#Capítulo 10

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Estaban a punto de dar las doce de la noche. En ese momento sólo podía pensar en lo que me gustaría tener la capa invisible de tío Harry en estos momentos.

Mi varita alumbraba un par de metros a mi alrededor gracias al hechizo lumos, que hacía que los habitantes de los retratos me llamasen cosas que mejor no contar. Pero mi mayor miedo era encontrarme con la señora Norris, que siempre deambulaba por el castillo a medianoche. Había tenido suerte de que la señora Gorda estuviera dormida, porque si no se hubiera puesto a gritar, despertando a medio Hogwarts. En cuanto a los fantasmas... en la noche estaban demasiado melancólicos como para darse cuenta de una alumna cubierta por una capucha negra. De todas formas, estaba teniendo mucho cuidado con no encontrarme a Peeves. Podía amenazarle con llamar al Barón Sanguinario, pero a éste no le hacíamos mucha gracia los Gryffindor. Por eso siempre le daba la lata a Nev... al profesor Longbottom, ya que era el jefe de la casa Gryffindor.

- Nox - dije al salir al puente de madera, ya que la luz de la Luna era suficiente para poder ver el camino y no matarme en el intento.

Observé la lechucería en la distancia. Parecía estar tan lejos... en esos momentos también me encantaría saber desaparecerme. Había decidido ir a la torre donde descansaban las aves mensajeras esa noche por dos razones:

Primera; tenía que saber por qué Scorpius Malfoy le había preguntado por mí a Myrtle la Llorona. Por qué leía un cuento para niños en la biblioteca. Por qué me había salvado de un dementor, por qué me había besado después. Aunque... eso no iba a preguntárselo.

Segunda: necesitaba aprender el hechizo patronus. Necesitaba poder defenderme yo sola de los dementores (a los que todavía el Ministerio no había podido controlar). Necesitaba, en un momento dado, proteger a Hugo, a Lily, a Molly, a Albus, a Frank y a todos los demás.

Era por eso por lo que me dirigía a la lechucería aquella noche.

Caminé por el sendero de piedra que daba a la torre, y me arrebujé en mi capa. El invierno empezaba a asomarse entre las montañas. Parecía mentira que ya lleváramos casi un mes y medio en Hogwarts. Pronto sería Navidad. El camino podía parecer un tanto siniestro, y aunque me tranquilizara que el Bosque Prohibido quedara en la dirección opuesta, no podía parar de repetir encantamientos de combate en mi cabeza.

Expulso. Diffindo. Arania Exumai. Ridikulus...

Los aullidos en la lejanía no ayudaban mucho a tranquilizarme.

Cuando estuve enfrente de las escaleras de la luchucería, me planteé si todo eso no sería una broma. Si me quedaría esperando como una idiota, mientras Scorpius dormía placidamente en su cama. En la Sala Común de Slytherin, junto al fuego, mientras yo pasaba frío en esa recóndita torre.

Me preparé mentalmente para ello mientras subía los escalones, resbalosos por la escarcha otoñal. Por cada escalón que subía, me iba convenciendo más y más de que Scorpius no estaría allí. Que todo sería una broma de mal gusto. Que todos los estúpidos Slytherin se reirían de mí al día siguiente en pociones. Estaba convencida de ello hasta que vi una débil luz rojiza salir de uno de los pequeños ventanales. Conocía esa luz. La luz de un hechizo.

- Fauxmali - susurré sin darme cuenta -. Scorpius...

Subí los últimos escalones rápidamente y giré la puerta. Él estaba allí, sentado en su capa, con la espalda apoyada en la pared y la varita en la mano. Un pequeño fénix hecho de llamas giraba a su alrededor. Levantó la cabeza, y sus ojos, como siempre, me afectaban al igual que una soga. Me quitaban la respiración, con su color, del mismo que la luna.

- Weasley - dijo -, pensé que al final no venías.

- Ya - susurré -. Yo también.

Y era cierto. Durante todo el día había estado completamente convencida de que no quería saber en mi vida nada más sobre Scorpius Malfoy. Y lo tenía muy claro hasta que el reloj de la Sala Común tocó las once. Normalmente no me acuesto tan tarde, pero quería terminar una redacción sobre Godric Gryffindor que había mandado el profesor Binns. Con el libro de la Historia de Hogwarts entre las manos, me había dado cuenta de que la escuela había dependido una vez del hechizo patronus, en la Batalla de Hogwarts. Nunca me habían contado demasiadas cosas de esa batalla. Mi familia había perdido demasiadas personas: amigos, hermanos, hijos, profesores. Demasiado dolor.

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora