#Capítulo 3

12.5K 674 370
                                    

Con lo bien que había empezado el día, y me encontraba con los brazos cruzados y la espalda apoyada en una de las puertas que daba a otro vagón. Mientras, Malfoy se dedicaba a bajar todas las persianas de los compartimentos, haciendo que no hubiera una horda de alumnos cotilleando.

Apreté mi varita, sintiendo el calor que irradiaba y se extendía por mis terminaciones nerviosas. Hacía tanto frío que había tenido que realizar un hechizo térmico. Observé por la ventanilla. Estaba oscuro, pero aún no era mediodía.

Observé a Malfoy, que se había sentado, con la espalda apoyada en la puerta de uno de los compartimentos. Tenía los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia detrás, lo que marcaba cada músculo de su cuello. Cuando quise darme cuenta estaba embobada viendo como tragaba, y sus músculos se contraían. Me obligué a mirar hacia otro lado.

— Creo que no deberías estar tan relajado cuando se nos ha encargado una misión — le regañé, intentando pensar en otra cosa.

Él abrió un ojo y me miró, después sonrió de medio lado.

— Somos prefectos, Weasley — dijo —. No aurores.

Frucí el ceño. Tal vez Malfoy tenía razón, tal vez me estaba preocupando demasiado. El tren estaba lleno de profesores, es decir, magos experimentados, y algunos estaban en la Orden de Merlín. Todo estaba controlado. Intenté convencerme de ello. Pillé a Malfoy estremeciéndose, y apretando el agarre de su varita. Sospeché que él también tenía un hechizo térmico.

Calignis — susurré, deleitándome por como la habitación adquiría una cálida atmósfera. Que conste que lo hice por mí, no porque Scorpius tuviera frío. Aunque yo ya no tuviera...

Malfoy me miró, extrañado. Sacudió la cabeza y volvió a mirar al suelo.

— ¿Esto es una batalla de hechizos, Weasley? — preguntó de repente.

— ¿Qué? — dije extrañada.

— Desde que entramos en el tren no hemos parado de usar magia — explicó —. Muy bueno, este calignis, pero creo que puedo ganarte. Fauxmali.

Movió la varita en una titubeante línea horizontal, de la que salía una especie de lava flotante. Cuando me quise dar cuenta, Malfoy había creado un pequeño dragón asiático de fuego.

— Nunca había visto ese hechizo — susurré.

— Digamos que mi abuela Narcissa es muy buena creando encantamientos — me dijo.

— ¿Lo creó ella? — pregunté. El asintió con la cabeza —. ¿Podría probar yo?— dije, totalmente maravillada con el conjuro.

Scorpius... no espera, Malfoy asintió. ¿Desde cuando le llamaba por su nombre?

— Solo piensa en un animal y hazlo — me explicó, sonriente, observando como su pequeño dragón daba vueltas a su alrededor.

Visualicé los largos veranos en La Madriguera, observando los pájaros junto a Albus.

Fauxmali dije, y sentí que mi varita se movía sola, moldeando las alas de un ave. La verdad es que el resultado no fue muy perfecto. A ver, el pájaro volaba, pero su estilo... no ganaría concursos, que digamos. Creo que solo le iba un ala —. Oh — dije decepcionada.

Escuche a Scorp... a Malfoy reír.

— Tranquila — me consoló —. Aún te hace falta práctica.

Observé al pájaro estrellarse en el suelo y desaparecer en una explosión de chispas.

— Mucha, por lo que parece.

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora