A prueba.

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Esta mañana -y así eran todos los días allí-fuimos de nuevo para hacer el rutinario procedimiento de siempre. Todo era según habíamos hecho desde que llegamos. Jano ya no me agarraba del antebrazo, ni siquiera me dirigió una mirada. Durante un momento dudé de su comportamiento y algo me decía que las cosas iban a empeorar.

Después de que me examinasen hasta el último pelo de la cabeza cogí a Senia y fui en dirección a la puerta. Los hombres que estaban en ambas esquinas de aquel "laboratorio" me impidieron el paso.

-Todavía no puede irse señorita Mia -dijo el anciano con bata- Tenemos una cosa que pedirle y que usted debe hacer, aunque no quiera.

Intenté no ponerme nerviosa o permitir que se notases el miedo en mi cara. Estaba segura de iba a implicar hacer algo con mis poderes. No era tonta. Todas estas semanas- si es que no habían pasado más- haciéndome rigurosos experimentos y análisis iban a aumentar a algo más, cada vez pedirían más. Tragué saliva para poder quitarme el nudo que tenía en la garganta que me impedía hablar.

-¿De qué se trata? -procuré que mi tono fuese lo más frío posible.

-Verá, como ya sabe, hemos estado haciéndole pruebas para conocer su condición física y mental -empezó a recorrer la sala con pequeños pasos- Ahora tenemos que analizar otros aspectos que impliquen más....movimiento si ya me entiende.

-¿Puede ir al grano?

-Lo que quiero decir es que quiero que usted se enfrente en combate a uno de los chicos que residen aquí.

-No pienso hacerle daño a alguien que no me ha hecho nada.

-Si no se lo hace usted lo hará él.

-¿Y qué pasa si me niego?

-Me temo que tomaremos medidas muy severas-dirigió su mirada hacia Senia- Y no creo que quiera llegar a esa situación, ¿verdad?

No pude decir nada, estaba entre la espada y la pared y me tenían cogida. Pero tenía planeado salir de ahí, ni loca podía permanecer así por más tiempo. La vida de mi hermana corría peligro...

-Se que eres una chica sensata así que no tendrías porqué dudar.

Si accedía estaría aún más a su merced, bajo su control. ¿Quién sabe que tipo de cosas me harían hacer? Después de todo, para ellos soy importante. ¿Si me negaba? La vida de mi hermana correría peligro y todo por mi culpa. Quizás debería de haberme alejado de mi familia, aislarlos, pero ya era demasiado tarde. Ahora estaba en el fondo de un pozo del que nunca saldría a menos que fuese lista.

En ese momento me di cuenta que hiciese lo que hiciese no cambiaría mi situación.

-¿Qué tengo que hacer?-mi voz era apenas un susurro, como si no hubiese querido que las palabras saliesen de mi boca.

-Chica lista -sonrió de forma en que se veía sus blancos y perfectos dientes, los que algún día me aseguraría de romper- Muy bien, muy bien, Jael te guiará hacia tu destino. Tu hermana, mientras realizas la prueba, puede quedarse en vuestra habitación.

Las manos de mi hermana apretaron el agarre. No quería alejarse de mi, lo comprendía. A mi tampoco me hacia gracia dejarla sola en el cuarto pero sabía el mensaje que había tras esas palabras. Tendría que hacer algo horrible.

Jael dio un paso hacia nosotras y nos fuimos en su dirección. Le pedí que ,antes de que me llevase al sitio que tuviese que ir, me permitiese acompañarles hasta nuestro cuarto. Estaba totalmente oscuro y frío.

El amor del odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora