Mis labios lo habían deseado con tanta intensidad que no puedo contener a mi cuerpo por más tiempo y parece que el suyo tampoco. Agarro firmemente su sedoso pelo y tiro de él, como si pudiese obtener más de lo que ya tengo. Sus manos están en espalda, entrelazadas, y acorta aún más las distancias tirandome hacia él. Apenas puedo respirar con cada beso, son tan feroces y rápidos que apenas tengo tiempo de llevar aire a mis pulmones pero aun así no tengo intención de separarme de él una vez que me he lanzado. ¿Pasan horas, minutos..? No lo sé. Lo único en lo que podía pensar era en nunca parar de besarle y sentir sus labios.
Después de un tiempo indefinido y cuando los dos estamos casi sin aliento nos separamos unos milímetros de distancia pero lo suficiente para sentir su respiración en mi mejilla. Choco suavemente mi frente contra la suya y abro los ojos. Su pupila ha aumentado de tamaño y sus ojos grisáceos son muy poco visibles casi que se convierte en negro.
-Te llevaré a casa.
Sólo asiento, no puedo decir nada más y ninguno de los dos sabemos de qué hablar o qué comentar. Durante el trayecto a mi casa el silencio se apoderó de todo. Yo no paraba de pensar y aun así no sabía que decir.
-Gracias -susurro- por traerme.
-Sólo cuido lo que más amo.
Cosquillas me invanden todo el cuerpo. Estoy inmóvil, quiero decirle que yo también le amo, que no se vaya y se quede conmigo hasta que anochezca, que me lleve lejos de esa casa que me tiene prisionera pero ninguna palabra sale.
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El amor del odio
Teen FictionNo hay mucho que contar sobre de mi vida. Guardo rencor a un idiota hizo que mi existencia fuese más dura de lo que ya era. ¿Lo peor de todo? Que no puedo olvidarle y creo que jamás lo haré y gracias a él he aprendido a no confiar en los hombres, ni...