dos segundos.

- ¿Qué ha pasado? – me pregunta mi Psicóloga preocupada.

- Resulta que ya no estoy con Félix y hoy entre unas amigas y yo le hicimos una encerrona – le digo algo nerviosa por cómo he actuado.

- ¿Una encerrona? ¿cómo se lo ha tomado?

- Pues, no se lo esperaba la verdad, y entre mis amigas y yo conseguimos que admitiera una cosa que hizo en Madrid, intente que quedara con una chavala que conoció en Madrid y quedó con ella, apareció la muchacha y se delataron los dos. Descubrieron que ellos mismos no se habían llamado, sino que habíamos sido nosotras con ayuda unas de otras las que conseguimos los números y pudimos hacer creer que uno quería ver al otro. Y entonces poco después de darse cuenta ellos aparecemos nosotras y no tuvieron más remedio que delatarse y me lo contó todo Félix. Decidí acercarme a su casa a recoger mis cosas, pero él se resistió a que me fuera, quería retenerme allí y me cogió del brazo con fuerza – le cuento aun sintiendo el dolor del brazo y el miedo en mi interior.

- Dios mío, ¿no has ido al hospital a que te vean? Sabes que puedes denunciarlo, ¿verdad? – me comenta alterada.

- Si, lo sé, pero no quiero meterme en más asuntos, solo quiero olvidarlo y empezar de cero, darme más tiempo para mí y olvidar todo lo que me ha ocurrido.

- Vale, sabes que, si necesitas cualquier cosa, puedes volver a llamarme, por el momento estate pendiente no vaya a ser que quiera Félix volver a contactar contigo que no me extrañaría porque no creo que se vaya a quedar con los brazos cruzados después de la encerrona que le hiciste. Por favor ten muchísimo cuidado.

- Lo tendré, no te preocupes, muchas gracias por tu atención, que tengas buena noche.

- Igualmente, ya sabes que puedes volver a llamarme cuando lo necesites.

Me termino de despedir de mi psicóloga y decido ponerme a hacer algo, pero no se me ocurre nada, salvo sacar el ordenador y ver alguna película, aunque la mayoría que me gustan son románticas y no creo que sea la mejor opción.

Decido finalmente ver una de acción y comedia para entretenerme y echar unas risas, después de este día de horror.

A mitad de la película, noto que me vibra el móvil, pero no hago caso, nada ni nadie va a estropearme mi noche de pelis, pero el móvil no para de sonar y finalmente paro la película y cojo el móvil.

Lo desbloqueo y miro los mensajes, para mi sorpresa son de Félix, y cuando abro los mensajes, me entra el pánico.

- Otra vez no – digo mientras empiezan a inundarse mis ojos de lágrimas – porque tiene que ser tan capullo. Abro el mensaje que dice:

- Félix: No creas que vas a olvidarte de mí tan fácilmente, intenta bloquearme de tus cuentas y ya verás lo que ocurre.

Hacia mi luz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora