#Capítulo 11

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- La voz más firme, Rose - me recordó Scorpius, dando vueltas a mi alredor.

Nos encontrábamos en la quinta sesión de Aprendizaje Patronus. Y yo, no había conseguido ni una simple bolita de luz. Todo eso sumándole el estudiar para los TIMOS, el hacer que Albus y Lily no sospechasen de nada y el estrés que me provocaba Scorpius Malfoy.

Apreté el mango de mi varita, recordando el día que la compré, en Ollivanders, cinco años atrás. Aún me acordaba de las palabras del señor Garrick Ollivander al tenderme mi varita.

"Núcleo de sangre de león, señorita Weasley. Apuesto a que serás una gran Gryffindor, como tus padres. Aún recuerdo sus varitas".

Tal vez ese fuera mi recuerdo. Pero, como todos los demás, no funcionó. Ni la Navidad en La Madriguera, ni el nacimiento de Hugo, ni mi primer partido de quidditch, ni el día en el que la directora McGonagall me presentó al director de Durmstrang como la mejor alumna de la escuela.

- Creo que no estás eligiendo el recuerdo adecuado, Weasley - me dijo Scorpius, sentándose en el césped.

Estábamos junto al lago, aprovechando un partido de Ravenclaw y Hufflepuff. De esa manera nadie rondaría por los exteriores del castillo. En Hogwarts todos éramos muy aficionados al quidditch, así que nadie se perdería un partido por nada del mundo, aunque la victoria de Hufflepuff estuviese más que clara. Observé el reflejo de la luz en el lago, como reflejaba las altas copas de los árboles, y los picos de las montañas. Entonces pensé en nuestras vacaciones familiares a El Cairo. Mamá siempre había querido ir allí, y se había llevado todo el vuelo leyendo un libro sobre magos mientras papá farfullaba que esas cosas muggles llamadas aviones eran un suicidio asegurado.

- Especto Patronus - exclamé, visualizando los jeroglíficos, la arena y las pirámides. Nada. Absolutamente nada, al igual que las decenas de veces que lo había intentado. Acabé por tirar la varita al suelo. Scorpius alzó las cejas, con las manos tras la cabeza y la espalda apoyada en el tronco del árbol. Por un momento deseé que fuera el sauce boxeador.

- Las varitas son caras, Weasley - me dijo -. No sé si lo recuerdas.

- ¿Tú has venido a observar el lago o a enseñarme a hacer un patronus? - dije, furiosa -. Porque la verdad es que mucho no estás haciendo.

El sonrió desde el árbol.

- No puedo hacer nada si no eres capaz de buscar un simple recuerdo feliz.

Se acabó. No iba a aguantar más a ese tío. Me agaché para coger mi varita, antes de darme la vuelta y empezar a andar hacia el castillo. Mis pies se hundían en el espeso y húmedo césped, que anunciaba que el invierno se acercaba por momentos. Tal vez si me daba prisa, podría ver parte del partido. Y cómo Pete Young atrapaba la snitch.

- Espera, Rose - dijo la voz de Scorpius a mi espalda -. Siéntate. Te esfuerzas demasiado. Tal vez relajarte te ayude un poco.

Pude percibir algo extraño en su voz. ¿Apuro, tal vez? Sea como fuese, ese tono hizo que algo en mi interior se removiese, y juraría que no fue el desayuno. Me di la vuelta lentamente. Scorpius miraba al lago, haciendo sus ojos aún más grises de lo que ya eran.
Su corbata verde y plateada estaba medio desabrochada, por lo que quedaba como una cinta posada en sus hombros. Me fijé en el escudo de Slytherin de su túnica, planteándome por primera vez, que solo significaba eso, un trozo de tela, sobre otro trozo de tela. Ya mostraran serpientes, tejones, águilas o leones, solo era hilo bordado en distintos colores. Si era así, ¿por qué los Ravenclaw sacaban las mejores calificaciones? ¿Por qué los Hufflepuff ayudaban a las personas? ¿Por qué nos odiábamos los Gryffindor y los Slytherin? ¿No podría un Slytherin ser valiente? ¿Los Ravenclaw no pueden ser justos y leales? Y los Gryffindor... ¿no podemos pensar en nosotros alguna vez?

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora