#Capítulo 17

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Si hace cinco meses me hubieran dicho que Scorpius Malfoy aparecería en mi jardín en la boda de Teddy y Victorie, me hubiera dado la vuelta y me marcharía. Pero si me hubieran dicho que yo no iba a querer sacarle los ojos, le hubiese calificado de loco.

- Lo suponía - le respondí.

- Necesito saberlo, Rose - dijo -. Necesito saber lo que tú piensas. Necesito saber lo que tú sientes.

Cerré los ojos.

- El problema es que ni yo lo sé, Scorpius.

Él sonrió.

- ¿Qué? - dije. Él se encogió de hombros.

- Me has llamado Scorpius. - Cerró los ojos y lanzó su cabeza hacia detrás -. A veces, eso es todo lo que necesito. Saber que alguien confía lo suficientemente en mí como para llamarme por mi nombre.

- Un nombre es solo un nombre.

- Si fuera así, yo solo sería Scorpius, y tú solo Rose - dijo -. Pero somos Scorpius Malfoy y Rose Weasley, ¿no? Por eso es imposible.

Me quedé mirándole. Porque en realidad, aunque yo no quisiera admitirlo, llevaba razón. Era imposible porque su pelo era la luna y el mío el fuego. Porque yo era una leona y él una serpiente. Porque en su familia abundan mortífagos, y en la mía aurores. Porque él era un Malfoy, y yo una Weasley.

- Dime una cosa, Weasley - dijo -. Si yo me llamase Scorpius Longbottom, ¿me querrías? ¿Podrías tolerarme si la sangre Malfoy no corriese por mis venas? ¿Si me hubieran cogido para Gryffindor?

Me senté en el muro junto a Scorpius. Sus pies colgaban hacia los campos, mientras los míos daban al cobertizo. Observé la ventana rota y llena de polvo.

- Nunca lo sabremos - dije -. Porque eres Scorpius Malfoy. No serías el mismo si Neville te hubiera criado. Si hubieras crecido en esa pequeña casa con huerto en vez de tu mansión. Tal vez no serías tan bueno volando si tu padre no te hubiese enseñado.

Scorpius alzó una ceja.

- ¿Me acabas de llamar buen volador? - preguntó con sorna.

- No mejor que yo - respondí, encogiéndome de hombros -. Lo que quiero decir, es que tu sangre, tus recuerdos y tus experiencias te han hecho lo que eres, Scorpius Malfoy.

Él miró hacia los cultivados campos de la colina. Esos campos evocaban mi infancia, cuando jugaba al escondite entre la hierba con Albus, James, Fred, Hugo y Lily. Cuando formábamos torneos de quidditch en verano, lanzándonos un balón de un deporte muggle llamado blansecto.

- Mi última pregunta, Rose - dijo él sin mirarme -. Y como Scorpius... Solo como Scorpius... ¿entonces podrías quererme?

Sus ojos grises relucían bajo la luna, y me pareció que en mi vida había visto nada tan hermoso.

Y le besé. Le besé porque no sabía qué decir. Le besé porque necesitaba sentir su corazón contra el mío. Le besé porque me dio la gana, y porque me olvidé de que toda mi familia estaba a sólo cien metros. Sí. Claro que sí. Porque Lily llevaba razón. Y aunque nunca lo hubiera admitido, estaba irrevocablemente enamorada de Scorpius Malfoy. No lo había estado desde siempre, como él decía. No le había observado durante cinco años. Nunca le había hablado. Pero en los últimos meses, había logrado que me cuestionase cada día las cosas que mi familia me había contado sobre los Malfoy. Había logrado ser lo primero en pasar por mi cabeza por la mañana. Había logrado que rezara por encontrarme con él por los pasillos, que buscara su mirada en el Gran Comedor y que me distrajese en las clases que compartíamos con Slytherin.

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora