Scorpius se despertó por un fuerte ajetreo al otro lado de la puerta de la habitación. Algo de luz se colaba por los huecos de las gruesas cortinas verdes. Debía de ser muy entrado ya el día. Se había quedado dormido, con un libro en el regazo. Se levantó del butacón de cuero y pegó la oreja a la puerta. Se escuchaban las órdenes de los aurores, los pasos resonando en la madera, y el aireo de las capas. ¿Qué demonios...?
Probó a girar el picaporte de la puerta, que normalmente estaba cerrada, y para su sorpresa, giró suavemente, dejándole salir al pasillo. Como un acto reflejo, buscó en el bolsillo de su pantalón, pero su varita, al igual que todas las de su familia, estaba en una caja fuerte en las mazmorras.
Interceptó a un auror que iba a cruzar el pasillo, y este le puso la varita en el cuello mientras le estrellaba a una pared.
- Muy inteligente, Malfoy - gritó -. ¿Los amigos de tu abuelo vienen a rescataros?
- ¿Qué diablos...?
El auror no le dejó terminar. Le agarró por el cuello de su camisa negra y tiró de él por todo el pasillo. Cruzaron el arco que llevaba al pasillo principal, y con asombro , Scorpius pudo divisar a un par de aurores, atrincherados tras una mesa volcada. ¿Qué hacían?
- ¡Desmaius! - gritó uno de ellos, alzando la varita por encima de la mesa. Su compañera fue a imitarle, pero justo cuando su iba a pronunciar el conjuro, una bola de fuego se estampó en la madera oscura de la mesa, haciendo volar por los aires a los dos jóvenes magos.
Scorpius los vio, tirados en el suelo, con la vista perdida, y en una extraña posición, y supo que estaban muertos. Allí había alguien matando gente. Ese alguien, cruzó el aro desde el lado opuesto al que estaban. Era un mago, de alta estatura, vestido con una túnica negra con capucha. Llevaba una máscara gris.
- Es un mortífago... - susurró Scorpius sin poder creerlo. En Hogwarts, había libros sobre la Segunda Guerra, donde se describía con gran exactitud cómo eran los seguidores del Señor Tenebroso -. ¡Es un mortífago!
El auror, que ya había adoptado la posición de combate, se giró durante un segundo, y con cara de furia le gritó:
- ¿Crees que no lo sé?
El mortífago se acercó a ellos lentamente, y con un movimiento de su mano, la máscara desapareció. A Scorpius le sonaba muchísimo esa cara, y un recuerdo le inundó la cabeza.
El pequeño Scorpius Malfoy acababa de llegar del Callejón Diagon, con sus padres, después de comprar las cosas requeridas para cursar su primer año en Hogwarts. Estaba especialmente orgulloso de su nueva lechuza blanca, a la que había llamado Atlas. Había dejado las demás cosas en el recibidor porque Tappy le había dicho que él lo subiría todo, y se encaminaba al despacho de su abuelo para mostrarle su nueva adquisición. Cuando llegó al otro lado de las puertas del despacho, escuchó una voz desconocida, pero no pareció prestarle demasiada importancia, ya que llamó impacientemente. Le abrió un hombre que no era su abuelo, y su aspecto imponente le hizo retroceder dos pasos. Era alto, delgado, y con la nariz ganchuda y aguileña. Su pelo era del color del betún, y le llevaba peinado hacia detrás. Iba vestido con una túnica formal, de color verde oscuro.
- Vaya - dijo el hombre -. Tú debes de ser el pequeño Scorpius Malfoy.
La palabra pequeño molestó algo a Scorpius. No era tan pequeño. ¡Iba a ir a Hogwarts! ¡Iba a aprender a hacer magia, y a jugar al Quidditch con más niños de su edad!
- Tengo once años - recalcó el chico con cierto orgullo -. Me voy a la escuela en un mes. A Hogwarts.
El hombre rio.
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Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16
FanficTodos saben que el Hogwarts Express es más grande de lo que parece por fuera, con sus paneles rojo escarlata y su humeante chimenea. Pero no es lo suficientemente grande para contener la ebullición si a una Gryffindor y a un Slytherin no les queda m...