Camino a casa con Ethan no hablamos nada, y eso fue más que nada porque en el momento en que toqué el asiento, caí profundamente dormido. Al llegar, Ethan me zarandeó bastante fuerte para que despertara y nos bajáramos del auto. El se encargó de sacar a Trinidad del asiento trasero, ya que ahora era su turno. Era justo, yo la había puesto ahí. Y vaya que pesaba.
Tomamos el elevador y al llegar, le indiqué a Ethan que subiera lo más silencioso posible con ella y le dejara en su pieza. El solo asintió y obedeció, subiendo por las escaleras. Yo iba detrás de ellos, también intentando no hacer ruido para no despertar a mi madre. Lo menos que quería en esos momentos es que viera a Trinidad tan ebria. Ella me había ayudado muchas veces en situaciones así, por lo que esto sería devolverle el favor. Pero como mi suerte últimamente es un asco, cuando ya estaba a punto de desaparecer por las escaleras, escuche la voz de mi madre.
– ¿Santiago? – preguntó.
– ¿Si, madre? – bajé algunos escalones para poder mirarla y formé la sonrisa más grande y falsa del todo el mundo.
– Debo estar soñando – dijo con los ojos muy abiertos.
– ¿De qué estás hablando? –pregunté extrañado.
– Son las... – miro el reloj colgado en la pared de la sala – tres de la mañana.
– ¿Y...? – seguía confundido.
– Desde que tenías quince años no te veo llegar tan temprano luego de una fiesta–se acercó a mí para mirarme más de cerca – y, por lo que veo, aparentemente sobrio. – sonrió de oreja a oreja.
– Oh, vamos – levanté las manos – no es para tanto.
– ¡Claro que lo es! – junto las yemas de ambas manos a la altura de su boca – ¡Es un milagro!
– Eres una tonta – reí.
– ¿Y tú hermana? ¿Dónde está...? – me hizo a un lado y comenzó a subir la escalera – ¿se vino contigo...?
– ¡NO! – grité asustado provocando que dejara de subir y me mirara confundida – o sea... si, pero esta con Ethan... no la molestes.
– ¿Con Ethan...? – levantó una ceja – no estarán teniendo... – simuló con los dedos a dos personas teniendo sexo.
– Lo más probable – sonreí nervioso.
– Oh, no... – continuó subiendo – mi hija no va a dejar de ser virgen.
– ¡¿QUÉ?! – grité mientras reía – ¡¿VIRGEN?! Madre por dios... Trinidad es menos virgen que...
– ¡CÁLLATE! – gritó espantada – ¡AÚN QUIERO SEGUIR PENSANDO QUE ALGUNO DE MIS DOS HIJOS ES VIRGEN!
– ¿Y por qué debes pensar que ella es virgen y yo no? – pregunté con la ceja alzada.
– Oh, hijo... – se acercó a mí y comenzó a acariciar mi hombro– todos saben que eres menos virgen que un CD usado...
– ¡MAMA! – dije sorprendido.
– Sabes que es cierto... –rió – mejor me iré a dormir, prefiero seguir pensando que Trinidad es virgen. Buenas noches hijo – beso mi mejilla y se fue, dejándome aun sorprendido.
– ¡¿UN CD USADO?! ¡¿REALLY?! – le grité al girarme, pero solo escuche una risa provenir de ella. – un CD usado... – susurré para mi mismo mientras caminaba hacia mi habitación.

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INSIDE
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo es en realidad la vida de los acomodados? Bienvenidos al Noreste de la ciudad de Santiago, mejor conocido como La Dehesa. Aquí es donde yo y mis amigos vivimos, vamos a clases, nos divertimos, jugamos y dormimos -q...