¿Quién soy?

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<<Arderemos en el infierno. No volveremos al cielo.>>

<<Tenemos una oportunidad, sólo una oportunidad. Ayúdanos a escapar.>>

<<Oscuridad. Temor. Dolor.>>

-¡HAZ QUE PARE! ¡DEJADME EN PAZ!

-Mia, ¿qué te pasa?

Aian intenta acercarse pero rápidamente salgo de la cama. Las voces siguen en mi cabeza. Intento comprender, sacar alguna conclusión de ESTO pero la única solución posible es que me esté volviendo loca.

-No..me...toques. -susurro-. Ni se te ocurra.

-Mia. -dice su hermana-. Sólo queremos ayudar.

Un dolor desgarrador me acecha en mi pecho. Mi respiración se vuelve dificultosa. Pruebo a respirar, a calmarme, pero la sensación no desaparece. Las piernas parecen no responder, incluso me tiemblan. ¿Será que tengo miedo? ¿De qué? ¿De quién?

-Cate, ya se que le pasa.

-Aian, ahora no es momento de hablar, ayúdala.

Aian se acerca a mi. Yo, como un perro desconfiado me alejo de su tacto. No quiero que me toque. Él ignora mi gesto e intenta cogerme el brazo. Me echo aún más para atrás, así hasta que quedo acorralada contra la pared.

<<El trabaja para alguien muy poderoso.>>

<<Dale la mano, él nos ayudará. Te ayudará.>>

-¡Callaos!

Finalmente Aian consigue cogerme en brazos antes de que caiga rendida al suelo. Lo último que he visto antes de cerrarlos por completo fue sus ojos violeta.

~.~.~.~.~

Abro los ojos y me encuentro de nuevo en el gimnasio. Con Rain enfrente mía. ¿Qué? ¿Cuándo he llegado aquí? ¿No estaba en casa de Aian?

-¿Por qué...?

-Hola, Mine.

-¿Qué...?

-Lo sé, extraño. Pensarás que estás loca ¿no? Tranquila, esto sólo es un sueño.

Debí suponerlo, un sueño. Bueno al menos no estoy tan loca. Pero ¿por qué estoy aquí? ¿y por qué he asociado este recuerdo a mi sueño?

-Bueno...en sí, no es un sueño, pero

podría considerarse como uno.

-¿Estoy perdiendo la cabeza y no me he dado cuenta?

-Jajaja, ojalá fuera eso. Estás metida en algo en lo que nunca te podrías imaginar.

-Déjame pensar....¿Mis padres son mafiosos y me están persiguiendo porque no han cumplido un pago?

-Buen intento, pero no.

-Ajá. Pues no se que puede encajar más en mi vida.

-Eres única, eso es lo que debes saber.

-Única. -repito-. ¿Acaso no todos lo somos?

-Y yo que pensé que eras astuta...

-Siento no cumplir tus expectativas, pero así soy.

-Mine, piensa a lo grande, no te quedes con lo pequeño.

-¿Te refieres a lo sobrenatural?

-Bingo.

-Imposible.

-Creo que todo esto es una alucinación. Debí de darme un golpe muy grande cuando me derrumbaste y ahora estoy pagando las consecuencias. -susurro-. Efectos secundarios.

El amor del odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora