No he podido dormir en toda la noche. Y mi cara lo demuestra. Las pesadillas que he vivido...eran muy reales -dentro de lo que cabe a lo que pueda ser un sueño real- , era como visiones. Cada vez, Aian me mataba de una distinta manera, en un distinto lugar, pero siempre decía lo mismo. Lo siento, queria comprobar si sentia algo por ti. Pero me es imposible, claramente eres solo una más. Lo siento pero debes morir Yhen. ¿Por qué sueño eso?
Nunca había tenido una pesadilla en la que me mataban. Ni cuando era de pequeña, aunque si que soñaba que mataban a mis padres delante mía. Cada vez que me levantaba asustada, sin poder dormir, nadie estaba ahí para calmarme. Lo único que podía hacer era esperar, visualizar lo que era real. Y me aferraba a una sola esperanza. Mis padres nunca morirán, los protegeré. Aún siendo ignorada quiero a mis padres. Ellos me han criado, cuidado, educado,-aunque sin cierto cariño- les debo eso.
Ahora retomaré de nuevo mi vida normal, ignorando mis sueños. Quiero una explicación, Janni era y es mi mejor amiga -la única en la que he podido confiar- y por eso quiero una explicación. No voy a perdornarla -no tan fácilmente- hasta que me dé una justificación razonable. ¿Qué Aian sea mi canguro? Buf, ni en sus sueños. No soy una niña. Ya se lo dejé claro. Sé cuidar de mi misma, desde bien pequeña.
Me hecho un poco de maquillaje para cubrir mis ojeras y un pintalabios de color rojo pasión. Reviso la habitación de mi madre. Aún sigue durmiendo, su cara está tan relajada que parece incluso normal. Veo que se ha destapado un poco y le vuelvo arropar. Ella se despierta y me coge de la mano. Rendida por el cansancio se vuelve a dormir. Por un momento he pensado que me iba ha decir otra vez lo mismo de ayer. Decido no darle importancia y subo hasta mi cuarto para coger todos mis libros. Y con mi hermana cogida de la mano me voy a la escuela.
·······························································
La recepcionista mira de nuevo al chico. Observando su inquietud y su enfado. El jefe debe haberle convocado por algo importante para que le llame a estás horas. Ella le ofrece un café pero él la rechaza con amabilidad.
-¿Podrías decirle que estoy aquí? -gruñe-. Tengo un instituto al que acudir.
-Ahora mismo se lo comunico. -el nerviosismo se nota en su voz-. Puede sentarse si quiere, mientras espera.
Él no parece haberla escuchado, o más bien ignorado, que no hace caso de su petición. Ella se vuelve a su pequeña mesa de caoba y por el telefonillo le comunica la demandada:
-Señor, él está aquí.
-Muy bien. -hace una pausa-. Hazle pasar.
La recepcionista iba a decirle que pasara pero él parece haber escuchado su conversación y entra en la oficina. Todo hecho una furia.
-¿Qué quieres, viejo? -dice molesto-. Cada vez te superas más, ¿sabes qué hora es? Tengo una vida que fingir.
-Será rápido.
-Ya, ya veo como me has atendido.-réplica con desden-. ¿Y ahora qué?
-Por lo que sé, todavía no la has matado.
-¿Qué prisa hay?
-¿Quieres que otro lo haga por ti? -dice de modo sugerente. El anciano se reclina en el asiento-. Porque ahí fuera hay gente que la está acechando, incluso a lo mejor la quieren proteger.
-¿Quién?
-Gente que la quiere utilizar.
-¿Y por qué no haces lo mismo?
ESTÁS LEYENDO
El amor del odio
Teen FictionNo hay mucho que contar sobre de mi vida. Guardo rencor a un idiota hizo que mi existencia fuese más dura de lo que ya era. ¿Lo peor de todo? Que no puedo olvidarle y creo que jamás lo haré y gracias a él he aprendido a no confiar en los hombres, ni...