Desperté por los tenues rayos de sol que se intentaban colar por las cortinas de la habitación. Mi alarma no había sonado ¿Qué mierda? Miré la hora. 7AM en punto. Primera vez en años que despertaba sin ayuda de la alarma. O sin los gritos de Trinidad.
Me senté en la cama, para luego salir de esta, y tomar mis cosas de aseo. Entré al baño, y al cabo de unos quince minutos ya me encontraba saliendo con una toalla amarrada a mi cadera.
Justo cuando estaba a punto de sacarla, mi puerta se abrió, dando paso a Blake, la cual traía una bandeja en sus manos.
– Buenos di... – se calló inmediatamente al ver que me encontraba solo con la toalla y cerró los ojos. – perdón, perdón, perdón – se giró dándome la espalda– y-yo no pensaba que estabas... vuelvo más tarde.
– No seas paranoica, Blake – reí – ni que estuviera desnudo.
– Estás casi desnudo – entró a la habitación con la mirada pegada al suelo, para dejar la bandeja en la cama – si no fuera por esa toalla...
– ¿Quieres que me la quite? – pregunté coquetamente.
– ¡NO! – se apresuró en responder – preferiría que te vistieras.
– Está bien – volví a reír – como mande, alteza.
Saqué unos bóxers de mi bolso, y me los coloqué, para poder retirar la toalla. Luego saque la camisa y comencé a abotonarla, solo en ese momento Blake se digno a dejar de cerrar los ojos, y mirarme.
– Te traje el desayuno – sonrió más relajada.
– Así me di cuenta – le devolví la sonrisa.
– ¿Cómo estás? – preguntó tomando una tostada.
– Bien, supongo – torcí la boca.
– Sé que sonara insistente, pero... –tragó la tostada – ¿Estás seguro de lo que harás?
– Ya te dije que sí – me acerqué a tomar un trago de jugo – la decisión está tomada. Me alejare de Ethan, y Trinidad jamás se enterara de nada.
– Ojalá que salga todo bien.
– Eso espero – suspiré – y si no, te tengo a ti para consolarme, y para que me consienta con detalles como estos – apunté el desayuno.
– Cuando gustes – sonrió – para eso están los ami... – se cayó al instante – para eso estamos. – se corrigió.
– ¿Qué ibas a decir? ¿Amigos? – pregunté con una sonrisa.
– No... – hizo una pausa – o quizás...
– Somos amigos, Blake – me senté en la cama – y no tengas miedo de decirlo. Aquí tienes a alguien para ti.
– Y yo estoy aquí para ti – sonrió aliviada.
Seguimos tomando el desayuno y hablando de cosas triviales, hasta que nos dimos cuenta de la hora. Si no nos íbamos en ese instante, llegaríamos tarde.
Blake por su parte se fue a su habitación y yo terminé de meter las cosas en mi bolso. Ambos salimos al mismo tiempo, y me quedé observando un momento a Blake.
– ¿Qué pasa? – se miró su uniforme completamente renovado – ¿no te gusta?
– Claro que me gusta – reí – es solo que te ves tan distinta... vas a matar hoy en el colegio.
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INSIDE
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo es en realidad la vida de los acomodados? Bienvenidos al Noreste de la ciudad de Santiago, mejor conocido como La Dehesa. Aquí es donde yo y mis amigos vivimos, vamos a clases, nos divertimos, jugamos y dormimos -q...