Sus labios se movían suavemente sobre los míos, los cuales para ese entonces, eran bastante torpes. Si, ese era mi primer beso. Y no podría haber elegido a una mejor persona para que me lo diera. Me tenía fascinado.
Lentamente puso una de sus manos sobre mi nuca, y comenzó a acariciarla, e intentar de acercarme aún más si era posible. Aiden y sus besos, eran de otro planeta. Pero de repente caí en la cuenta de lo que estábamos haciendo.
– ¿P-por qué hiciste eso? – dije a una mínima distancia.
– El diablo me tentó a hacerlo – sonrió.
– Esto esta mal – lo miré fijamente – muy mal.
– Lo sé – acarició mi mejilla – pero no me arrepiento ¿Tu sí?
– No – respondí rápidamente – es solo que... ah olvídalo.
– Creo que ya no podremos seguir estudiando – rió.
– Contigo cerca es muy poco probable que entienda algo – baje la mirada avergonzado.
– Vas a tener que aprender a hacerlo.
– Lo sé – asentí – pero me tendrás que dar tiempo.
Ambos cerramos todos los libros que habían sobre la mesa, y ordenamos un poco para luego ir a acomodarnos al sillón. Era obvio que ya ninguno podría seguir con eso del estudio.
Estuvimos casi toda la tarde hablando sobre nuestras vidas, y conociéndonos el uno al otro, pero noté que a Aiden no le gustaba hablar mucho de su familia. Bueno, nadie lo culpa, probablemente su familia debía ser igual de despreocupada y superficial que la mía. Me sorprendí también de que tuviéramos demasiadas cosas en común. Por ejemplo, ese amor incontrolable por los libros, y las maratones de series de adolescentes. Aiden aún las veía. Era todo un niño. Pero era perfecto para mí. Aunque el único problema, era la diferencia de casi quince años que nos llevábamos. Aunque parecía no importarle, ya que él había sido el que tomó la iniciativa. Como dicen, para el amor no hay edad.
Cuando ya se hacía muy de noche, decidí que era hora de retirarme, iba a llamar a mi chofer, pero Aiden insistió en ir a dejarme. Y no me negué. Lo conocía hace tan poco, pero sentía como si lo conociera de toda la vida. Era como si ya no me quisiera separar de él en ningún momento ahora que lo había conocido.
Cuando ya nos encontrábamos frente a mi edificio, no sabía que rayos hacer. No sabía si despedirme con algún gesto amistoso, o besándolo. O quizás tal vez con un abrazo. Pero Aiden, interrumpió en todos estos pensamientos ya que se acercó lentamente a mis labios, y otra vez se apoderó de ellos, propinándome un lento y tierno beso como despedida. Luego de eso, le dediqué una sonrisa y me bajé de su Jeep para ir directamente hasta mi apartamento.
Al llegar arriba estaban todas las luces apagadas. Probablemente Trinidad no se encontraba, o estaba hablando con sus amigas por teléfono. Mi madre, por supuesto, no estaba, ya que se había largado esta mañana a quien sabe dónde, y a quien sabe que sin avisarme. Gracias a dios no soy hijo único, porque si lo fuera, no se qué sería de mi.
Cuando llegué a mi habitación, decidí sacarme toda la ropa , quedando en mi amado pijama. El bóxer. Jamás iba a dormir con pijama. Jamás. Me lancé sobre mi cama, apague las luces y cerré los ojos. Inmediatamente las imágenes de lo ocurrido hace algunas horas se me vinieron a la mente. Inconscientemente sonreí. Y con esa sonrisa, fui lentamente quedándome dormido.
***
Ya habían pasado algunos meses desde ese primer beso, y con Aiden comenzamos a pasar más y más tiempo juntos. Se sentía tan bien tener a alguien que te prestara atención por alguna razón positiva, o solo por el hecho de ser como eres. El nunca me juzgaba. Solo me alentaba, y ayudaba en todo lo que pudiera. Me hacia sentir querido. Feliz. Y de alguna forma, especial. Ya no había día que no pasáramos juntos. La mayoría de las tardes me iba a su apartamento luego que terminara las clases. Mi hermana, no se preocupaba, ya que mentía diciendo que iba donde Crystal y Nicole. A Crystal y Nicole les decía que iba con mi hermana. Y a mi madre, bueno, a ella ni si quiera le importaba donde estuviese.
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INSIDE
Teen Fiction¿Alguna vez te has preguntado cómo es en realidad la vida de los acomodados? Bienvenidos al Noreste de la ciudad de Santiago, mejor conocido como La Dehesa. Aquí es donde yo y mis amigos vivimos, vamos a clases, nos divertimos, jugamos y dormimos -q...