Cinco

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La clase de Snape me resultó bastante eterna, es decir, con el profesor hablando sin parar y explicando hechizos que ya sabía hacer, sin mencionar a Ron que balbuceaba todo el rato, Hermione haciéndolo callar, sin Harry en la sala y además con la mirada de Draco sobre mí.

La clase de Snape sin duda era un infierno.

—¿Qué se supone que es esto, Black? —dijo el profesor, mostrando mi pergamino a toda la clase.

Los de Slytherin que estaban sentados en las primeras filas del aula levantaron la cabeza, expectantes.

—Lo que está dictando —contesté, algo tensa por todas las miradas.

—Por si no lo notaste —repuso él con calma—, ya pasamos al capítulo dos.

Tomé el libro que tenía al lado y puse el capítulo dos, odiaba a Snape.

—Dime Black, ¿Sabes leer?

Pansy no pudo contener la risa.

—Sí, por supuesto que...

—¿O eres cómo tu difunto padre? Un vago que no sabía hacer nada más que mendigar pena con los demás.

Lentamente mis ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Sus palabras eran sumamente crueles, no solo por decir esas estupideces, si no por el sólo hecho de recordármelo.

—Pero —prosiguió hablando Snape con calma—, si no eres una vaga como él y sabes leer, nos harías él fabuloso honor de recitar todo el capítulo dos y hacer una demostración de esos hechizos de defensa.

¿Qué?

¿Acaso era una broma?

Snape era un imbécil.

—No —contesté en voz baja.

La sala se llenó de voces a lo bajo.

—¿Perdón?

—No —repetí elevando la voz—. Y no era un vago, para nada.

"Si un asesino"  murmuró alguien de Slytherin.

—Cincuenta puntos menos para Gryffindor —repuso Snape de forma severa, y todos empezaron a balbucear cosas—, por esa forma tan irrespetuosa de hablar, y ya puedes retirarte de la sala, Black.

Agarré todas mis cosas y salí muy rápido de la sala.

Me senté en el marco de la ventana que estaba en el pasillo, seguía con lágrimas en los ojos.

Snape estaba en la orden igual que mi padre, y nunca se habían llevado bien, pero ahora, incluso en su lecho de muerte ¿no lo puede dejar en paz?
Además de esos estúpidos comentarios que hacían siempre.

El no era un asesino, jamás lo fue.

—Isa —dijo su voz fría por atrás mío, rápidamente seque mis lágrimas, me pare y comencé a caminar para irme de ahí.

—Isa —volvió a insistir—, ¿Estás bien?

¿Era en serio? ¿Estaba preguntando cómo estaba? ¿No pudo haberlo hecho en el verano?

—¿Te importa? —me limité a preguntarle y seguí caminando.

—Sí.

Me detuve en seco y lo miré a los ojos.
—¿Por qué?

—Bueno —sus fríos ojos también me miraron y un escalofrío recorrió mi cuerpo—, porque somos amigos ¿no?

No lo podía creer.

Luchando contra la corriente [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora