Capitulo 28

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Ya habían pasado dos días, y por fin me encontraba listo para salir de la clínica. Bendito sea dios y todos los santos que el doctor me haya encontrado en perfecto estado para dejarme salir. Juro que un día mas y me volvía loco.

Como había dicho la enfermera, con comida recuperaría las fuerzas de mis piernas, y de mi cuerpo en general. Además por fin me había podido duchar. Tantos días sin asearme debidamente había sido lo más asqueroso de la vida. Ahora mi cara ya tenía color, y era lo más parecido al Santiago que todos conocían, pero igual había algo diferente. Había una sonrisa. Una sonrisa que juro no se iba con nada del mundo y que era plena. Real. Y me gustaba llevarla dibujada en mi cara.

Todos estaban acompañándome ese día. Todos excepto mi padre. Según lo que me había dicho Katherine, él se encontraba arreglando unos asuntos de trabajo y que más tarde nos veríamos en el hotel.

– ¿Listo? – preguntó Louis tomando un bolso en donde habíamos puesto la ropa de las bolsas.

– Listo – sonreí – ¡Por fin voy a salir de este lugar!

– ¡Gracias al cielo podré tener una noche tranquila en el hotel, sin tener que dormir en esa maldita cosa!– dijo Louis mirando el sillón de la esquina – no se para que rayos la gente paga tanto en esta clínica, si los sillones son un asco.

– Sin duda que son hermanos – nos miró Blake con una sonrisa.

– Yo soy el bonito, y él – lo apunté con el pulgar – el de la cicatriz.

– ¡Hey! – Se quejo Louis golpeando levemente mi brazo – yo soy más guapo que tú.

– Superalo, bro – me crucé de brazos – yo soy más guapo que tu, ¿cierto Blake?

– Ehh.... – me miró incomoda y encogió los hombros – no lo sé...

– ¡Blaaake! – me quejé.

– Já – se burló Louis – ahí tienes, la hermosa chica me encuentra más guapo a mí ¿cierto Blake?

– Claro que si – lo miró embobada digo... – intentó mantener la compostura – puede ser, no lo sé... hace calor ah – se comenzó a rascar la nuca y a mirar hacia todos lados mientras sus cachetes se tornaban rojos.

– Creo que le gustas – dije a Louis.

– ¡Santiago! – se quejó Blake poniéndose aún más roja – ¡No hables estupideces!

– ¡Admite que te gusta!

– A mi no me...

– Ya está todo listo chicos – entró Katherine interrumpiendo con unos papeles en la mano – podemos irnos de aquí.

– ¡Yaju! – grité emocionado y me dispuse a salir – él ultimo que llega es un... – no alcancé a terminar ya que choque con alguien – ¡Papá! – dije con una sonrisa en la cara y lo abracé.

– Perdón por tardarme tanto – se separó de mi – pero te quería tener una sorpresa...

– ¿Una sorpresa? – lo miré extrañado y luego miré a los demás.

– Claro – me sonrió – yo... la verdad es que... – se rascó la nuca. Notoriamente no sabía por donde empezar – mejor toma – me estiró un sobre blanco.

Recibí el sobre aún con una cara de extrañeza total. Odiaba las sorpresas por lo mismo. Nunca se sabe con lo que se puede encontrar. Comencé a abrir lentamente el sobre, y miré a los demás. Todos estaban expectantes con una sonrisa en la cara. Esa estúpida sonrisa de que sabían lo que era la sorpresa. Los deje de mirar e indagué el sobre. Metí la mano y lo primero que saqué fue un pasaporte. Lo abrí y tenía mi fotografía. Miré a mi padre aún con cara de no entender nada, pero todo tuvo sentido cuando encontré un pasaje de avión. Pasajes de avión a París, Francia. Volví a dirigirle la mirada con una gran sonrisa y me lancé abrazarlo.

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