Oscuro.

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Ir como una bala no era exactamente la expresión que yo utilizaría para definir nuestra velocidad. Era aún más que eso. Los nervios, la ansiedad y la desesperación me están matando poco a poco. Aian lo nota por la forma en que me aferro a su camiseta, yo que él también lo está por la forma en la que tensa la mandíbula sacada calle pasamos.

Rezo a ese Dios que existe y no he sido tan consciente de él hasta ahora para que Senia no sea víctima de mis problemas. Mamá los recibió en mi nombre y ahora quieren cobrárselo con mi dulce hermanita.
Llegamos a su colegio, apenas había niños que estaban esperando a sus padres. Por poco salto de la moto en marcha y me pongo a mirar en todas las direcciones buscando un pelo castaño y la cara más buena que ha existido en todo el planeta.

Puedo notar como Aian me sigue los talones y él intenta divisarla gracias a las descripciones que le he dado de como iba vestida hoy, con un vestidito blanco lleno de flores y con esa trenza que resaltaba sus bonitas facciones. Fui a su clase, no estaba. Fui a buscar al baño, tampoco. Busqué a la maestra y me dijo que salió hace poco. Mi corazón iba a mil por hora. Salí corriendo a ver si estaba esperándome, si estaba apoyada en la puerta tarareando una de sus canciones de las Wings.

El amor del odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora