Ya habían pasado dos días, y por fin me encontraba listo para salir de la clínica. Bendito sea dios y todos los santos que el doctor me haya encontrado en perfecto estado para dejarme salir. Juro que un día mas y me volvía loco.
Como había dicho la enfermera, con comida recuperaría las fuerzas de mis piernas, y de mi cuerpo en general. Además por fin me había podido duchar. Tantos días sin asearme debidamente había sido lo más asqueroso de la vida. Ahora mi cara ya tenía color, y era lo más parecido al Santiago que todos conocían, pero igual había algo diferente. Había una sonrisa. Una sonrisa que juro no se iba con nada del mundo y que era plena. Real. Y me gustaba llevarla dibujada en mi cara.
Todos estaban acompañándome ese día. Todos excepto mi padre. Según lo que me había dicho Katherine, él se encontraba arreglando unos asuntos de trabajo y que más tarde nos veríamos en el hotel.
– ¿Listo? – preguntó Louis tomando un bolso en donde habíamos puesto la ropa de las bolsas.
– Listo – sonreí – ¡Por fin voy a salir de este lugar!
– ¡Gracias al cielo podré tener una noche tranquila en el hotel, sin tener que dormir en esa maldita cosa!– dijo Louis mirando el sillón de la esquina – no se para que rayos la gente paga tanto en esta clínica, si los sillones son un asco.
– Sin duda que son hermanos – nos miró Blake con una sonrisa.
– Yo soy el bonito, y él – lo apunté con el pulgar – el de la cicatriz.
– ¡Hey! – Se quejo Louis golpeando levemente mi brazo – yo soy más guapo que tú.
– Superalo, bro – me crucé de brazos – yo soy más guapo que tu, ¿cierto Blake?
– Ehh.... – me miró incomoda y encogió los hombros – no lo sé...
– ¡Blaaake! – me quejé.
– Já – se burló Louis – ahí tienes, la hermosa chica me encuentra más guapo a mí ¿cierto Blake?
– Claro que si – lo miró embobada – digo... – intentó mantener la compostura – puede ser, no lo sé... hace calor ah – se comenzó a rascar la nuca y a mirar hacia todos lados mientras sus cachetes se tornaban rojos.
– Creo que le gustas – dije a Louis.
– ¡Santiago! – se quejó Blake poniéndose aún más roja – ¡No hables estupideces!
– ¡Admite que te gusta!
– A mi no me...
– Ya está todo listo chicos – entró Katherine interrumpiendo con unos papeles en la mano – podemos irnos de aquí.
– ¡Yaju! – grité emocionado y me dispuse a salir – él ultimo que llega es un... – no alcancé a terminar ya que choque con alguien – ¡Papá! – dije con una sonrisa en la cara y lo abracé.
– Perdón por tardarme tanto – se separó de mi – pero te quería tener una sorpresa...
– ¿Una sorpresa? – lo miré extrañado y luego miré a los demás.
– Claro – me sonrió – yo... la verdad es que... – se rascó la nuca. Notoriamente no sabía por donde empezar – mejor toma – me estiró un sobre blanco.
Recibí el sobre aún con una cara de extrañeza total. Odiaba las sorpresas por lo mismo. Nunca se sabe con lo que se puede encontrar. Comencé a abrir lentamente el sobre, y miré a los demás. Todos estaban expectantes con una sonrisa en la cara. Esa estúpida sonrisa de que sabían lo que era la sorpresa. Los deje de mirar e indagué el sobre. Metí la mano y lo primero que saqué fue un pasaporte. Lo abrí y tenía mi fotografía. Miré a mi padre aún con cara de no entender nada, pero todo tuvo sentido cuando encontré un pasaje de avión. Pasajes de avión a París, Francia. Volví a dirigirle la mirada con una gran sonrisa y me lancé abrazarlo.
ESTÁS LEYENDO
INSIDE
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo es en realidad la vida de los acomodados? Bienvenidos al Noreste de la ciudad de Santiago, mejor conocido como La Dehesa. Aquí es donde yo y mis amigos vivimos, vamos a clases, nos divertimos, jugamos y dormimos -q...