#Capítulo 8

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Rose.

Yo nunca había sido una persona violenta. Nunca me ha gustado la violencia, y he dependido más de las agudas palabras heredadas de mi madre. Pero, en ese momento, me di cuenta de que había personas tan estúpidas, que las palabras no sirven de nada. Y era porque ese día lluvioso lo que más necesitaba era romperle la nariz a Scorpius Malfoy.

Me tenía retenida por sus brazos, haciendo que no pudiera llegar a mi escoba o salir de esa torre.

- ¡Sueltame, Malfoy! - grité, gruñendo. Pegarle un puñetazo a una coraza de cuero no había sido buena idea para mis nudillos.

Él susurró algo que no pude escuchar y me agarró por los brazos, haciéndome imposible la movilidad.

- ¡¿Quieres estarte quieta, maldita sea?! - me gritó.

- ¡Hugo está ahí fuera! - gruñí -. ¡Es mi hermano! ¡Y Lily, Albus, Fred, Roxanne, James, Molly y Lucy también están en peligro! ¡Son mi familia, Malfoy!

Sus ojos se aclararon por un momento, haciéndose de un gris del cielo nublado en verano.

- No... morirás si sales ahí fuera - susurró -. No sabes conjurar un patronus.

- ¡Lo siento, no todos somos tan perfectos como el señor Malfoy! -imploré -. Escucha, asquerosa serpiente, tengo que salvar a mi familia. Me da lo mismo lo que a mí me pase, pero si Hugo llega... te juro, que lo lamentarás.

- McGonagall es una de las mejores brujas de todos los tiempos - rebatió él -. Y aunque Longbottom no tenga más de dos dedos de frente, Filtwick es genial para los encantamientos. Slughorn tampoco es totalmente penoso. Ellos pondrán a salvo a los alumnos.

- ¡No, Malfoy! Tú no conoces a mi primo James. Tiene complejo de héroe. Y Hugo hace todo lo que James hace.

- James Potter - se carcajeó, pero pude denotar un matiz de rencor en su voz -. Es el maldito hijo de Harry Potter, deja que sea un héroe. Le viene de familia, ¿no? Al igual que yo soy un mortífago. ¿No crees, Weasley?

Me quedé mirándole un rato, sus ojos grises que llevaban tanta tristeza escondida.

- Malfoy... Scorpius - me corregí -. No quise decir eso, ¿de acuerdo?

- Pero lo dijiste - rebatió -. Eso es porque lo piensas.

Bajé la cabeza, centrándome en la franja blanca de su jersey. Estaba manchada de tierra. Una mancha con forma de quaffle. Me arrepentía infinitamente de haberle llamado así, pero lo hecho, hecho está. No podía hacer nada en ese momento a parte de intentar salvar a mi hermano.

- Por favor... Scorpius...

- Morirás. Serás una Gryffindor. Serás valiente. Pero no eres... no sé... Albus Dumbledore.

- ¿Por qué te importa tanto? Deberías dejarme salir ahí, y matarme. Eso es música para tus oídos.

- Te equívocas.

- ¿Por qué entonces? - gruñí -. ¿Miedo de dejar de ser el héroe de Hogwarts?

- Vuelves a equivocarte.

Se quedó mirándome, y pude jurar que su mirada quemaba. Cerré los ojos un segundo, y cuando los abrí, la expresión de Scorpius se había suavizado. Su ceño no estaba fruncido, y sus hombros relajados por primera vez desde el Hogwarts Express.

- ¿Por qué, entonces? - dije en un hilo de voz -. ¿Por qué...

... me has salvado la vida de nuevo?

Eso es lo que quise decir. Pero no pude. No pude articular palabra con los labios de Scorpius sobre los míos. Al principio abrí mucho los ojos, topándome con sus párpados cerrados, sus espesas pestañas rubias. Fue solo un segundo hasta que una fuerza desconocida se apoderase de mi cuerpo, haciendo que mis brazos se movieran hacia los hombros de Scorpius, rodeando su cuello con mis brazos. Había besado a otras personas antes. A Kane Wood, a Archie Carter, a Frank Longbottom... aunque eso había sido una apuesta con James. Pero nunca había sido como aquél. Nunca había tenido la necesidad de abrazar a la otra persona. La necesidad de sentir su corazón contra el de ella.

Te Odio, Scorpius Malfoy #Wattys16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora