#Capítulo 12

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- Autorizaciones por aquí, por favor - repetía el profesor Filtwick subido en uno de los altos escalones de piedra. Tenía un fajo de papeles entre las manos, y a su lado, el profesor Longbottom tachaba en otra lista los nombres de los alumnos autorizados.

- Weasley, Fred. Weasley, Hugo - anunció Neville, leyendo el pergamino. Mi hermano se acercó y le entregó el papel al pequeño profesor de Encantamientos. Después de un rato de autorizaciones para Weasleys, dijeron mi nombre -. Weasley, Rosebud.

Gruñí por lo bajo mientras entregaba mi autorización. Al parecer Rose no era un nombre lo suficientemente largo para mis padres, por lo que tuvieron que ponerme Rosebud. Mientras subía los escalones para dirigirme a Filtwick, era plenamente consciente de la mirada de Scorpius en mi nuca. Yo le había visto antes, con ese abrigo negro, acompañado de la bufanda de Slytherin. No sabía por qué, pero parecía tener la necesidad de tener algo que le identificase como serpiente a cualquier precio. Me situé junto a Albus, que tenía la nariz rojiza por el frío. Lily estaba más atrás, junto a Ernie, que tenía cara de cabreo y le lanzaba miradas fugaces a James de vez en cuando. Sonreí maliciosamente. Mi plan había ido como la seda. Albus creía que tenía una cita con Mia Chang (sé que eso es cruel, pero yo había ejercido de sujetavelas durante años. Ahora le tocaba a él acarrear con el trabajo sucio). Fred, James y Hugo estarían demasiado extasiados en Zonko como para prestarme atención, Molly y Lucy irían a ver la Casa de los Gritos, y Frank... Frank sería fácil de despistar.

Seguimos a las filas de alumnos hacia la verja de la escuela, donde Filch esperaba con un gran manojo de llaves en una mano, y la Señora Norris en la otra. McGonagall hizo un movimiento con la varita, y la verja se abrió instantáneamente. Filch hizo una mueca y farfullando, volvió al castillo dando grandes zancadas, murmurando algo sobre la magia.

Observé a Albus, que daba pequeños saltitos a mi lado.

- ¿Tengo bien el cuello del jersey? - me preguntó de repente, con el cuello estirado. Se había puesto un sobrio jersey azul y una camisa de cuadros que le habían regalado por su cumpleaños.

- Sí, claro - dije -. Pero, Albus, no creo que a Mia le importe tu jersey.

"En realidad no le va a importar ni un poquito", dije para mis interiores, no sin mucho remordimiento. En realidad, puede que eso le viniese incluso bien, para darse cuenta de que Mia Chang jamás se fijaría en él como algo más que un medio para aprobar pociones. Frank estaba junto a Albus, con una bufanda tan grande que le tapaba la mayoría de la cara.

- Me la hizo mi bisabuela Augusta - alegó, percatándose de que me quedaba observándola -. En agosto... pero... lo que cuenta es la intención, ¿no?

Albus y yo asentimos, no muy convencidos.

- Es genial - mentí -. Seguro que debe de ser muy calentita.

Frank se rascó la mejilla.

- Sí - afirmó -. Pero pica. Pica mucho.

Albus rió, con un tono que se debía más al nerviosismo a que el comentario de Frank le hubiera hecho gracia. Al cabo de un rato, montamos en uno de los carruajes que iban solos, junto a los gemelos Scamander. Me habían contado que iban tirados por extrañas criaturas llamadas Thestrals, pero yo nunca les había visto. Ni yo, ni ninguno de mis primos.

- El abuelo Xenophilius nos habló de los Thestrals - dijo Lorcan, con esa voz suave y aguda.

- Y mamá también - completó Lyssander.

Si los Scamander eran extrafalarios con el sobrio uniforme de Hogwarts, ni pensar con su ropa normal. Lyss llevaba un chaleco de lo que parecían chapas de latas de bebida, y Lorcan unas botas decoradas por hojas de morera.

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora