Luchando contra la corriente [Draco Malfoy]

Veintidós

Estaba en un lugar extraño, habían áreas verdes por todos lados.

El cielo estaba más azul que nunca.

La brisa helada y potente recorría por mis mejillas.

Sirius estaba caminando hacía mí con los brazos abiertos.

Esperen... ¿Qué?

—Isa —suspiró mientras me abrazaba.

Yo le devolví el abrazo de inmediato, aunque estaba muy confundida y no pude evitar preguntar:

—¿Estoy... muerta?

Mi padre soltó una ligera carcajada y me miró con ternura.

—Claro que no estás muerta, Isa.

—¿Entonces estoy soñando? —lo observé detenidamente. Estaba afeitado, con buena ropa. Y se notaba que estaba tranquilo y feliz—. ¿Esto es real, o está pasando en mi cabeza...?

—Por supuesto que esto está pasando en tu cabeza, Isa. Pero eso no significa que no sea real.

—Te he extrañado mucho, Sirius... Papá —corregí.

Sirius sonrió.

Eran muy pocas las veces que yo le decía papá. A él no le molestaba, pero siempre me reprochaba eso.

—Y yo a ti, pequeña —contestó y me hizo una seña para que lo siguiera. Comenzamos a caminar por todo el sitio—. ¿Cómo te ha ido?

Lo miré extrañada.

—¿Viniste a uno de mis sueños para preguntarme como me ha ido?

—No lo sé —se encogió de hombros.

—¿Tu sabes... lo qué paso, Sirius?

No sabía exactamente que le estaba preguntando...

Habían demasiadas cosas... Las peleas mías con Harry, mis sentimientos por Draco, más peleas con Harry...

—Algo me dice que estas en una pequeña guerra interna, entre la mente y el corazón... —Sirius comenzó hablar con suma tranquilidad—. ¿Quieres sabes a quien debes escuchar?

Asentí levemente con la cabeza y seguí escuchando atentamente:

—A ambos, Isa —lo miré un poco confundida—. Debes escuchar a tú corazón porque eso es lo más valioso y sagrado que tienes.
Pero también debes escuchar a tu cabeza, para que te mantenga los pies sobre la tierra y en la realidad.

Me quedé procesando cada una de sus palabras. Sirius comenzó a observar el paisaje.

—Creo que no me gusta la realidad... —susurré luego de unos segundos, y él dirigió su mirada hacía mi nuevamente.

—¿Y a quién si?

Sirius me sonrió por última vez y noté como su figura se esfumo por los aires.

—¡Espera! —traté de llamarlo, pero ya se había ido.

Los árboles y las nubes se empezaron a volver borrosas y cada vez más distorsionadas.