– ¡ALGUIEN PELLIZQUEME! – gritó Katherine desde la puerta dejando caer las bolsas que traia en sus manos– ¡¿ESTAS VIENDO LO QUE YO ESTOY VIENDO? – preguntó emocionada a Blake.
Si hubiera podido sacarle una foto a su cara, lo habría hecho. Esta chica definitivamente iba a colapsar de felicidad. Es increíble lo que un abrazo entre papá y yo podía provocar.
– ¡Se están abrazando! – dijo Blake juntando ambas manos.
– ¡Yo también quiero! – Katherine corrió hacia nosotros y se unió al abrazo.
– Katherine eres una estúpida – reí.
– ¡HEY! – entró Louis a la habitación – ¡Por qué no me avisaron del abrazo familiar! – rápidamente también se unió a nosotros.
– ¿Qué haces ahí Blake? – todos nos giramos a verla, ya que yacía en la puerta sin moverse observando la escena con una sonrisa – tú también eres parte de esta familia – le sonreí.
– Santiago tiene razón, B – agregó Katherine – si no fuera por ti, no estaríamos completos.
Blake no lo pensó dos veces, y dejó las bolsas que traía en su mano para acercarse a nosotros y unirse al abrazo. Era increíble la sensación que sentía. Siempre había visto escenas como estas en la televisión, o en las películas, y nunca creí que esa felicidad que se pintaba en los rostros de los actores pudiera suceder en la vida real. Pero ahora me daba cuenta que sí. Todos desprendían felicidad. Al igual que yo. Por primera vez en toda mi vida, podía sentir que pertenecía a un lugar. Y ese lugar era con ellos. Con mi verdadera familia.
– Hacemos un gran equipo – dijo Katherine separándose.
– Uno excelente – le sonreí.
– ¡Esto merece una foto! – acotó mi padre sacando su celular.
– Yo la saco – se ofreció Blake.
– Claro que no – se negó Louis – tu eres una más de nosotros, ya te lo dijimos. Tienes que estar en la foto. – tomó a Blake por los hombros y la abrazó tiernamente.
– Hacen linda pareja ustedes dos – los miré de forma coqueta.
– ¡Santiago! – reprochó Blake sonrojándose.
– Yo hago linda pareja con cualquiera – respondió Louis de forma egocéntrica.
– Mejor ve a buscar alguien que saque la foto – negó Katherine con la cabeza mientras reía.
Louis hizo caso y salió de la habitación para buscar a alguien. A los pocos segundos reapareció con una enfermera a la cual mi padre entregó el celular. Todos se pusieron alrededor de mi camilla, y sonrieron. La enfermera contó hasta tres y el flash salió del celular. Al revisarla, noté una sonrisa en mi cara. Pero no una sonrisa falsa como las que siempre ponía, si no una sonrisa verdadera. Quizás podía estar en una clínica, y con cortes en mis muñecas, pero juro que nunca me había visto y sentido tan feliz en la vida.
Luego de aproximadamente unos treinta minutos de puras risas, mi padre y mis hermanos se tuvieron que retirar. En realidad, yo los mandé al hotel a dormir y refrescarse. Los tres tenían una apariencia fatal, se notaba que no habían dormido absolutamente nada en toda la noche. Blake por su parte, estaba de la misma forma, pero se negó rotundamente a irse. Como siempre, terca como una mula. No me quedó de otra que aceptar que me acompañara, y ahí nos quedamos. Hablando y hablando estupideces por mucho rato.
– Estoy tan feliz de que estés vivo – dijo Blake de repente con un suspiro y una sonrisa.
– ¿Sabes? – mordí mi labio – creo que yo también estoy feliz de estar vivo – asentí con una sonrisa sincera.
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INSIDE
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo es en realidad la vida de los acomodados? Bienvenidos al Noreste de la ciudad de Santiago, mejor conocido como La Dehesa. Aquí es donde yo y mis amigos vivimos, vamos a clases, nos divertimos, jugamos y dormimos -q...